Nicolás Cruz

Res Gestae Divi Augusti


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mitad del siglo I y primeras décadas del siglo II d. C.; mientras que la narración más completa y documentada corresponda al historiador Dion Casio, quien vivó entre la segunda mitad del siglo II y las tres primeras décadas del siglo III d. C. Este último tuvo acceso a una buena parte de las historias que nosotros hemos perdido y realizó, no obstante la distancia cronológica con el objeto de su estudio y los cambios culturales y políticos que habían tenido lugar en la sociedad imperial romana, un trabajo muy bien documentado y riguroso. Su Historia Romana es considerada la fuente más importante para el conocimiento del estado de las cosas unos doscientos años antes9. En este contexto de pérdidas, la inscripción ha visto acrecentada su importancia, aun cuando no se encuentre en ella una historia del período propiamente tal.

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      El Mausoleo de Augusto según el diseño reconstructivo de 1912 y que forma parte de la Colección Giuseppe Gatteschi (1) y el estado actual de la construcción (2 y 3).

      En esta construcción fueron sepultados varios miembros de la familia Julio Claudia. Es probable que el último emperador sepultado en este mausoleo fuese Nerva en el año 98. En tiempos posteriores fue utilizado con otros fines y luego abandonado. Su restauración sigue siendo una tarea pendiente para los encargados de los bienes arqueológicos de la ciudad de Roma.

      Junto a lo anterior se ha dado un segundo equívoco relacionado con las características de la información que contiene. Durante mucho tiempo, aunque de manera especial durante la segunda mitad del siglo XX, fue interrogada desde la perspectiva de la veracidad de la información histórica de los hechos que refería. Esta lectura terminaba, generalmente, por considerar que el autor-emperador había faltado sistemáticamente a la verdad con el objetivo de ocultar la creación del sistema monárquico. Si bien volveremos sobre este punto en la parte final de este prólogo, cabe decir por el momento que lo interesante es que RGDA. contiene una presentación y explicación personal que un Augusto viejo y cercano a la muerte hizo de los hechos ocurridos. Dicho de otra forma, no corresponde buscar aquí los resultados de una obra objetiva e imparcial. Su valor, por el contrario, radica en la parcialidad con que se ordenan los hechos y el objetivo que con esto se persiguió. Por esta vía, la inscripción es valiosa en cuanto entrega una visión, importante sin duda, de lo sucedido, constituyéndose, además, en un laboratorio que permite explorar la personalidad de Augusto.

      Los aspectos señalados en las líneas finales del párrafo anterior deben ser tenidos en cuenta, puesto que, si bien todos están de acuerdo en que se trata de unas memorias políticas, la evaluación final tiende a hacerse desde criterios que se ubican fuera de esta categoría. Por una parte, entonces, tenemos una serie de hechos que son reportados aproximadamente como sucedieron, pero a los que se le otorgan significados y son relacionados de una manera libre y arbitraria. El hecho de que la mayor parte de las otras fuentes se hayan extraviado no significa que debamos abordar a RGDA. desde una perspectiva distinta a lo que es su esencia. En suma, en el caso de estas memorias políticas, lo sugerente descansa en la solidez de la mirada retrospectiva que dio Augusto a todo su período de gobernante.

       Autor y contenido

      Res Gestae fue escrita por el emperador Augusto, un hombre que gustaba de la literatura y que parece haber comprendido con claridad su función social. Se dice con esto que no fue una obra encargada a un tercero o a un secretario cuyo texto el gobernante revisara y aprobara, aunque, por cierto, no debe excluirse alguna ayuda en aspectos tales como la búsqueda de la información requerida en torno a hechos precisos y la misma puesta final por escrito, así como cabe destacar que Tiberio, su sucesor, ordenó realizar algunas actualizaciones puntuales posteriores. La redacción final, que el mismo autor declara haber realizado “cuando tenía setenta y seis años”, nos ubica en el año 13 d. C., esto es, un año antes de su muerte. En este plano, es probable que la idea y los borradores de algunas de sus partes hayan tenido una redacción anterior.