aquella imperfección.
Dióle Dios libre albedrío,
y fragilidad le dió
al cuerpo y al alma; luego
dió potestad con acción
de pedir misericordia,
que a ninguno le negó.
De modo que, si en pecando
el hombre, el justo rigor
procediera contra él,
fuera el número menor
de los que en el sacro alcázar
están contemplando a Dios.
···············
Mas mi ganado me aguarda,
y ha mucho que ausente estoy.
Paulo.
Tente, pastor, no te vayas.
Pastorc.
No puedo tenerme, no,
que ando por aquestos valles
recogiendo con amor
una ovejuela perdida
que del rebaño huyó;
y esta corona que veis
hacerme con tanto amor,
es para ella, si parece,
porque hacérmela mandó
el mayoral, que la estima
del modo que le costó.
El que a Dios tiene ofendido
pídale perdón a Dios,
porque es Señor tan piadoso,
que a ninguno le negó.
Paulo.
Aguarda, pastor.
Pastorc.
No puedo.
Paulo.
Por fuerza te tendré yo.
Pastorc.
Será detenerme a mí
parar en su curso al sol.
[Paulo cree ver en ello un aviso de la Providencia; pero al pensar que su suerte ha de ser la misma que la de Enrico, la duda y la desconfianza le impulsan a persistir en sus maldades. Enrico y Galván han llegado nadando a las cercanías del sitio en que está acampada la cuadrilla de Paulo, y caen en poder de Pedrisco y sus compañeros. Paulo manda que los aten a un árbol para ejecutarlos; pero antes quiere probar si Enrico es impenitente para saber con certeza cuál es el fin que Dios ha reservado a ambos. Para ello se viste de ermitaño y se presenta ante Enrico para inducirle a confesar sus pecados.]
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