Dave Grossman

Sobre el combate


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en las que los soldados se veían atrapados en un combate continuo que duraba de sesenta a noventa días. En esos casos, el 98 por ciento se convirtió en baja psiquiátrica. La lucha día y noche durante meses seguidos es un fenómeno del siglo xx. La batalla de Gettysburg, en 1863, duró tres días y durante las noches se descansaba. Esa ha sido la dinámica a lo largo de toda la historia. Cuando el sol se ponía, la lucha cesaba y los hombres se reunían alrededor del fuego del campamento para evaluar la lucha de la jornada.

      No fue hasta el siglo xx, y a partir de la primera guerra mundial, cuando las batallas comenzaron a prolongarse día y noche, semanas y meses seguidos. Esto dio pie a un enorme crecimiento de las bajas psiquiátricas y la situación se agravaba de forma severa cuando no era posible rotar a las tropas que combatían. En las playas de Normandía durante la segunda guerra mundial, por ejemplo, no se disponía de una última línea de reserva, así que durante dos meses no hubo manera de escapar al horror de la lucha continua, de la muerte continua. Fue entonces cuando se supo que, tras un combate continuo que durara sesenta días con sus sesenta noches, el 98 por ciento de los soldados se convertiría en baja psiquiátrica.

      ¿Y qué ocurría con el dos por ciento restante? Se trataba de sociópatas agresivos. Al parecer, disfrutaban con ello. O, por lo menos, esa es la conclusión de dos investigadores de la segunda guerra mundial, Swank y Marchand. Sin embargo, las investigaciones recientes muestran que ese dos por ciento se desglosa en lobos y ovejas, de los que hablaremos más adelante.

      Pensemos en la batalla de Stalingrado que duró seis meses, la batalla soviética decisiva de la segunda guerra mundial que frenó el avance alemán desde el sur y cambió el curso de la guerra. Algunos informes rusos señalan que los veteranos de aquella batalla murieron con aproximadamente cuarenta años de edad, mientras que otros varones rusos que no participaron vivieron hasta los sesenta y setenta. ¿Cuál es la diferencia? Los veteranos de la guerra habían estado expuestos a un estrés continuo veinticuatro horas al día, durante seis largos y extenuantes meses.

      Para comprender de forma cabal la intensidad del estrés mental causado por el combate tenemos que tener en cuenta otros estresores del medio, así como entender la respuesta fisiológica del cuerpo cuando el sistema nervioso simpático se moviliza. Tenemos que entender, además, el impacto de la reacción violenta del sistema nervioso parasimpático que tiene lugar de resultas de una demanda abrumadora sobre el mismo.

      Si estamos de acuerdo en que no somos criaturas diferentes de los guerreros de la primera y segunda guerra mundial y de la guerra de Corea, entonces debemos admitir que nos podría ocurrir lo mismo. El objetivo de este libro, y del conjunto novedoso de investigaciones sobre la «ciencia del guerrero» en las que éste

      se basa, estriba en conseguir un mejor entrenamiento y grado de preparación para prevenir que esto nos ocurra a nosotros.

      3. Sistema nervioso simpático

      y sistema nervioso parasimpático:

      las tropas de combate

      y mantenimiento del cuerpo

      El estudio de la guerra debería concentrarse casi en exclusiva en las realidades de la guerra: los efectos del cansancio, el hambre, el miedo, la falta de sueño, el tiempo... Los principios de la estrategia y las tácticas, y la logística de la guerra son absurdamente sencillos; son las realidades las que convierten a la guerra en algo tan complicado y tan difícil.

      Mariscal de campo lord Wavell

      Extracto de una carta dirigida a B.H. Liddell Hart

      Sistema nervioso simpático: movilizar el cuerpo

      para la supervivencia

      Pero cuando la tempestad de la guerra sopla en nuestros oídos, nos es preciso imitar la acción del tigre: poner en tensión nuestros nervios, hacer llamamiento a nuestra sangre.

      Shakespeare

      Enrique V

      El sistema nervioso autónomo (sna) consiste en el sistema nervioso simpático (sns) y el sistema nervioso parasimpático (snp). La mayor parte de los órganos del cuerpo reciben impulsos tanto del sns como del snp, a pesar de que por lo general trabajan en oposición. Por ejemplo, el sns incrementa la frecuencia cardíaca y el snp la aminora. El sns está también asociado con la respuesta al estrés —la reacción de «lucha o huida»— cuando prepara al cuerpo y la mente para un peligro que ha sido percibido. Por lo general, el sns se ocupa del gasto de energía proveniente de las reservas almacenadas en el cuerpo: inhibe la digestión, incrementa la secreción de epinefrina y norepinefrina, dilata los conductos bronquiales de los pulmones, dilata los vasos que irrigan el corazón y tensa los músculos.

      El sns moviliza y dirige los recursos energéticos del cuerpo hacia la acción. Puedes imaginarlo como la vanguardia del cuerpo, los soldados en una unidad militar que se ocupan de luchar. El snp está asociado con la relajación y a menudo está asociado con actividades que incrementan el suministro de energía acumulada del cuerpo, tales como la salivación y la digestión. Es el equivalente fisiológico de los cocineros, mecánicos y demás personal del cuerpo que mantienen a una unidad militar durante un periodo de tiempo prolongado.

      Cuando duermes por la noche, los procesos del snp están en su apogeo; ni siquiera dispones de un centinela en la puerta de la entrada. Tu unidad militar está fuera de servicio, tu barco está atracado en el puerto, y te encuentras totalmente indefenso. Entonces te levantas por la mañana, te tomas un café, te duchas y entonces alcanzas lo que se llama la homeostasis: un equilibrio entre los procesos simpático y parasimpático. Dispones de algunas tropas en primera línea y de otras en mantenimiento, lo que te permite llevar a cabo operaciones prolongadas. Pero pronto o tarde todas las unidades tienen que descansar, así que por la noche te vas a dormir y de nuevo tus procesos del snp toman el control. Se trata de un ciclo de mantenimiento normal y rutinario. Sin embargo, mañana te aguarda una sorpresa.

      Te levantas y comienzas con tu rutina. La homeostasis se establece y, de pronto, alguien intenta matarte. La respuesta de tu cuerpo es un despertar total del sns. Los procesos del snp tales como la digestión se cierran: ahora no estamos para digestiones... Chicos, soltad el lastre y bajad a las piernas que es donde os necesito. Que los cocineros, mecánicos y demás personal dejen lo que están haciendo, empuñen un fusil y se apresuren a las primeras líneas. Mientras tanto, la salivación puede cerrarse dando lugar a lo que se conoce como tener la boca seca o pastosa.

      Si podemos creernos los datos a pie juntillas, el 75 por ciento de los combatientes veteranos no perdieron el control del vientre y la vejiga, pero casi todo el mundo sufre lo que se llama «diarrea del estrés». Los griegos dicen: «Los intestinos convertidos en agua». El término médico es intestino irritable, lo que resulta más bien evocador. Una de las últimas cosas que hacen muchos policías de los equipos swat antes de realizar una entrada de alto riesgo es lo que denominan una «caca de batalla». El cuerpo suelta el lastre para que no se pierda ningún recurso en funciones innecesarias. Se da una movilización total de todo de lo que se dispone para un único fin: la supervivencia.

      Y cuando ya ha pasado el peligro, se produce un crash, una reacción violenta parasimpática de una magnitud enorme.

      Reacción violenta parasimpática: el cuerpo se cierra por mantenimiento

      Formaba parte de brigada de estupefacientes junto con siete agentes veteranos. Estábamos desmantelando la venta en hoteles mediante un informador: entraba en la habitación del hotel y pedía varios kilos de droga. Cuando los malos aparecían, veíamos la transacción a través de una videocámara desde la habitación de al lado. Contemplar la cosa mientras sucede delante de ti y sólo poder mirar y esperar hasta que llegue la señal de entrar, mirar y escuchar todo el rato a tu objetivo, nos subía el estrés hasta el extremo de que casi podíamos tocarlo.

      Después de que el trato se cerrara y se diera la señal, entramos por una habitación contigua, arrestamos a cuatro sospechosos y nos incautamos un kilo de metanfetamina. Y mientras llevábamos a los sospechosos al parking, apareció un automóvil que conducía un socio de nuestros chicos malos. Cuando hizo marcha atrás y se dirigió a la salida, algunos agentes fueron tras él mientras yo corría para