almacenamiento de energía en el CES, ya que un músculo contraído activamente resiste el estiramiento con gran fuerza, en especial si el estiramiento se realiza de forma súbita. Esta fuerza resistida, realizada en las extremidades del músculo, y no la longitud del músculo contraído, es la responsable del almacenamiento de energía elástica en el CES.
Además, se ha demostrado que la tensión mecánica impuesta al estirar un músculo contraído es menor en un músculo con preponderancia de fibras ST (de contracción lenta), mientras que la energía elástica almacenada es mayor en las fibras FT (de contracción rápida) (Komi, 1984). El mismo estudio sugiere también que la elasticidad del CES en un músculo lento es mayor que en un músculo rápido. Estas diferencias son debidas en gran parte a que la concentración de colágeno es mayor en el músculo lento en relación al músculo rápido (Kovanen et al., 1984). Estos resultados concuerdan con los análisis básicos de movimientos lentos y rápidos. La elevada rigidez y poca tensión de un músculo lento es claramente más apropiada para la función muscular que realiza un continuo apoyo de la postura. Por el contrario, los bajos niveles de rigidez, mayor complicidad y menor elasticidad de un músculo rápido que realizan una gran contracción se adaptan completamente a mejorar la velocidad y la eficacia del movimiento. Recientes investigaciones indican que las diferencias en las propiedades mecánicas entre músculos rápidos y lentos en respuesta a un estiramiento pasivo se deben, en gran parte a sus respectivos contenidos de colágeno.
Junto con las diferencias que hacen referencia al componente de colágeno del músculo, existen también diferencias en términos de fibras musculares. Aparentemente, las fibras ST son capaces de mantener las uniones de los puentes cruzados durante periodos de mayor duración que las fibras FT. Por tanto, una contracción muscular prolongada tendería a ser mantenida más fácilmente en músculos posturales lentos (tónicos) que en músculos rápidos (fásicos). En consecuencia, los procedimientos de estiramiento deberían aplicarse durante períodos más largos en músculos lentos para mejorar sensiblemente su flexibilidad.
Las fibras musculares también se pueden estirar pasivamente y almacenar energía elástica, como los tendones. En este contexto, los puentes cruzados de miosina, que se considera que tiran de los filamentos de actina entre los filamentos de miosina durante la contracción muscular, son estructuras dependientes que pueden llegar a estirarse considerablemente antes de separarse de los lugares activados en los filamentos de actina. Se cree que esta dependencia puede ser provocada por la rotación de las cabezas de meromiosina de los puentes cruzados y por la elongación de su cola, que goza de una estructura en forma de hélice que facilitaría la extensibilidad (Huxley, 1974). En otras palabras, incluso un músculo contraído se puede estirar, no sólo debido a su componente de colágeno, sino también a su tejido contráctil.
Tal y como se ha afirmado anteriormente, si un músculo relajado se estira más allá de su longitud en reposo, es el CEP el más expuesto a la tensión resultante, mientras que en un músculo activo es el CES el sujeto a la mayor parte de la tensión. Ello implica que un estiramiento balístico y pasivo, estático y relajado tiene un mayor efecto en el CEP, y el estiramiento balístico tenso y activo afecta predominantemente al CES. Las variadas técnicas fisioterapéuticas de flexibilidad con la FNP (facilitación neuromuscular propioceptiva) parecen capaces de estirar y reforzar el CES y el PEC, así como los músculos asociados. Las rutinas de entrenamiento con pesas y otros métodos basados en los mismos principios de la FNP pueden conseguir unos resultados similares.
Información adicional sobre el tejido de colágeno
Los tejidos conectivos comprenden esencialmente tres tipos de fibra: colágeno, elastina y reticulina, constituyendo las dos primeras aproximadamente el 90% del total. Las fibras de colágeno (de las cuales existen al menos 10 tipos distintos) aportan fuerza y rigidez al tejido, la elastina proporciona adaptación o elongación bajo la influencia de una carga y la reticulina, volumen (Fung, 1981). Las fibras elásticas están presentes en pequeñas concentraciones en la matriz intercélular de los tendones y de la mayoría de los ligamentos, pero se desconoce su función. Se sugiere que pueden ser importantes en la recuperación de la configuración en espiral de la fibra de colágeno después de un estiramiento o de una contracción muscular (Minns et al., 1973).
El comportamiento de las fibras de colágeno en respuesta a una tensión mecánica depende de la orientación estructural de las fibras, de las propiedades de las fibras de colágeno y elastina, y de la cantidad proporcional de colágeno y elastina. La orientación estructural de las fibras difiere en los distintos tejidos de colágeno, adaptándose específicamente a las funciones de cada tejido.
En particular, las fibras del tendón permanecen empaquetadas muy cerca unas de las otras y casi en paralelo, debido a los ligeros movimientos ondulatorios en estado de relajación. Esta simple estructura resulta suficiente para el tendón, ya que éste normalmente tiene que transmitir fuerzas de forma lineal desde un punto hasta otro. La organización de las fibras en ligamentos y cápsulas articulares, aunque en general permanece en paralelo, es menos uniforme y normalmente oblicua o en espiral; su estructura exacta depende de la función del ligamento en particular. La mayoría de los ligamentos están constituidos puramente de colágeno, siendo las únicas fibras de elastina las que están asociadas con los vasos sanguíneos. En la práctica, los únicos ligamentos con mayoría de elastina son los ligamentos amarillos de la columna vertebral y el ligamento cervical en el cuello de los animales rumiantes, ambos compuestos de aproximadamente dos tercios de fibras de elastina, por lo que, muestran un comportamiento casi totalmente elástico (Nachem-son y Evans, 1968). La deformación permanente de estos ligamentos con maniobras de estiramiento tradicionales es, por tanto, poco probable. En general, la estructura del ligamento tiene que ser más compleja que la del tendón, ya que los ligamentos articulares tienen que controlar la fuerza durante un mayor número de grados de libertad articular. Así pues, el estiramiento de los ligamentos requiere una mayor variedad de técnicas.
FIGURA 1.15 La transición estructural de un tejido de colágeno típico al hueso.
La red de colágeno de la piel es una complicada estructura tridimensional que permite ser deformada considerablemente sin necesitar la elongación de las fibras individuales.
Estructura y función de los ligamentos y los tendones
La alteración gradual de las estructuras de los tendones y de los ligamentos a medida que se acercan a sus zonas de inserción en el hueso resulta similar. Por ejemplo, la transición del ligamento al hueso es gradual, con filas de fibrocitos en el ligamento transformándose en grupos de osteocitos, y luego dispersándose progresivamente en la matriz del hueso a través de una fase intermedia en la que las células se parecen a condrocitos (Fung, 1981). Algunas autoridades han dividido la región de inserción del ligamento en cuatro zonas: las fibras de colágeno al final del ligamento (zona 1) se entrelazan con fibrocartílago (zona 2) y se convierten progresivamente en fibrocartílago mineralizado (zona 3). En la última zona finalmente se une al hueso cortical (zona 4). De este modo, la concentración de tensión en la inserción del ligamento en la más rígida estructura ósea disminuye debido a la existencia de la transición de estos tres compuestos de materiales progresivamente más rígidos (fig. 1.15).
FIGURA 1.16 Respuesta de un típico tejido de colágeno a un exceso de carga, mostrando las cuatro regiones características observadas en la aplicación de una carga rápida en el ligamento cruzado anterior (Frankel y Nordin, 1980).
El tendón difiere del ligamento en el hecho de que sólo una terminación se inserta en el hueso, mientras que en la mayoría de los ligamentos ambas terminaciones se insertan en el hueso. La transición de tendón a hueso no está tan bien definida como en el ligamento, y, en breve, el tendón se inserta en la principal membrana fibrosa del periostio. Sin embargo, tal y como sucede en los ligamentos, se puede identificar el mismo tipo de transición gradual en cuatro zonas desde el colágeno hasta el hueso (fig. 1.15). Esta estructura minimiza los efectos negativos de un