creía acerca de las Escrituras.
Debemos recordar, sin embargo, que es Dios quien tiene la autoridad final. La Biblia es el vehículo o el medio de la autoridad de Dios en su relación con nosotros, pero no debemos hablar de la autoridad de la Biblia en algún sentido independiente. La Biblia es un libro. Dios es una persona. La autoridad de Dios es personal y relacional, no es una “cosa”. Dios ejerce su autoridad por medio de lo que ha comunicado en las Escrituras, pero siempre lo hace en el marco de una relación, no como un modelo rígido o un estatuto.
También debemos recordar que la propia Biblia debe definir lo que entendemos por autoridad, y no nosotros. Es decir, no deberíamos predefinir la clase de autoridad que consideramos necesaria, o asumir que sabemos qué clase de cosa debería ser una Biblia autoritativa (si nosotros la hubiéramos escrito), y entonces forzarla a caber en ese preconcepto. En lugar de ello, debemos recibirla tal como es y decir: “Esto es lo que Dios autorizó; esto es lo que comunica la autoridad de Dios”.
De hecho, hay una gran variedad de tipos y modelos de autoridad en la vida humana. No debemos forzar a la Biblia en un único molde. Por ejemplo, es posible que pensemos en:
La autoridad como control
Este es un modelo militar. Los jefes tienen autoridad para dar órdenes a sus soldados. Según este modelo, se supone que la Biblia debe decirnos sin ambigüedades lo que se debe creer y hacer. La Biblia ordena y controla a la iglesia. Este enfoque tiene fortalezas y debilidades.
* Fortaleza: destaca la importancia de la sumisión y la obediencia a Dios por medio de su Palabra. También nos recuerda que la iglesia es Semper reformanda (siempre en necesidad de reforma) bajo la orientación de las Escrituras. En un sentido amplio, la Biblia debería controlar nuestra vida, nuestras creencias y nuestro comportamiento. Al someter nuestra vida a la Biblia estamos sometiéndonos a la autoridad de Dios como Señor y Rey.
* Debilidad: el problema es que hay mucho en la Biblia que no “nos dice” ni “nos ordena” en un sentido militar. A veces nos da leyes y mandamientos en forma directa, pero ésa es solo una pequeña proporción de toda la Biblia. Muchos de esos mandamientos directos se limitaban a un momento y contexto. La mayor parte de la Biblia es relato histórico. También hay muchos poemas, cánticos, etc. Las canciones, los poemas, los relatos, no son “mandamientos”. Su autoridad es más sutil. Si leemos una historia bíblica y luego nos preguntamos “¿Qué nos dice que hagamos?”, las respuestas pueden variar, y aun podría ser que la idea central de la historia no consistiera en decirnos que “hagamos algo”, sino en mostrarnos otras cosas acerca de Dios y de nosotros mismos. Es decir que el modelo militar de autoridad no siempre resulta útil cuando leemos el texto. En muchos casos, la autoridad del texto no puede traducirse simplemente como “haz esto” o “no hagas aquello”.
Más aun, muchos de los asuntos que enfrentamos en la actualidad no fueron abordados directamente en la Biblia. Por ejemplo, no nos dice directamente qué creer o qué hacer con respecto a la clonación de seres humanos o al calentamiento global. No hay mandamientos directos sobre la pornografía en Internet, acerca de la deuda internacional o los subsidios a la agricultura. Para desarrollar una perspectiva bíblica autoritativa sobre tales asuntos, tendremos que recurrir a otros recursos diferentes de las simples órdenes.
La autoridad como comisión
Esto se parece más a la autoridad de una licencia; por ejemplo, la licencia para conducir. Este documento le otorga una autorización al titular de la licencia. Usted tiene autoridad para conducir un vehículo en la ruta. La Biblia nos da el derecho y la autoridad para actuar en el mundo de Dios en su nombre. Nos muestra el modo y el rumbo en el que debemos actuar, pero no decide por anticipado cada uno de los asuntos, del mismo modo que la licencia para conducir tampoco le indica específicamente qué camino debe tomar cada día. Usted debe decidirlo, pero una vez que lo hace está autorizado a recorrerlo. Al igual que el enfoque anterior, éste también tiene fortaleza y debilidades.
* Fortaleza: es más dinámico y funcional, más a tono con el carácter de la propia Biblia. Debemos vivir nuestra propia historia conforme al modelo establecido por la grandiosa historia de la Biblia. La Biblia como un todo nos muestra los valores, las prioridades y los propósitos de Dios.
* Debilidades: la Biblia queda más abierta a la discusión y la diversidad de opiniones sobre cómo debemos vivir bajo su guía. Sus definiciones son menos evidentes y también puede ser sometida a abusos. La gente puede pretender que la Biblia los “autoriza” a comportarse de cierta manera. Quizás hacen referencia a un principio o a un concepto general que dicen haber tomado de la Biblia (por ejemplo, sobre “el amor” o “las relaciones entre personas”), pero no han prestado atención cuidadosa a la enseñanza explícita de la Biblia mediante el estudio cuidadoso de los textos.
Lo indudable es que, cualquiera fuere la manera en que nos expresemos sobre su autoridad, la Biblia conlleva la autoridad de ser la Palabra de Dios, quien es nuestro Creador, Redentor y Señor. Fue expresada y escrita para que viviéramos en una actitud de obediencia agradable a Dios el Padre. La obediencia a la autoridad de las Sagradas Escrituras, en reconocimiento de que es la Palabra de Dios, es una dimensión esencial del discipulado cristiano auténtico, precisamente porque es lo que Cristo Jesús enseñó y el ejemplo que nos dio con su vida.
Como dice en Deuteronomio: “La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón para que la obedezcas” (Dt 30.14).
Conclusión
En este capítulo hemos planteado que debemos comenzar el proceso para comprender y usar la Biblia “mirando hacia arriba”. Miramos hacia arriba, a Dios, creyendo y recibiendo la Biblia de parte de Él, como Palabra de Dios. Miramos hacia arriba al orar a Dios pidiendo la ayuda del Espíritu Santo en la tarea de comprender las palabras que impulsó se escribieran para nuestro aprendizaje. Miramos hacia arriba al recordar que las palabras que estamos leyendo son a la vez inspiradas por Dios y útiles para nosotros, para todos los propósitos del aprendizaje y la vida cristiana.
Sugerencias para el estudio
1. Prepare un sermón o un estudio bíblico para su iglesia, con el título: “¿Qué significa cuando decimos que la Biblia es la Palabra de Dios?” ¿Qué textos bíblicos usará y cómo los explicará? Mucha gente cree con toda sinceridad que “la Biblia es la Palabra de Dios”, pero no entiende lo que eso significa y lo que no significa. Utilice su sermón para ayudarlos a comprender mejor.
Capítulo 2
Comprender la Biblia como las palabras de escritores humanos
Christopher J. H. Wright
En el capítulo 1 estuvimos considerando la necesidad de “mirar hacia arriba” a fin de creer y recibir a la Biblia como Palabra de Dios. Antes de comenzar a interpretarla o explicarla a otros, necesitamos recordar qué es la Biblia. Miramos hacia arriba a Dios, en oración, agradecidos por este maravilloso regalo de su gracia y, a medida que procuramos comprenderla, responder a ella y usarla apropiadamente, pedimos la ayuda que nos prometió del Espíritu Santo.
Ahora debemos “mirar hacia abajo”. Miramos al texto en sí mismo y lo estudiamos como palabras producidas por escritores humanos, hombres y mujeres a quienes Dios eligió para entregarnos su Palabra. No hay atajos en este proceso. Debemos mantener la mirada hacia abajo y estudiar fielmente el texto de la Biblia a fin de entenderla correctamente. No debemos conformarnos con impresiones instantáneas y superficiales de “lo que parece decir” o de “esto es lo que significa para mí”. Nuestra meta debe ser la de imitar a Timoteo, a quien Pablo le dijo: Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la Palabra de verdad (2Ti 2.15).
Cuando comience a estudiar un pasaje de la Palabra de Dios necesitará un bolígrafo y un cuaderno, en donde irá registrando todo lo que descubra mientras estudia. Eventualmente, quizás quiera resumir sus hallazgos en una tabla parecida al del Cuadro 1. ¡Seguramente descubrirá mucho más de lo que puede caber en una sola página!
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