A que ante Apolo su valor alabes.
El escuchó. Yo dixe desta suerte.
VIAGE AL PARNASO.
CAPITULO II.
Colgado estaba de mi antigua boca
El dios hablante; pero entonces mudo,
Que al que escucha, el guardar silencio toca.
Quando dí de improviso un estornudo,
Y haciendo cruces por el mal aguero,
Del gran Mercurio al mandamiento acudo,
Miré la lista, y ví que era el primero
El Licenciado JUAN DE OCHOA, amigo
Por poeta y christiano verdadero.
Deste varon en su alabanza digo
Que puede acelerar y dar la muerte
Con su claro discurso al enemigo.
Y que si no se aparta y se divierte
Su ingenio en la Gramatica Española,
Será de Apolo sin igual la suerte;
Pues de su poesia al mundo sola
Puede esperar poner el pie en la cumbre,
De la inconstante rueda, ó varia bola.
Este que de los comicos es lumbre,
Que el Licenciado POYO es su apellido,
No hay nube que á su sol claro deslumbre.
Pero como está siempre entretenido
En trazas, en quimeras, é invenciones,
No ha de acudir á este marcial ruido.
Este que en lista por tercero pones:
Que HIPOLITO se llama DE VERGARA,
Si llevarle al Parnaso te dispones,
Haz cuenta que en él llevas una jara,
Una saeta, un arcabuz, un rayo,
Que contra la ignorancia se dispara.
Este, que tiene como mes de Mayo
Florido ingenio, y que comienza ahora
A hacer de sus comedias nuevo ensayo,
GODINEZ es. Y estotro que enamora
Las almas con sus versos regalados,
Quando de amor ternezas canta ó llora,
Es uno, que valdrá por mil soldados,
Quando á la estraña y nunca vista empresa
Fueren los escogidos y llamados:
Digo que es DON FRANCISCO, el que profesa
Las armas y las letras con tal nombre,
Que por su igual Apolo le confiesa.
Es DE CALATAYUD su sobrenombre.
Con esto queda dicho todo quanto
Puedo decir con que á la invidia asombre.
Este que sigue es un poeta santo,
Digo famoso: MIGUEL CID se llama,
Que al coro de las musas pone espanto.
Estotro que sus versos encarama
Sobre los mismos hombros de Calisto,
Tan celebrado siempre de la fama,
Es aquel agradable, aquel bien quisto,
Aquel agudo, aquel sonoro y grave
Sobre quantos poetas Febo ha visto:
Aquel que tiene de escribir la llave
Con gracia y agudeza en tanto estremo,
Que su igual en el orbe no se sabe:
Es DON LUIS DE GONGORA, aquien temo
Agraviar en mis cortas alabanzas,
Aunque las suba al grado mas supremo.
O tu, divino espiritu, que alcanzas
Ya el premio merecido á tus deseos,
Y á tus bien colocadas esperanzas:
Ya en nuevos y justisimos empleos,
DIVINO HERRERA, tu caudal se aplica,
Aspirando del cielo á los trofeos.
Ya de tu hermosa Luz clara y rica
El bello resplandor miras seguro
En la que alma tuya beatifica:
Y arrimada tu yedra al fuerte muro
De la inmortalidad, no estimas quanto
Mora en las sombras deste mundo escuro.
Y tú DON JUAN DE JAUREGUI, que á tanto
El sabio curso de tu pluma aspira,
Que sobre las esferas le levanto:
Aunque Lucano por tu voz respira,
Dexale un rato, y con piadosos ojos
A la necesidad de Apolo mira:
Que te están esperando mil despojos
De otros mil atrevidos, que procuran
Fertiles campos ser, siendo rastrojos.
Y tú, por quien las musas aseguran
Su partido, DON FELIX ARIAS, siente,
Que por su gentileza te conjuran:
Y ruegan que defiendas desta gente
Non sancta su hermosura, y de Aganipe
Y de Hipocrene la inmortal corriente.
Consentiras tu á dicha participe
Del licor suavisimo un poeta,
Que al hacer de sus versos sude y hipe?
No lo consentirás, pues tu discreta
Vena abundante y rica, no permite
Cosa que sombra tenga de imperfeta.
Señor, este que aqui viene se quite,
Dixe á Mercurio, que es un chacho necio,
Que juega, y es de satiras su embite.
Este sí que podrás tener en precio,
Que es ALONSO DE SALAS BARBADILLO,
A quien me inclino y sin medida aprecio.
Este que viene aqui, si he de decillo,
No hay para que le embarques, y asi puedes
Borrarle. Dixo el dios: gusto de oillo.
Es un cierto rapaz, que á Ganimedes
Quiere imitar, vistiendose á lo godo,
Y asi aconsejo que sin él te quedes.
No lo harás con éste desse modo,
Que es el gran LUIS CABRERA, que pequeño
Todo lo alcanza, pues lo sabe todo.
Es de la historia conocido dueño,
Y en discursos