Fabián Ludueña Romandini

Summa Cosmologiae - Breve tratado (político) de inmortalidad


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originarias pero, mientras se asienta sobre la arbitrariedad regional de las lenguas históricas, se desborda en una para-ontología cosmológica anudándose y, en el mismo gesto, fundiéndose con la physis.

      2.4.Con un vocabulario clásico, podría afirmarse que la physis y el nómos, lejos de constituirse como antitéticos, no son sino modalidades de un mismo vacío: la disyunción en el Ser. El triunfo de la physis restringida al final de la metafísica es el signo histórico del fin de Homo y del ascenso de los Póstumos.

      2.5.El Lógos es una de las vías regias de acceso a lo Invisible que sella cualquier pseudo escisión entre physis y nómos que responda a la historia de la metafísica como forclusión progresiva de lo inmaterial.

      2.6.Sólo una cosmología que haga de la Inmortalidad el centro de su especulación puede mostrar la polaridad physis – nómos como las modalidades de manifestación de la disyunción del Ser donde ni fusión ni separación son viables para ambos términos sino únicamente convergencia temporal de agregados múltiples en la intersección subjetiva hecha posible por el principium individuationis.

puntos

      3.1.Por espectros, deben entenderse no sólo los muertos que anulan la finitud en un Nachleben definible post-metafísicamente como objetidad acosante, sino también los seres que la ontología clásica designaba como dioses o seres mitológicos. También son espectrales, en esa perspectiva, los entes de pensamiento. En suma, la espectralidad, en un sentido más amplio, pertenece al conjunto de lo Invisible (tò aóraton).

      3.2.Ningún espectro puede reclamar para sí el principio de identidad y, al contrario, más allá de la finitud, se desintegra el principium individuationis.

      3.3.La tanatocomunicación no es sino una disciplina equívoca puesto que, en el sentido habitual, resulta imposible. Los espectros no poseen una lengua propia, humana o inhumana. Los problemas de la hermenéutica que se derivan de la meditación sobre la inexistente lengua de los muertos son, únicamente, aspectos de la novela familiar de los vivientes.

      3.4.Como la huella de la presencia espectral en los vivientes se manifiesta por medio de la acosidad, la psyché da cuenta de ella como enunciabilidad pura. Sólo porque un contenido ha sido ya enunciado en una psyché es que se crea su enunciación. La puesta en lenguaje constituye ya la elaboración subjetiva de una externalidad que se hace presente como acoso del Lógos.

      3.5.No hay ningún espacio propio de la espectralidad: el inframundo o las dimensiones celestiales no son más que metáforas, ciertamente tan válidas como los nombres de los dioses, y no designan ninguna realidad objetiva en términos de la geo-metafísica clásica. Al contrario, son funciones que delinean una atopicidad allende el Ser y dan cuenta de su disyunción primordial.

      3.6.La disyuntología se aplica a desarrollar el vocabulario propio de la para-metafísica para adentrarse en los senderos de lo Invisible.

      3.7.La espectrología supone una política y una ética de los vivientes en su comercio con el mundo invisible, pero en ningún caso puede inferirse una politicidad de la espectralidad pura, pues donde reina soberano el espectro no hay Historia ni Tiempo ni Ser.

      3.8.La política y la ética, por tanto, se producen únicamente en la intersección entre lo viviente y lo Invisible. Su contacto crea la necesidad de la comunidad de los espectros sin condicionar a priori los modos de su configuración. La Historia de Homo ha sido, también, la historia política de sus relaciones con los espectros.

      3.9.Si se ha alcanzado un final de la metafísica como fin de la Historia de Homo y el comienzo de la Era de los Póstumos, esto se debe a que estos últimos han pretendido forcluir a los espectros y anular el tiempo de la cosmopolítica.

      3.10.La desteocratización es conditio sine qua non de cualquier reflexión filosófica sobre la espectrología como región ultra-ontológica de la para-metafísica.

puntos

      4.1.Negamos, respecto de nuestro mundo ontológico, el predicado de existencia para el alma en cuanto sustancia inmaterial autónoma que pueda disociarse, ya sea a priori o a posteriori, de la facticidad corporal. Complementariamente, no es el alma tampoco uno de los modos de una sustancia inmanente y pan­psíquica.

      4.2.No tienen lugar, entonces, hipótesis acerca de la inmortalitate animorum sobre la base de una sustancia inmaterial de rasgo unitario.

      4.3.Sobre esta base, el pansiquismo de una conciencia individual, enraizada en el continuo que persiste, post-mortem, en una esfera abarcativa del ser postulado como intrínsecamente incognoscible aunque fenoménicamente externo a Homo, resulta inaceptable pues reduce el problema de la inmortalidad a una sinonimia entre conciencia y supervivencia (fomentando, una vez más y como aditamento, la limitante de lo incognoscible).

      4.4.La identificación de la inmortalidad con la supervivencia de la conciencia es rechazada por la disyuntología, pues esta no hace del problema un asunto de psicología trascendental o empírico-radical sino de cosmología donde la conciencia es sólo un epifenómeno dentro de un sistema maximalista que afecta la comprensión de lo real en su conjunto.

      4.5.El espectro no existe en tanto sustancia inmaterial sino como insistencia acosante. Sus propiedades, por tanto, escapan de las descripciones de la metafísica clásica.

      4.6.La post-metafísica es la ciencia por excelencia que puede abordar el problema que la tradición colocó bajo la rúbrica de inmortalidad. Se establece, entonces, la implicación de desafiar la finitud en su secreta solidaridad con la deconstrucción pues no se trata de mostrar, a contrapelo de la tradición, que la muerte hace posible la vida (Derrida, 2019) sino, al contrario, que ambas nociones alcanzan su propio sinsentido una vez confrontadas con la cosmología.

      4.7.La pysché presenta, no obstante, un carácter de excedencia en relación a cualquier determinación finita de los cuerpos. Su reino no es, siquiera, lo infinito continuo (aun si lo engloba) y su modo de existencia no es unitario. La biografía es una ilusión de la temporalidad de la memoria y un reflejo del ego. La grafía de la vida no se deja atrapar ni siquiera por la letra pero se desliza siempre en la opacidad del trazo.

      4.8.La hipótesis de la inmortalidad sólo puede defenderse como un corolario de la tesis, formalmente filosófica y no dependiente de la ciencia cuántica, de la pluralidad de los mundos posibles. Esto conlleva admitir que los diversos mundos posibles no necesariamente se rigen por las mismas leyes epistémicas de nuestro mundo. Por ende, los únicos postulados comunes en el infinito son los que hacen posible la pluralidad de los mundos posibles en la disyunción en el Ser.

      4.9.La trans-mundaneidad es el fundamento que permite el acceso a la región de lo Invisible (tò aóraton). Lo Invisible es el poliedro de fuerzas exo-endógenas que dan consistencia al ego en la acosidad.

      4.10.La muerte puede definirse como la disolución del ego o la dispersión, en un mundo posible determinado, del principio de individuación.

      4.11.Los fragmentos, las imágenes, los ecos de una vida en un mundo posible pueden volver a converger en una integral de individuación diferenciada traspasándose en otro. Ciertamente, la configuración “antropomorfa” no goza de ningún privilegio. En otros mundos posibles, esta puede tener lugar como resultar completamente desconocida en beneficio de otras formas de individuación.

      4.12.Nuestra propia ilusión de existencia originaria (nacimiento) en este mundo no es más que una subrepción del ego que no deja verse como estructura predeterminada por otros mundos posibles y principios de individuación que lo anteceden formalmente.

      4.13.Del mismo modo, la existencia póstuma es imposible a título individual pero necesaria dentro del marco de la teoría de la pluralidad de los mundos donde el ego no es sino el conjunto vacío que se forma –como singularidad– debido al efecto de trans-mundaneidad que la pysche hace suyo dada su constitución disyunta. Aun así, las formas de la pysché-corporalidad tampoco deben revestir caracteres similares al nuestro en infinitos mundos posibles. Otros cuerpos, una forma