de habitantes, y sufre todo tipo de calamidades naturales, enfermedades, desnutrición, así como las causadas por el hombre: deforestación, guerras tribales, sobre explotación de todo tipo de recursos, y una muy precaria y nociva imitación de los paradigmas occidentales, pero resiste.
Emigran hacia Europa, Israel y Arabia huyendo de las calamidades, a menudo hacia una muerte segura, pasando por otras tantas calamidades. Hoy como ayer intentan vender su fuerza de trabajo a quienes los invadieron o colonizaron, y en más de una ocasión terminan siendo esclavos, pero resisten.
Malthus, el presbítero inglés que aseguró en el siglo XVIII que la humanidad iba a morir de hambre al agotar los recursos del planeta, señaló que África y sus habitantes serían los primeros en desaparecer, cosa que no ha sucedido, porque resisten.
Los Yoruba son una de las etnias subsaharianas del oeste africano con historia, cultura, creencias, lengua y mitos propios. Níger, Nigeria, Ghana, Togo y Benín, con casi treinta millones de personas yoruba que mantienen vivas sus creencias, son sus principales representantes, si bien hay más seguidores en el corazón de África hasta llegar a Burundi, e incluso a lo largo del río Níger, y, por supuesto, en buena parte de América como efecto de las colonias y el esclavismo, con lo que se podría considerar que posiblemente sean más de cincuenta millones de yorubas residiendo en este planeta que comparten mitos y creencias.
Si hablamos solo de supersticiones yoruba, la mancha sería mucho mayor, ya que tanto en Senegal, Sudán y el Congo, así como en Cuba, Brasil y Colombia, las tradiciones yoruba, de una o de otra forma, tienen vigencia.
El sagrado árbol de la ceiba
Hay yorubas de hoy en día, como Yop, de Burundi, o el doctor Job Touré, de madre yoruba y padre francoitaliano, que en pleno siglo XXI opinan que lo que han perdido los yoruba en particular, y los africanos en general, es su propio camino, y que todos los males les vienen de haberse empeñado en recorrer un camino que no es el suyo, porque no es el que les marca su orisha; y que mientras no vuelvan al sendero que en realidad han de recorrer, su suerte seguirá siendo de lo peor, aunque no desaparezcan del todo, como tantas veces les han vaticinado, porque Olodumare los creó fuertes, duros y resistentes, como el tronco del Árbol Sagrado, que en América los yoruba han identificado con la ceiba, por similitud con algún tipo de acacia africana, y por supuesto, la palma y el coco son sus antecesores naturales más arcaicos, cuyas raíces que siempre han estado presentes en la Mitología Yoruba.
Mis colaboradores, aunque se corrigen mutuamente, pueden tener razón cada uno desde su perspectiva, porque, como en muchos otros casos de leyendas aborígenes de todo el mundo, hay mitos o versiones para todos los gustos, y si una pataki yoruba que cuenta que Olofin creó a los humanos blancos para que sirvieran de alimento a la humanidad de piel oscura en caso de extrema necesidad, y que solo tenían que tener paciencia para que los de piel blanca cayeran por ellos mismos en el caldero; otra pataki cuenta que Olofin dio su cuerpo en sacrificio para hacer sabia a la humanidad cuando llegara a tener el pelo blanco, es decir, en la ancianidad. Por lo tanto, no es que los blancos los hayan esclavizado, engañado, saqueado y utilizado, sino que los yoruba los han estado engordando en los últimos milenios para que sean un guisado más suculento.
Usted tendrá una opinión más reforzada al respecto tras la lectura del presente libro.
J.T.R.
I: Cosmovisión Yoruba
Olodumare, Olodumare,
por las venas de la ceiba
baja la savia bendita
y se recrea en la creación del Orisha,
quien por sus raíces
baja tu esencia a esta tierra.
Existen al menos tres mil patakies yoruba conocidas, tres mil leyendas que nos hablan de su cosmovisión, o aparición del mundo, y las actividades y aventuras de los Orishas. Como en todas las leyendas, su contenido depende en buena parte de sus narradores, que si bien en todas se mantiene la esencia del contenido, a menudo varía la forma externa de su continente.
Primera pataki de Olodumare
Cuenta la pataki que Olodumare es la esencia misma del universo, un aroma que crea estrellas y nebulosas, mundos y soles, y seres de todas y cada una de las formas pensables e impensables.
Olodumare no mata ni destruye, son los seres y las cosas que pierden consistencia al terminar su sendero, mientras el aliento de Olodumare permanece, porque la esencia del universo es eterna, las formas vienen y van, Olodumare permanece.
Así estaban las cosas, fluyendo de estrella en estrella, hasta que en un tiempo lejano que se desconoce, Olodumare sopló, y de ese soplo empezó a crecer una árbol gigantesco, de la copa hacia las raíces, y las raíces buscaban donde aposentarse, querían agua y tierra, tenían hambre.
Los brotes y las ramas crecían por el aliento de Olodumare, un aliento que dentro del gran árbol se iba convirtiendo en savia sagrada, y de la savia iban brotando Orishas como espinas gordas, pero no tenían qué hacer ni dónde ir.
Olodumare seguía soplando y la ceiba creciendo con hambre de agua y tierra, y los Orishas, señores que piensan, queriendo poner en acción sus pensamientos; así este mundo se fue formando, de las raíces de la ceiba y los deseos de los Orishas, hasta quedar como lo conocemos, con agua y selva, montañas y piedras, y muchos árboles, todos mirando hacia las estrellas del cielo, donde se encontraba Olodumare.
Cuando todo estuvo hecho, Olodumare dejó de soplar, y los Orishas empezaron a salir de la ceiba para ver el mundo y los cielos, disfrutando de la esencia que Olodumare había dejado en ellos.
En el mundo no había más vida que la de los árboles, los ríos y los Orishas, ni un animal, ni un insecto, ni una flor. Nada y todo, y así fue pasando el tiempo.
Olodumare en esencia
Fue la Orisha Oshun quien pensó que al mundo le hacían falta cosas, que era hermoso, pero demasiado simple, y así empezó a inventar seres y cosas que le iban saliendo de la mente unas y otras, por eso es la señora de las aguas de los ríos, porque del agua de los ríos se puede sacar muchas cosas, y en ella pueden vivir muchos seres.
Olodumare vio todo desde los cielos, y dijo que estaba bien, que era bello lo que había hecho Oshun, y que ahora los Orishas tendrían lugar para ser y estar, y se alejó a soplar otros mundos.
“No interferiré en este mundo, hijos míos”, les dijo a los Orishas desde el cielo, “marcad vosotros los caminos y los senderos, mi esencia queda vuestros pensamientos para que puedan saber de mí.”
Es por eso que no podemos conocer a Olodumare ni adorarle ni pedirle, son los Orishas quienes pueden llegar a él y llevarles sus ruegos y nuestros ruegos, lo demás queda sellado en el misterio hasta que se concluya el camino de los Orishas y el nuestro, y volvamos a la esencia de Olodumare.
Segunda pataki de Olodumare
Olodumare es el ser supremo de absolutamente todo.
Olodumare es el señor de todo lo existente.
Olodumare es el señor del ayer, del ahora y del mañana.
Olodumare creó todo lo que existió, lo que existe y lo que existirá.
Olodumare es el señor de lo oculto y de nuestro destino.
Olodumare no conoce ni escucha al hombre.
Olofin es su esencia en Orisha que se ocupa del palacio y escucha los secretos de la humanidad.
Olorun es su esencia Orisha que se encarga de los asuntos abiertos de la humanidad.
Olodumare los escucha, pero no interviene, simplemente los escucha, y de ellos, de los Orisha, depende el ser escuchados para que actúen en su nombre.
Olodumare no tiene figura.
Olodumare