el que se intenta usarlo. Por ejemplo, el mapa del sistema de subterráneos de la ciudad de Londres es un documento infalible —para orientarse en el subterráneo—. No responderá a sus preguntas sobre las distancias exactas entre una estación y otra, ni le dará información acerca de las calles y caminos a nivel de la superficie, ni le mostrará cada curva en las vías. No fue diseñado para eso. Si pretende usarlo para consultar estas cosas, le irá mal. Pero no es culpa del mapa. No significa que el mapa “no sea veraz”. Es completamente verdadero y fidedigno según el propósito para el cual se preparó.
La Biblia es verdadera y fidedigna si se la usa según el propósito para el cual nos fue dada; no lo será si la utilizamos de otra manera o le planteamos preguntas que no se propone responder.
La unidad de la Biblia
Dios habló de manera coherente
La unidad de la Biblia se apoya en la premisa de que, detrás de la variedad de escritores humanos, en última instancia hay un solo autor: Dios Espíritu Santo. En consecuencia, esperamos armonía y unidad en lugar de contradicción. Esto también forma parte de lo que significa decir que la Biblia es la Palabra de Dios. Creemos que Dios es veraz y coherente consigo mismo. La persona de Dios se caracteriza por la integridad, no por las contradicciones internas. Si Dios es así, también se aplica a lo que Él comunica. En consecuencia, aunque la Biblia se haya producido a lo largo de cientos de años, por medio de muchas voces y manos humanas, hay una unidad abarcadora que reúne todo el texto como la revelación de sí mismo del único Dios viviente y verdadero.
Sin embargo, una vez más debemos mencionar algunas precauciones en este asunto.
Unidad significa consistencia y coherencia, no uniformidad
La Biblia tiene un propósito y una forma global que la unifica. Sin embargo, esto no es lo mismo que una llana uniformidad. Todo no significa lo mismo que todo lo demás. Dios habló muchas veces y de diversas maneras (Heb 1.1, ntv). Hay muchas diferentes voces, destinatarios, situaciones y énfasis en esta extraordinaria biblioteca a la que llamamos Biblia. De modo que debemos buscar coherencia dentro de esa variedad, no simplemente aplanar todo en prolijas lecciones de escuela dominical a fin de que todo confluya al mismo concepto elemental. A veces Dios nos da perspectivas complementarias sobre un mismo asunto, y debemos permitir que cada enfoque nos comunique plenamente lo que tiene para decir, y con su propia integridad.
Unidad incluye avance histórico
Dios no reveló todo de una sola vez. La revelación posterior construye sobre la revelación anterior. A veces un texto posterior respalda y confirma lo que dijeron los anteriores. Pero a veces uno posterior “relativiza” al anterior avanzando a una nueva etapa, porque Dios ha hecho o dicho algo nuevo. Esto no significa que el pasaje original estuviera mal o incorrecto en su contexto, o que no tengamos nada que aprender de él; más bien significa que debemos prestar atención a la totalidad de la Biblia y reconocer su naturaleza acumulativa y progresiva. El ejemplo más obvio de esto es que, después de la muerte de Cristo en la cruz, los cristianos ya no deben practicar el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento. Los sacrificios fueron prescritos por Dios en su debido momento y contexto. Pero cuando Jesucristo vino y murió en la cruz, entonces su sacrifico perfecto hace que aquellos sacrificios anteriores ya no sean necesarios. En consecuencia, debemos leer aquellos textos a la luz de este cambio histórico.
Debido a esta unidad global de la Biblia, necesitamos desarrollar el hábito de pensar en la Biblia como un todo, y ayudar a otros a percibir la totalidad de su mensaje. Esto puede parecer intimidante, pero es más sencillo de lo que quizás imagina. Volveremos a este punto en el capítulo 3.
La claridad de la Biblia
Dios habló a fin de ser comprendido
Es un hecho obvio de la vida humana común que cuando abrimos la boca para hablar o tomamos un papel y escribimos algo, es porque queremos decir algo. Queremos comunicarnos con alguien o con más de una persona, y por lo general queremos que entiendan lo que decimos o escribimos (a menos que estemos involucrados en algún engaño). Cuanto más importante sea el contenido de lo que queremos decir, tanto más esfuerzo pondremos para que resulte tan claro como el agua. Los avisos de seguridad en los edificios o en los vehículos tienen que ser muy claros. Es lógico que nos sintamos frustrados y enojados si los anuncios públicos están garabateados y no se entienden. Si usted tiene algo importante para decir, ¡dígalo con claridad!
Ahora bien, lo que es cierto respecto a la comunicación humana, lo es tanto más respecto a Dios, aunque muchas personas religiosas parecen pensar que Dios sólo habla de maneras misteriosas que superan el nivel de comprensión de la gente común. Ése es precisamente el concepto erróneo que Dios destruye en varios textos clave. Dios no se propone engañar ni juega a las escondidas con la humanidad, ni habla solamente para la élite o los iniciados. Dios habla con claridad a todas las personas.
Desde ningún lugar de esta tierra tenebrosa
les he hablado en secreto.
Ni he dicho a los descendientes de Jacob:
“Búsquenme en el vacío”.
Yo, el Señor, digo lo que es justo,
y declaro lo que es recto. (Is 45.19)
En esta expresión negativa, la implicación es que Dios sí habló claramente, en la luz y con un propósito.
Este mandamiento que hoy te ordeno obedecer no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está arriba en el cielo, para que preguntes: “¿Quién subirá al cielo por nosotros, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?”. Tampoco está más allá del océano, para que preguntes: “¿Quién cruzará por nosotros hasta el otro lado del océano, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?”. ¡No! La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas. (Dt 30.11-14)
Observe nuevamente los negativos: “no es superior […] ni está fuera de […] no está arriba […]. Tampoco está más allá”. Este texto se refiere específicamente a la ley de Dios, por supuesto, pero en muchos sentidos se aplica al resto de la Palabra de Dios. La intención de Dios es que su Palabra sea conocida, familiar, entendida, y que pueda ser obedecida.
Podemos resumir esto diciendo que la revelación escrita de Dios, su Palabra, es:
* Racional, es decir, dirigida a nuestro intelecto; en un lenguaje humano que se propone ser entendido; no en acertijos ni en código, ni en oráculos religiosos oscuros que no significan nada.
* Intencional, es decir, se propone guiar a todos sus lectores a la verdad y la salvación; no tiene la intención de burlarse, ilusionar, frustrar o ser accesible sólo para expertos.
Teólogos de una generación anterior se referían a la perspicuidad de las Escrituras, es decir, que tienen la cualidad de ser transparentes. El texto es claro y directo y abierto a nuestra comprensión. Esta expresión no implica que todo en la Biblia sea fácil, ni que cualquier persona pueda simplemente tomar la Biblia y entender de inmediato cada palabra en ella. ¡El escritor de 2 Pedro 3.15–16 evidentemente tenía dificultad para entender alguna de las cosas escritas por Pablo! La “perspicuidad de la Escritura” significa que el camino de la salvación está claramente presentado en la Biblia y lo puede entender cualquier lector, y que, con humildad y con la ayuda del Espíritu Santo, todo lo que la Biblia contiene puede tener sentido para nosotros.
Busque el sentido natural del texto: no dé por sentado que hay todo tipo de significados ocultos y códigos ingeniosos. Por lo general, a menos que sea evidente que el escritor está usando figuras literarias convencionales o imágenes simbólicas, la Biblia simplemente significa lo que dice en el nivel de lenguaje corriente. Sospeche de los libros y los oradores que intenten persuadirlo acerca de “significados” asombrosos de la Biblia que no se parezcan en absoluto a lo que usted piensa que el texto pudo haber querido decir. Desarrollaremos esta idea en el capítulo 2.
La autoridad de la Biblia
Dios habló a fin de ser obedecido
La autoridad de la