monumentalizar el texto? Estas son las preguntas que al respecto formula John Scheid3. La discusión es larga y para nuestros efectos nos interesa destacar dos puntos: el texto latino encontrado en las provincias parece ser, efectivamente, una copia del original romano, tal como se indica de manera expresa al inicio de las copias provinciales, y no habría motivos para dudar sobre este punto4; el texto griego, en cambio, no sería una traducción literal del texto latino, sino una ‘paráfrasis muy cercana’ de la inscripción original5.
La inscripción que ha llegado hasta nosotros tiene la característica especial de haberlo hecho a través de las mencionadas copias y sus correspondientes traducciones. Esta situación ha determinado que una de las líneas de interpretación de RGDA. tenga en cuenta este hecho, y el análisis se haga prestando mucha atención a los términos con que se tradujeron ciertos conceptos a partir del original latino. En este mismo contexto, han sido estudiados con atención los emplazamientos de la inscripción en las distintas ciudades orientales. Podemos decir que esta línea privilegia una lectura de la inscripción en aquella dimensión imperial que terminó por adquirir a partir de terceros que incidieron en ella con posterioridad a su redacción. Como en el caso de la discusión sobre varios textos romanos, estaríamos aquí ante una situación de ‘otras voces’ que actuaron sobre el texto dándole su forma definitiva6. Nuestro trabajo e interpretación se basa en el original latino de la inscripción, el que fue pensado para ser instalado en un punto específico de la ciudad de Roma, esto es, tal como parece haberlo dispuesto su autor.
En efecto, cuando redactó estas memorias políticas el emperador Augusto no pensó en que fuesen enviadas a las provincias, no solicitó que fueran traducidas al griego, ni les dio un carácter de inscripción imperial, aunque el argumento que desarrolló fue el del Imperio. Él las escribió en latín y manifestó una voluntad específica sobre su lugar de exhibición en la ciudad capital del Imperio. En nuestra apreciación, estos últimos puntos no son accidentales, sino que dicen relación con el sentido último que el autor pensó para su obra. Destacar estos aspectos no implica subvalorar la importancia de las copias encontradas fuera de Roma. Pero entre ambas posibilidades de lectura hay diferencias que llevan a poner los énfasis en aspectos diversos. Una muestra que ilustra la situación que estamos explicando se encuentra en el contexto urbano romano en que se encontraba el Mausoleo de Augusto que contenía Res Gestae.
Un punto necesario a tener en cuenta es el que se refiere a las dimensiones del mausoleo y a su ubicación en un barrio muy importante de la ciudad de Roma. En efecto, a la importancia tradicional del Campo de Marte corresponde agregar que esta fue una zona enriquecida y transformada de manera profunda durante el gobierno del primer emperador romano. Así, su mausoleo, el más grande construido en la ciudad de Roma antigua, debe insertarse en un contexto de construcciones nuevas y de restauraciones de edificios ya existentes, especialmente, entre las nuevas se realizaron las del Ara Pacis o Altar de la Paz (13 al 9 a. C.) y la del gran reloj solar, el más grande del mundo antiguo llamado Horologium (10 a. C.). A los ya señalados se deben agregar el Pórtico de Octavia, iniciado el año 33 y terminado probablemente el año 23 a. C. (entre otros, este pórtico tiene un contenido político, ya que esta hermana de Augusto había estado casada con Marco Antonio. La probable fecha de inicio muestra esta obra como una de las acciones realizadas por el futuro emperador para estrechar lazos con la ciudad de Roma y marcar su distanciamiento de Antonio); el Panteón entre los años 27 al 25 a. C. (se puede visitar en la actualidad pero con múltiples transformaciones); las Termas Públicas de Agripa (25 al 19 a. C); el Teatro de Marcelo, iniciado por César y terminado bajo Augusto el 17 a. C. y dedicado a su sobrino probablemente el 11 a. C. (visible hoy con todos los cambios que ha experimentado a través de la historia). Lo señalado aquí tiene la intención de resaltar la importancia del ambiente en que se ubicó el mausoleo que contenía la inscripción.
No resulta fácil precisar el impacto público de la inscripción una vez instalada en la entrada del Mausoleo de Augusto, construcción que Estrabón describió como “un gran túmulo que se eleva, a la orilla del río, sobre un zócalo de mármol blanco, enteramente cubierto hasta su cima por árboles de hoja perenne. Del mismo modo, en lo alto, hay una estatua de bronce de César Augusto, al pie del túmulo están depositados sus restos y los de sus parientes y amigos más íntimos, y, detrás, un gran recinto sagrado que contiene admirables paseos. En medio de la llanura, está el recinto de su pira funeraria, también con muros de mármol blanco, rodeado por una balaustrada circular de hierro, y, en su interior, una plantación de álamos negros” (Estrabón, Geografía V,3,8). Los cálculos modernos indican que la construcción habría alcanzado unos 87 metros de ancho por unos 40 de altura (Zanker, p. 99).
Retomando el punto central, destacamos que RGDA. se ubicaba al ingreso de una construcción de gran presencia y significado en la ciudad de Roma y que, en su tiempo, se relacionaba de manera estrecha con las otras construcciones mencionadas, formando un conjunto que expresaba el poder de la ciudad y de la manifestación del régimen que ahora la gobernaba. Las copias encontradas en las provincias, por su parte, fueron instaladas en otro tipo de edificios y quedaban fuera de un contexto arquitectónico como el original romano.
Volviendo a la inscripción, sabemos que se hicieron copias escritas a las que tuvieron acceso los escritores e historiadores que se ocuparon de la vida y gobierno del emperador en esa época y en las siguientes, tal como parecen ser los casos de Veleyo Patérculo, Suetonio, Tácito y Dion Casio. La lectura directa por parte del público en la tumba debe haber sido bastante difícil por la altura de las columnas, así como también por las múltiples abreviaturas usadas en la redacción. Podemos imaginar que muchos de los que se acercaban al mausoleo recibían una explicación verbal de su contenido; explicación que contendría un resumen de los aspectos considerados centrales.
El público destinatario, esto es, aquel que el emperador tuviese en mente al momento de escribir se ha prestado para muchas interpretaciones diversas y no resulta posible dar una respuesta categórica sobre el punto. Las últimas opiniones al respecto mantienen la divergencia. Yavetz (1984, p. 12) postuló que el destinatario era aquel compuesto por “los ciudadanos más educados, y fue a ellos a quienes les dijo cómo quería ser recordado”, especialmente los jóvenes hijos de senadores y los integrantes del Orden Ecuestre. Levick (2010 pp. 222-224), en cambio, volvió a insistir que había sido dirigido a todos los habitantes del imperio, independiente de cuál fuera el espacio que ocupaban dentro de la sociedad romana, así como para todos los italianos que estuviesen en Roma o la visitasen7.
En nuestra opinión RGDA. debe haber estado ahí para que la conocieran todos los que transitaban por el importante barrio de Roma donde se encontraba instalada, permitiendo que cada uno hiciera la lectura que estimase conveniente, ya fuese a través de una dificultosa observación pausada, por medio de la explicación de un tercero –una suerte de guía– que ilustrara sobre los contenidos a un determinado auditorio, o como ha señalado Paul Veyne (2009), a través de la mirada fugaz de un paseante que se forma una impresión general a través de los sentidos al observar una obra de esas dimensiones8. Cada uno entendía, a su manera y posibilidades, que la inscripción contenía las importantes obras realizadas por el Emperador Augusto, quien había encabezado unos tiempos felices en que Roma recuperó su paz y acrecentó su poderío en todos los planos. Conviene tener siempre en cuenta que la inscripción fue hecha para durar en el tiempo y, por tanto, una parte de sus probables lectores, en la idea de Augusto, fuesen también los romanos de los tiempos por venir.
La situación recién descrita ha generado distintos equívocos. Uno primero ha consistido en que su condición de fuente informativa para la comprensión de la historia del período se vio acrecentada por la pérdida de la mayor parte de las historias escritas de forma contemporánea sobre Augusto y su gobierno. Sabemos que estas fueron varias y con diversas orientaciones.