del tejido conectivo, así como con un incremento del número de puentes cruzados, el potencial para el almacenamiento de energía elástica también aumenta, especialmente si el entrenamiento incluye una adecuada estimulación neuromuscular. Este hecho puede ser de gran importancia para mejorar el rendimiento en deportes de potencia acíclicos como la halterofilia y los saltos y lanzamientos en atletismo, así como en especialidades de resistencia cíclicas como las carreras de fondo y el ciclismo.
IMPLICACIONES DEL MODELO MUSCULAR PARA LA FLEXIBILIDAD
La movilidad y la estabilidad se fundamentan en gran parte en la flexibilidad y en la fuerza-flexibilidad, de forma que resulta importante comprender las implicaciones del modelo del complejo muscular integrado para acciones que involucran el estiramiento del tejido muscular del cuerpo. Este mode-lo revela que los distintos tipos de estiramiento tienen unos efectos específicos en los diferentes componentes del complejo muscular y que una completa preparación del deportista depende de la utilización de las diferentes clases de estiramientos durante los períodos adecuados. Este aspecto se analiza en detalle en el capítulo 3.
RELACIÓN ENTRE ESTABILIDAD Y MOVILIDAD
El principio fundamental del movimiento animal se basa en que toda actividad es el resultado de un equilibrio entre estabilidad y movilidad en el cuerpo. Todo deporte, y su entrenamiento, conllevan el aprendizaje y la perfección de procesos que facilitan la adecuada y efectiva interacción de los mecanismos estabilizadores y de aquellos que movilizan las articulaciones en cada instante durante una determinada actividad. Tal y como se argumenta en la siguiente sección, algunos músculos tienen una función fásica como movilizadores primarios o movilizadores asistentes, mientras que otros tienen una función tónica o postural como estabilizadores. En algunas ocasiones se intercambiarán las funciones de los músculos para determinadas actividades, conviertiéndose los estabilizadores en movilizadores y viceversa. El equilibrio entre estabilidad y movilidad depende de la integración neuromuscular de factores como la fuerza, la resistencia y la amplitud del movimiento, así como de las propiedades mecánicas de los tejidos involucrados (en particular, la rigidez mecánica y la ratio de frenado). Este proceso se resume gráficamente en la figura 1.19.
Los procesos neuromusculares, incluyendo los distintos reflejos del cuerpo, orquestan la interacción global entre estabilidad y movilidad para producir habilidad motriz. La amplitud del movimiento y la rigidez están íntimamente relacionados con la flexibilidad, donde la «rigidez» referida aquí es la rigidez mecánica de los tejidos que forman el complejo muscular (la constante de rigidez k en la ecuación de la Ley de Hooke relacionada con una fuerza F y una extensión x: F = k·x) y no la rigidez articular, que es un popular sinónimo de poca flexibilidad. La rigidez también determina la capacidad de los tejidos deformables para almacenar energía elástica (EE = fi k·x2). La eficacia del frenado, la capacidad de absorción y de disipar el choque o la vibración, desempeña un papel determinante en el almacenamiento y la utilización de energía elástica, así como en la prevención de lesiones en actividades que conllevan una rápida aceleración y deceleración. Aunque en la figura sólo se ilustra la fuerza, el término incluye todos los diferentes tipos de fuerza, mientras que la resistencia se refiere tanto a la resistencia muscular como a la cardiovascular, factores que se relacionan directamente con la aparición de la fatiga en la estabilización o la movilización.
La relación entre estabilidad y movilidad forma una parte esencial de la FNP (facilitación neuro-muscular propioceptiva) fisioterapéutica, cuyos medios y métodos de acondicionamiento físico pueden ser ampliados con vistas a proporcionar un completo sistema de entrenamiento de la fuerza (ver cap. 6).
CLASIFICACIÓN DE LAS ACCIONES MUSCULARES
Al realizar movimientos en varias direcciones, muchos músculos participan de forma simultánea en el control de la acción desde sus inicios hasta su final. La orquestación de los diversos músculos motiva que cada grupo muscular tenga una función específica que llevar a cabo. Una de las típicas clasificaciones reconoce las siguientes funciones tradicionales:
• Agonistas: Son músculos que actúan como movilizadores principales de la acción. Los movilizadores principales producen la contribución más significativa en el movimiento, mientras que los movilizadores asistentes desempeñan un papel más secundario en ayuda de esta acción principal. Algunos autores establecen la existencia de músculos de emergencia como un tipo especial de movilizadores asistentes que entran en actividad sólo cuando se debe generar una fuerza máxima en un determinado movimiento. En fisioterapia, el fenómeno de movilizadores asistentes reclutados por significativos aumentos de la carga se conoce como sobreactivación. El valor de un entrenamiento periódico con una carga máxima o cuasi-máxima resulta, pues, obvio.
• Antagonistas: Son músculos que actúan en oposición directa a los agonistas. Tal y como destaca Basmajian (1978), esta acción no acompaña necesariamente a cada contracción agonista, sino sólo bajo ciertas circunstancias. Los procesos del sistema nervioso central son suficientemente refinados como para controlar la actividad agonista sin depender de forma rutinaria de la oposición de los antagonistas. Al fin y al cabo, en ingeniería rara vez es necesario utilizar dos motores en oposición para realizar un control sofisticado de cualquier movimiento. Todo lo que se necesita es un único motor suficientemente potente con rápidos procesos de retroalimentación para asegurar precisión, control, fuerza adecuada y una velocidad apropiada a lo largo de todo el movimiento.
Por otra es, resulta importante destacar que la inhibición recíproca del antagonista se produce normalmente siempre que se activa fuertemente un agonista (ver cap. 3). En otras palabras, el antagonista siempre se relajará cuando el agonista se contraiga, excepto cuando la acción sea extremadamente rápida y algunos «antagonistas» entren en juego para evitar el daño articular debido a la gran cantidad de movimiento en el que incurre la extremidad. Sin embargo, una activación inadecuada de los «antagonistas» para oponerse a las importantes contracciones agonistas puede derivar en una lesión músculoesquelética. Por ejemplo, los isquiotibiales pueden romperse si se contraen para oponerse al cuádriceps en un esprint o en una patada. Investigadores rusos han demostrado que la inhibición antagonista se produce más fácilmente durante una actividad rítmica asociada al aprendizaje motor.
Los denominados «antagonistas» pueden actuar de forma continua o a través de esfuerzos periódicos durante todo el movimiento. Además, la presencia de actividad antagonista puede deberse al aprendizaje motor y no a reflejos inherentes. A veces, la existencia de cierta actividad antagonista es señal de movimientos poco habilidosos o de anormalidad nerviosa. Claramente, el etiquetar automáticamente acciones musculares específicas con el nombre de antagonistas requiere cierta precaución, a no ser que sea confirmado a través de una cuidadosa electromiografía (registrando los músculos a través de señales eléctricas).
• Estabilizadores: Son los músculos que estabilizan o soportan un segmento corporal de forma estática o dinámica mientras otros músculos llevan a cabo un movimiento que involucra a otras articulaciones. Durante la estabilización estática, los músculos se contraen isométricamente o cuasi-isométricamente (muy lentamente). Un ejemplo es la acción de los erectores de la columna durante el ejercicio de flexión de brazos. Mantienen una contracción isométrica para evitar que la columna se hiperextienda (se hunda) mientras los músculos pectorales y deltoides ascienden y descienden, en relación con el suelo, la parte superior del cuerpo. Durante la estabilización dinámica, los músculos están en continua contracción mientras se realiza simultáneamente la movilización. Por ejemplo, al correr o al caminar, el cuádriceps se contrae no sólo para extender la rodilla sino también para estabilizarla en la fase de contacto con el suelo en cada zancada. Los músculos estabilizadores a menudo aumentan la acción de los ligamentos, que son estabilizadores pasivos (a diferencia de los músculos que son estabilizadores activos).
De acuerdo con el concepto de músculos de emergencia descrito anteriormente, se puede también describir la existencia de estabilizadores asistentes o de emergencia que se activan para ayudar a los estabilizadores «principales» en un esfuerzo