Joel Beeke

La espiritualidad puritana y reformada


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dijo: “Rogad por vuestras meditaciones. La oración lo santifica todo; sin la oración, no son sino meditaciones inmundas; la oración afirma la meditación en el alma; la oración es un nudo al final de la meditación para que no se deslice; rogad que Dios guarde aquellas santas meditaciones en vuestra mente por siempre, para que su sabor habite en vuestros corazones”.397

      Agradece al Señor su asistencia en la meditación o, de lo contrario, advirtió Richard Greenham, “seremos zarandeados en nuestra siguiente meditación”.398

      Las versiones métricas de los Salmos son una gran ayuda para la meditación. Su forma métrica facilita la memorización. Como Palabra de Dios, son un tema apropiado para la meditación. Como “completa anatomía del alma” (Calvino), proporcionan abundante material y guía para la meditación. Como oraciones (Sal. 72:20) y como acción de gracias (Sal. 118:1), son un vehículo apropiado para la meditación tanto como una manera adecuada de concluirla. Joseph Hall escribió que encontraba mucho consuelo al concluir sus oraciones levantando su “corazón y voz a Dios en el canto de uno o dos versículos de los Salmos de David –que responden a nuestra disposición y el tema de nuestra meditación–. De esta manera, el corazón concluye con mucha dulzura y contentamiento”.399John Lightfoot añadió: “Cantar las alabanzas de Dios es la actividad más favorable para la meditación de las que realizamos en público. Ayuda a retener en el corazón el tema tratado. La oración y la audición pasan rápidamente de una frase a otra; el canto es más pausado”.

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      John Lightfoot

      Finalmente, no pases demasiado rápido de la meditación a la ocupación en las cosas de este mundo, no sea que, como advirtió Thomas Gouge, “apagues repentinamente el calor espiritual que, mediante este ejercicio, ha sido encendido en tu corazón”.400Recuerda que una hora pasada en meditación “vale más que mil sermones”, dijo Ussher, “y eso no es menoscabar la Palabra, sino honrarla”.401

       Los Temas de Meditación

      Los puritanos sugirieron diversos temas, objetos y materiales para la meditación. El número que sigue a cada entrada representa el número de escritores puritanos que he encontrado haber propuesto la meditación en ese tema. Esta lista sigue las fuentes tradicionales de la teología sistemática reformada.

      Prolegómenos La Palabra sagrada de Dios (3) La defensa del cristianismo (1)

      Teología propiamente dicha La naturaleza y atributos de Dios (7) Las obras y providencia de Dios (7) La gloria de Dios como principal fin del hombre (4) La majestad de Dios (3) Las misericordias de Dios (3) Dios como creador (2)

      Antropología La pecaminosidad del pecado y nuestro pecado personal (9) La corrupción y engaño del corazón (5) La caída en Adán y separación de Dios (4) La vanidad del hombre (4) El valor e inmortalidad del alma (3) La fragilidad del cuerpo (2) La incertidumbre de las comodidades terrenales (1) El pecado de la codicia (1) El contraste entre Dios y el hombre (1)

      Cristología La pasión y muerte de Cristo (8) El amor de Cristo (5) La persona de Cristo (4) El misterio y maravilla del evangelio (4) Las naturalezas de Cristo (2) Los oficios de Cristo (2) La vida de Cristo (2) Los estados de Cristo (1)

      Soteriología y la vida cristiana Las promesas de Dios (7) El auto-examen para las evidencias experimentadas de la gracia (5) Los ricos privilegios de los creyentes (3) La gracia y persona del Espíritu Santo (3) Los beneficios de la fe (2) La santificación (2) La oración (2) Los mandamientos de Dios (2) Las amonestaciones y amenazas de Dios (2) El peligro de la apostasía (1) El pequeño número de los salvos (1) Los peligros espirituales (1) El amor, el gozo y la esperanza (1) El sabbat (1) La abnegación (1)

      Eclesiología Las ordenanzas de Dios (5) La Cena del Señor (4) El bautismo (2) La audición y lectura de la Palabra (2) Las alegrías y penas de la Iglesia (1)

      Escatología El cielo (10) La muerte (8) El juicio (7) El infierno (7) La eternidad (5)

      Los puritanos llamaron a estos temas las llanas, poderosas y útiles verdades de Dios. Algunos puritanos, como Joseph Hall, ofrecieron listas más detalladas que otros. Hall enumeró ochenta y siete temas sobre los que meditar, y redactó un párrafo para cada uno de ellos sobre cómo hacerlo. Éstos incluyen:

      La fama y la grandeza, la ignorancia, la depravación, la vida santa, los chismes, las malas compañías, las promesas de Dios, el amor al mundo, las compañías, el cielo y la tierra, el trabajo y el dolor, las riquezas, el cielo y el infierno, la muerte, la aflicción, la guerra santa, el pecado, el éxito, el crecimiento en gracia, el orgullo, el odio al pecado, el prejuicio, la codicia, la oración, el amor, la blasfemia, la nobleza, la oración, la tentación, el uso de los medios, la adoración, la felicidad, la obediencia, el arrepentimiento, la ambición, la vanidad, la brevedad de la vida, el auto-examen, la adversidad, la aflicción, lafeylafilosofía,elplacer,elpecado,losamigosfieles,elcismaylaverdad, el sufrimiento y la preocupación, el temor, el pagano y el cristiano, la luz del ojo, la mente y el corazón, la religión sincera, dañarnos a nosotros mismos, el corazón y la lengua, el uso del tiempo, los cuidados, la providencia, el amor, el descontento, la amistad, el negocio, la reprobación, la envidia, los placeres mundanos, seguir los buenos ejemplos, el tiempo, el disfrute, las buenas obras, la fidelidad, la necedad, hacer el bien, la vida ermitaña, una vida feliz, la corrección celestial, el hambre celestial, el arrepentimiento, la guerra espiritual, la fuerza en medio de las pruebas, la mentalidad celestial, la humildad, la muerte, el sentido de la vida, el bien que procede del mal, la locura, y la propia práctica de la meditación.402

      Claramente, los puritanos creían que se debía atender a unos temas más que a otros. Esto llevó a John Owen a decir: “Si he observado algo por experiencia, es esto: un hombre puede conocer la medida de su crecimiento y declive en gracia conforme a sus pensamientos y meditaciones en la persona de Cristo, y la gloria del reino de Cristo, y su amor”.

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      Joseph Hall

      Para los puritanos, probablemente, el tópico más importante para la meditación era el cielo –el lugar donde Dios es supremamente conocido, adorado y disfrutado, donde Cristo está sentado a la diestra del Padre, y donde los santos se regocijan mientras son transformados de gloria en gloria–. “La meditación es la vida de la mayoría de los otros deberes, y la vista del cielo es la vida de meditación” –escribió Baxter–.403 El cielo fue el tema supremo para la meditación por estas tres razones:

      • Cristo está en el cielo ahora, y nuestra salvación consiste en la unión con Cristo a través del Espíritu Santo. Él es nuestra sabiduría, justicia, santificación y redención. Cristo, el centro del cielo, debiera ser el centro de toda nuestra fe, esperanza y amor.

      • Sólo podemos vivir como cristianos en el presente siglo malo si tenemos la mente de Cristo, es decir, si tenemos una mente genuinamente celestial, viendo nuestra tierra y este siglo desde la perspectiva del cielo.

      • El cielo es la meta de nuestro peregrinaje. Somos peregrinos en la tierra, viajando en fe, esperanza y amor hacia el cielo para estar con Cristo.404

      Los puritanos enseñaron que las meditaciones sobre el cielo y otros temas tienen prioridad en tres ocasiones. En primer lugar, es necesaria una meditación especial en conjunción con la adoración, particularmente con respecto al sermón. “Dios requiere de ti que oigas los sermones, requiere de ti que medites en los sermones que oyes” –escribió Calamy–.405Como escribió James Ussher: “Todo sermón no es sino una preparación para la meditación”.406

      Los buenos sermones no sólo informan a la mente con sana doctrina, sino que también estimulan los afectos. Hacen que la voluntad se vuelva del pecado, y tienda al amor de Dios y del prójimo. La meditación aumenta y encamina de la mente al corazón los afectos despertados