Блейк Пирс

Si Ella Se Ocultara


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primero por la edad. Mercy tiene quince y este chico tiene casi dieciocho. Pero está también su reputación. Abandonó la secundaria, anda con gente poco recomendable.

      —¿Sabes si la relación fue sexual? —preguntó Kate.

      —Ella nunca me dijo. Pero creo que eso pudo haber sido porque siempre que bromeaba con ella al respecto, se quedaba callada.

      —Anne —dijo el Sr. Pettus—, ¿por qué no le dijiste a la policía?

      —Porque no quería que la gente pensara mal de Mercy. Ella es… ella es mi mejor amiga. Ella es gentil y amable… este tipo es basura. No comprendo por qué le gusta.

      —¿Cuál es su nombre? —preguntó Kate.

      —Jeremy Branch.

      —Dices que dejó la escuela. ¿Sabes en qué trabaja?

      —En nada no creo. Trabaja con árboles aquí y allá, cortando ramas y ayudando a los madereros. Pero de acuerdo a Mercy, simplemente se sienta junto a la casa de su hermano mayor y bebe la mayor parte del día. Y no estoy segura, pero creo que vende drogas.

      Kate casi lo sentía por Anne. Las miradas en los rostros de sus padres dejaban en claro que tendrían una seria conversación con ella, una vez que Kate y DeMarco se marcharan. Sabiendo esto, Kate caminó hacia Anne y tomó asiento en el mismo lugar que el padre había ocupado solo un minuto antes.

      —Sé que fue duro para ti —dijo Kate—. Pero hiciste lo correcto. Nos has dado una pista y ahora quizás lleguemos al fondo de todo. Gracias, Anne.

      Dicho eso, hizo una inclinación de cabeza a los padres de Anne y salió. En el camino hacia el auto, DeMarco sacó su teléfono. —¿Sabes dónde está Deerfield? —preguntó.

      —Como a veinte minutos, internándose en los bosques —dijo Kate—. Si pensabas que Deton era pequeño, no has visto nada.

      —Llamaré al Sheriff Barnes y veré si puede conseguir la dirección.

      Estaba haciendo exactamente eso al tiempo que se subían al auto. Kate se sintió de repente llena de energía. Tenían una pista, el apoyo de la policía local, y casi todo un día por delante. Al arrancar, no pudo dejar de sentirse esperanzada.

      CAPÍTULO CUATRO

      Aunque DeMarco había recibido una dirección muy precisa de parte de Barnes, Kate no pudo evitar preguntarse si Barnes no se había equivocado, o si algo se habia se había quedado sin ser transmitido en la comunicación. Vio la dirección cinco minutos después de pasar por los límites del pueblo de Deerfield, pintada de mala manera con letras negras en el costado de un sucio buzón. Pero, como casi todo lo demás en Deerfield, Virginia, más allá del buzón todo era bosque y campo abierto.

      Como a medio metro del buzón, vio el trazado de lo que presumió era una vía de acceso. La maleza había crecido a lo largo del costado, ocultando la mayor parte de la entrada. Ingresó a la vía y se encontró con que era un estrecho camino de tierra que conducía a un espacio abierto, más ancho, varios metros más adelante. Supuso que lo que estaba mirando era un gran patio al frente que no había visto una cortadora de césped en mucho tiempo. Había tres autos, dos de los cuáles lucían como chatarra, estacionados en el patio. Se hallaban colocados a lo largo de una franja de tierra que venía siendo el final de la vía de acceso.

      A unos metros de los autos, no muy lejos de los árboles que pertenecían al bosque que se extendía más allá, había un enorme tráiler. Era del tipo que estaba decorado como una casa en su parte externa y, que de haber estado bien cuidado se vería como un lugar más bien bonito. Pero el porche principal se veía ligeramente inclinado, y uno de los soportes se había caído por completo. Faltaba también el canalón en uno de los lados de la casa y, por supuesto, estaba el patio lleno de maleza.

      Kate y DeMarco aparcaron junto a la chatarra y lentamente se aproximaron a la casa. El césped, que mayormente era maleza, llegaba hasta las rodillas de Kate.

      —Me siento como en un safari —dijo DeMarco—. ¿Tienes un machete?

      Kate rió suavemente, con los ojos puestos en la puerta principal. Entre los.estereotipos y la información de Anne Pettus sentía que sabía lo que encontrarían adentro: Jeremy Branch y su hermano mayor, sentados sin hacer nada. El lugar olería a tierra, basura, y puede que incluso a marihuana. Habría botellas de cerveza regadas por entre los muebles baratos, que estarían apuntando a un relativamente bonito aparato de televisión. Ella había visto este decorado en incontables ocasiones, cuando se trataba de jóvenes vividores pertenecientes a las zonas rurales.

      Avanzaron hasta el porche y Kate tocó la puerta. Podía oír el murmullo de la música que provenía de adentro, algo metálico pero con un volumen bajo. Escuchó también los pesados pasos aproximándose a la puerta. Al abrirse unos segundos después, fue saludada por un hombre de aspecto juvenil que tenía puesta una camiseta sin mangas y un short kaki. Una barba incipiente sombreaba su rostro. Todo su brazo izquierdo estaba tatuado y ambas orejas estaban horadadas.

      En principio sonrió al ver a las dos mujeres en su porche, pero luego pareció comprender lo que eran en realidad. No eran solo dos mujeres, eran dos mujeres vestidas de manera profesional con una mirada seria en sus caras.

      —¿Quiénes son ustedes? —preguntó.

      DeMarco mostró su placa, dando un paso hacia la puerta. —Agentes DeMarco y Wise —dijo—. Esperábamos poder hablar con Jeremy Branch.

      El joven pareció sinceramente confundido y algo temeroso. Se apartó un poco de la puerta, mirando a una y otra con cautela. —Ese... Bueno, ese soy yo. Pero, ¿para qué me necesitan?

      —Suponemos que ya ha escuchado las noticias acerca de una chica de Deton —dijo Kate—. Una chica de nombre Mercy Fuller.

      La mirada en su rostro le dijo a Kate todo lo que necesitaba saber. Sin decir palabra, Jeremy no hizo sino confirmar que conocía a Mercy. Asintió y luego miró hacia el interior del tráiler, quizás buscando la ayuda de su hermano mayor.

      —¿Puede confirmarme eso? —preguntó Kate.

      —Sí, lo escuché. Ella desapareció. Sus padres fueron asesinados, ¿correcto?

      —Correcto. Sr. Branch, ¿podemos por favor entrar y hablar un momento?

      —Bueno, esta no es mi casa. Pertenece a mi hermano. Y no sé si él...

      —No sé si sabe cómo funciona esto —dijo Kate—. Nos gustaría pasar y charlar. Lo podemos hacer aquí o, basándonos en lo que hemos oído de usted, podemos hacerlo en la estación de policía de Deton. Usted decide.

      —Oh —dijo. El muchacho se vio absolutamente arrinconado, como un animal que frente a la amenaza busca una salida—. Bueno, entonces, supongo que puedo...

      Entonces se interrumpió tirándoles la puerta en sus caras. Luego del tremendo golpe de esta acción inesperada, Kate pudo escuchar rápidas pisadas en la casa.

      —Está huyendo —dijo Kate.

      Pero antes de que pudiera abrir la puerta de nuevo, DeMarco ya estaba saltando del porche para dirigirse a la parte trasera del tráiler. Kate sacó su arma, empujó la puerta para abrirla, y pasó adentro.

      Escuchó otras pisadas en el interior del tráiler, más allá, y luego el sonido de otra puerta abriéndose. Una puerta trasera, pensó Kate. Esperemos que DeMarco lo detenga.

      Kate corrió por la casa, encontrando que sus presunciones eran correctas. Había un tenue aroma a hierba, mezclado con el olor de la cerveza derramada. Después de pasar corriendo por la cocina, entró a un pasillo que conducía a dos dormitorios. Allí, al final del corredor, una puerta trasera estaba todavía girando sobre sus goznes luego que alguien acabara de salir corriendo por ella. Ella aceleró hacia la puerta y la abrió del todo, lista para atacar de ser necesario. Pero ella había visto el miedo en los ojos de Jeremy. Él no iba a atacar en