pueda gobernar nuestra manera de pensar sobre todos los asuntos de la vida. La Biblia como un todo debe modelar nuestra cosmovisión. El capítulo 3 se ocupa de lo que esto significa.
Habiendo establecido estas bases en la Parte Uno, presentaremos en la Parte Dos algunos ejemplos acerca de cómo la Biblia puede ser y es usada creativamente en diferentes lugares del mundo. La lista de temas que encontrará en el Índice temático no es exhaustiva. Pero tenemos la esperanza de que estos capítulos no sólo ofrezcan guía práctica en algunas áreas clave, sino que también lo inspiren a pensar en otras maneras en las cuales puede usar la Biblia con buenos resultados, respetando plenamente su condición dada como la palabra de revelación que Dios confió a su pueblo, y a la vez experimentando creativamente con múltiples maneras de lograr que su relevancia y su desafío sean oídos y sentidos en nuestras diferentes culturas.
En este momento podría ser útil definir que este libro no es una Introducción a la Biblia. No pensaremos acerca del trasfondo de la Biblia, su historia, la fecha y autoría de sus diversos documentos, o los diferentes métodos de estudio crítico que se le han aplicado.
Prestaremos atención a algunos principios importantes que debemos tener presente cuando leemos, estudiamos, predicamos o enseñamos la Biblia; sin embargo, este no es un libro sobre hermenéutica. No consideraremos las muchas teorías sobre la manera en que la gente encuentra el significado en los textos ni el modo en que tales teorías afectan nuestra lectura y comprensión de la Biblia.
Este libro tampoco se ocupa de la homilética práctica. No reflexionaremos concretamente sobre el arte y la disciplina de predicar. En cambio, sí incluiremos reflexiones sobre la manera en que podemos construir puentes entre el estudio de la Biblia y su prédica. Es probable que todos hayamos tenido la experiencia de prédicas de la Biblia que consideramos malas o inadecuadas, y hasta peligrosamente engañosas. ¿Cómo podemos hacer algo mejor?
Parte 1
Comprender la Biblia
Introducción
El punto de partida correcto
A lo largo de los siglos, la fe cristiana se ha fundado en la Biblia. Por supuesto, no adoramos la Biblia. Adoramos al Dios que se ha revelado en estas Sagradas Escrituras. Adoramos a Dios en la unidad trinitaria de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nuestra adoración está enfocada en la Persona de Dios, no en las páginas del libro impreso. Sin embargo, conocemos a Dios el Padre por medio de este libro, con la ayuda del Espíritu Santo y en compañía con el resto del pueblo de Dios, la iglesia. En especial, por medio de este libro conocemos al Señor Jesucristo. Lo que nos define como cristianos es nuestra fe en Cristo como nuestro Salvador y nuestra confesión de Jesucristo como Señor. Necesitamos recordar que esta es nuestra principal convicción e identidad, la que modela todo lo que creemos, incluyendo lo que creemos sobre la propia Biblia. Éste es el punto de partida correcto.
Por supuesto, creer en la Biblia y creer en Jesucristo son cuestiones estrechamente ligadas. En un sentido, son dependientes una de la otra. Conocemos a Jesús por el testimonio bíblico acerca de Él, y creemos y entendemos la Biblia porque Jesucristo mismo reconoció que su identidad y su misión estaban modeladas por las Escrituras, a las cuales Él consideraba como la palabra autoritativa de Dios el Padre. Nuestra convicción sobre la Biblia y nuestra convicción sobre Jesús también están estrechamente vinculadas entre sí, pero la convicción primaria es nuestra sumisión a Jesucristo como Señor y Maestro.
La doble autoría de las Escrituras
Nosotros llamamos a la Biblia “la Palabra de Dios” y, a su vez, la Biblia llama a Jesús la Palabra (Jn 1.1). Es verdad que no podemos simplemente equiparar a ambos. Uno es un libro, el otro es la persona viviente de Dios encarnada en la vida humana. A pesar de ello, hay por lo menos una comparación provechosa que podemos hacer entre la persona de Cristo y la naturaleza de la Biblia.
Sabemos y creemos que Jesús no era en parte humano y en parte divino; el credo de la iglesia afirma que Jesús era, a la vez, plenamente humano y plenamente divino. Por lo tanto, necesitamos entender cuidadosamente el significado de su plena humanidad y su plena deidad. Muchos de los problemas en la historia inicial de la iglesia fueron causados por personas que negaban o pasaban por alto uno u otro aspecto de la naturaleza de Jescristo. Algunos enfatizaban su deidad e ignoraban la importancia de que Jesús fuera un ser humano real en todo el sentido en que nosotros lo somos, excepto que sin pecado. Otros, incluso hoy en día, enfatizan la humanidad de Jescristo pero niegan que haya sido y es verdaderamente Dios. Cualquiera de estas dos posiciones se encuentra alejada de la verdad.
De manera similar al caso anterior, la Biblia no es en parte la Palabra de Dios y en parte palabras de seres humanos, sino es plenamente ambas. Podemos llamar a esto la “doble autoría” de las Escrituras. La Biblia nos llega enteramente como Palabra de Dios. Es decir, los cristianos creemos que lo que tenemos en la Santa Biblia es lo que Dios quería decirnos; Dios mismo es el autor fundamental tras el texto que leemos. Pero, la Biblia, también nos llega escrita por muchos seres humanos diferentes los cuales intervinieron […] muchas veces y de muchas maneras (Heb 1.1). Este es un libro plenamente humano. Cada palabra que leemos en ella fue pensada, pronunciada, escrita, editada, recogida, copiada, y compilada por seres humanos como nosotros, que vivieron en su propia época y lugar en la historia y la cultura. Cuando manejamos la Biblia es importante que asignemos todo el peso a cada una de esas dimensiones.
Las “cinco miradas” para comprender y usar la Biblia
Mientras lee las notas que siguen, observe la figura 1. Éste es un esquema sencillo para aproximarnos a la tarea de comprender y aplicar la Biblia; fue ideado por Andrew Reid en Melbourne, Australia, y usado aquí con permiso. Mientras leemos y estudiamos la Biblia, tenemos que mirar en cinco direcciones. Necesitamos mirar hacia arriba, hacia abajo, hacia atrás, hacia adelante y hacia aquí mismo.
1. Debido a que la Biblia es la Palabra de Dios, debemos leerla con reverencia y humildad, a veces incluso de rodillas en adoración (no a la Biblia, sino al Dios que nos habla por medio de ella). La leemos para conocerlo mejor, amarlo más y obedecerlo más cabalmente.
En el mundo hay millones de fotografías. Yo llevo conmigo una fotografía de mi esposa. ¡La amo y la miro con frecuencia, y a veces hasta beso o le hablo a la fotografía! Para mí no se compara con ninguna otra fotografía, no porque sea mágica, sino simplemente porque me “habla” acerca de mi esposa. La foto en sí misma es un poco vieja y está algo deteriorada (¡igual que mi Biblia!), pero la amo porque amo a la persona de la cual me habla.
De manera semejante, hay millones de libros en el mundo, pero para nosotros la Biblia no se compara con ningún otro libro. En ella Dios se reveló a sí mismo en la historia, y todavía nos habla en un encuentro personal. La amamos porque lo amamos a él. Por lo tanto, lo primero que debemos hacer cuando nos acercamos a estudiar la Biblia o nos preparamos para predicarla o enseñarla, es mirar hacia arriba. Mirar hacia Dios en oración y en fe, confiando en que por ser la Palabra de Dios, Él hablará por medio de ella tanto a nosotros como a aquellos a quienes se la prediquemos o enseñemos. Necesitamos creer en nuestra doctrina de las Escrituras en cuanto a lo que la Biblia dice acerca de sí misma. Necesitamos recibirla de parte de Dios como Palabra de Dios. Por lo tanto, el Paso 1 es mirar hacia arriba. Lo invito a creer y a recibir la Biblia de parte de Dios con fe y gratitud.
Hablar de la Biblia como Palabra de Dios significa aceptarla como Escritura, y en consecuencia afirmar varias cosas que los cristianos creemos sobre ella. Consideraremos los aspectos más importantes de la doctrina de las Escrituras en el capítulo 1.
2. Debido a que la Biblia contiene palabras de seres humanos, la leemos con cuidado y la estudiamos usando nuestra inteligencia y los métodos adecuados de investigación para descubrir qué quisieron decir los escritores originales. Averiguamos todo lo que podemos acerca de aquellos escritores, de su situación histórica y cultural, los idiomas en los que escribieron, y los lectores para quienes escribieron originalmente.