ante la moral tradicional o histórica-culturalmente transmitida estaría, a su vez, enlazada con el modelo de agente moral que puede extraerse de su discurso. Como se verá, es plausible decir que se trata de un individuo que aparece in abstracto, concebido sin lazos con otros agentes y sin contexto histórico. De él solo sabemos que tiene preferencias y que es racional cuando trata de satisfacerlas, esto es, que elige buscando maximizar su utilidad personal (p. 9). Lo interesante es que, de este agente, el autor destacará un rasgo que a los ojos de alguien ajeno a su discurso creo que puede aparecer, por lo menos en principio, como problemático, sobre todo si se busca fundamentar la moral: el agente modélico de Gauthier es un sujeto que no está interesado en los demás. Mejor aún, los agentes racionales que, según él, se deciden a cooperar entre sí, esto es, que optan por restringir su conducta maximizadora y cumplir con los requerimientos de la moral, lo hacen, afirma nuestro autor, por mero autointerés, no porque estén preocupados por sus congéneres. Son, pues, seres mutuamente “no concernidos” (unconcerned) (p. 17), característica fundamental que obedece a la inspiración básicamente hobbesiana que el filósofo canadiense reconoce repetidamente en su texto, si bien, como veremos, en algunos pasajes intentará tomar distancia frente al autor del Leviatán.
En Gauthier, la reedición de la idea del contrato social se realiza, entonces, en clave hobbesiana y en ello creo que encaja, así mismo, otra de sus definiciones: la de “persona”. Como enseguida puede apreciarse, dicha definición no resulta fácilmente compatible con la conocida noción rawlsiana de “persona”, entendida como un ser “racional y razonable”.11 En consonancia con su herencia hobbesiana, la “persona” de Gauthier es un agente racional, i. e., autointeresado, que arribará al terreno moral “secundariamente” y solo en razón de sus intereses, los cuales son previos al encuentro del agente con otros individuos y, por ende, también son previos al surgimiento de la moral. “A person is conceived as an independent centre of activity, endeavouring to direct his capacities and resources to the fulfilment of his interests. He considers what he can do, but initially draws no distinction between what he may and may not do. How then does he come to acknowledge the distinction? How does a person come to recognize a moral dimension to choice if morality is not initially present?” (p. 9).
En este punto creo que el lector podría preguntarse: ¿cómo es que un maximizador autointeresado y no concernido por otros agentes, un individuo que parte de aquello que nuestro autor supone es el terreno no moral o premoral de sus intereses, puede luego arribar al ámbito moral y hacerlo, paradójicamente, en razón de dichos intereses? La respuesta de Gauthier es que puede mostrarse, y él va a intentar hacerlo, que en ello no hay paradoja alguna, puesto que los principios morales se siguen luego de que se establecen los principios de elección racional. De manera que sin asumir ningún compromiso moral previo, sin que se haya partido de algún presupuesto moral, se llega de modo necesario, según el autor, al compromiso con la moral, y ello por razones de utilidad. Dejo de lado, repito, la objeción que podría planteársele a Gauthier, en el sentido de que un compromiso con la imparcialidad (que, como vimos, es la condición con la cual, según él, deben cumplir los principios de elección racional en contextos de racionalidad estratégica) pueda ser visto como algo distinto a un compromiso moral; o que la imparcialidad no sea, de suyo, un valor moral. Para nuestro autor, claramente este no es el caso, pues, según él, los principios morales surgen, en su modelo contractual, de un acuerdo que se suscribe entre agentes maximizadores; acuerdo que tiene lugar en un contexto previo a la moral misma. De manera que, guiados por una lógica estratégica, los agentes se comprometen a cumplir con las restricciones morales, esto es, llegan a la moral por razones no morales. “[…] [Morality] emerges quite simple from the application of the maximizing conception of rationality to certain structures of interaction. Agreed mutual constraints are the rational response to these structures. Reason overrides the presumption against morality” (p. 9).
De acuerdo con Gauthier, esta situación, tal y como es presentada en algunos de los clásicos del contractualismo, concretamente en Hobbes, va a ganar estabilidad, ya que en ella los agentes son descritos como dispuestos a seguir cooperando luego de que han suscrito el pacto social, dado que se enfrentan al poder del soberano, que es la instancia que fuerza a no traicionar dicho pacto.12 Sin embargo, nuestro autor se separa aquí de Hobbes y dice que mostrará las razones que tienen los agentes para seguir cooperando en ausencia de un soberano, razones que se anclan en la necesidad que los individuos tienen de participar, sin sufrir daños, en una estructura de interacción cuyo modelo no es el Estado de Hobbes, sino el mercado. Como se irá viendo en lo que sigue de estos tres capítulos iniciales, esta tesis de la imbricación entre moral y mercado será fundamental en el relato de Gauthier, si bien la insistencia en ella creo que le acarrea muchos problemas a la plausibilidad de su propuesta. El autor busca demostrar que si la moral se hace innecesaria en un mercado perfectamente competitivo (en un mercado ideal), por el contrario, en aquellas sociedades con mercados reales, en las cuales estos pueden presentar fallos,13 se hacen indispensables las restricciones morales, y es por esto que los agentes se comprometen a seguir tales restricciones, no porque se vean sometidos a la coerción ejercida por un soberano. Así, según Gauthier, mercado y moralidad se implican mutuamente al instaurar estructuras de cooperación en las que se armonizan, sin necesidad de coerción, los diversos intereses individuales. “Market and morals shares the non-coercive reconciliation of individual interest with mutual benefice” (p. 14).
Por lo anterior, la moral se hace necesaria al permitir que el mercado opere como si se tratase de un mercado ideal o perfectamente competitivo, reemplazando de este modo a la “mano invisible” de Adam Smith, al proveer una armonía artificial entre los intereses de los distintos individuos: cada uno buscando su propio beneficio aportaría, sin buscarlo, al beneficio de todos.14 O mejor, el aporte que se hace al beneficio de otros se hace sin coerción, voluntariamente, como una forma de apostar por el beneficio propio. Frente a Hobbes, Gauthier cree que su esquema cuenta, entonces, con la ventaja de la no coerción, que será indispensable para ganar la aceptación voluntaria, no coaccionada de los agentes y, por esta vía, garantizar la estabilidad y la legitimidad del sistema. Así mismo, y como contrapunto al relato de Smith, a Gauthier le interesa resaltar que, puesto que los agentes para los que él está haciendo su propuesta no participan en un mercado ideal, la búsqueda que cada uno de ellos hace de su propio beneficio necesitará de una serie de restricciones —que serían innecesarias en un mercado sin fallos— a fin de que a nadie se le impongan costes forzosos, y que dichas restricciones beneficien a todos. Por ello, se hace indispensable alcanzar un acuerdo racional que cuente con la aquiescencia de todos y en virtud del cual cada uno se comprometa a cooperar. Este acuerdo se dará solo si cada agente calcula que de dicho pacto podrá obtener para sí mismo el máximo beneficio posible que sea compatible con el máximo beneficio que logran los demás, aportando, a cambio, el mínimo posible de sacrificio. En otros términos, el acuerdo deberá cumplir con el principio básico racional del minimax (en contraste con el maximin de Rawls).15 El reto que Gauthier ve ante sí es mostrar las razones para seguir cumpliendo con el acuerdo luego de que este ha sido suscrito. Para ello propone que se distinga entre dos tipos de agente maximizador: aquel a quien el autor define como un maximizador “restringido” o “constreñido”, y al que me referiré como MR; y otro tipo de maximizador al que Gauthier considera un maximizador “irrestricto”, al que llamaré MI.
1.1.3. El problema de la motivación moral del maximizador constreñido
El MR es el sujeto dispuesto a cooperar con otros y, por lo tanto, a sacrificar parte de sus beneficios posibles en aras de garantizar una estructura de cooperación menos riesgosa que, finalmente, también le rendirá sus beneficios. En contraste con esta forma de agencia, está la del MI: el individuo no cooperador que no está dispuesto a hacer este tipo de concesiones y de allí que, según Gauthier, tampoco podrá acceder a los beneficios que arroje la cooperación. “We distinguish the person who is disposed straightforwardly to maximize her satisfaction, or fulfil her interest, in the particular