forma de lenguaje? ¿Qué se propone decir?
A veces, por ejemplo, un escritor o un hablante puede usar una pregunta, pero en realidad está haciendo una afirmación enfática (a esto se le llama pregunta retórica). Por ejemplo, el padre podría decirle a un niño desobediente: “¿Piensas que soy estúpido? ¿Te parece que estoy ciego?”. El padre no está pidiendo afirmación ni esperando una respuesta. Está haciendo una afirmación muy fuerte: “No soy estúpido. Sé muy bien lo que hiciste”.
De modo que, si encuentra preguntas en la Biblia, pregúntese qué quiso decir el escritor o el hablante. ¿Es una pregunta real que busca información? ¿O es una pregunta retórica que enfatiza un concepto? Los profetas usaban preguntas retóricas con frecuencia para expresar sus ideas. Lea, por ejemplo, Jeremías 2.5, 11 y Deuteronomio 4.33–34. En cada caso, el escritor usa preguntas. Pero ¿qué mensaje comunica? Reescriba estos pasajes como afirmación (es decir, sin las preguntas que aparecen en el texto).
También tome en cuenta:
• humor;
• sarcasmo;
• exageración;
• ironía;
• contraste;
• emociones fuertes: ira, amor, temor, etc.
Procure sentir el flujo de una oración a la siguiente. Busque las conexiones lógicas: de qué manera una cosa conduce a la otra, o continúa de la anterior. Los ejemplos que siguen a continuación han sido tomados de las cartas de Pablo, pero es posible encontrar las mismas características, por ejemplo, en los Profetas o en los Salmos.
* ¿Avanza la secuencia de oraciones hacia un clímax (de manera que el concepto clave aparece al final)? Por ejemplo, Romanos 10.12–15.
* ¿O hay un concepto clave inicial al comienzo y luego se construye un argumento lógico a partir de allí? Por ejemplo, Colosenses 3.
* Si la oración comienza con Por lo tanto, debe preguntarse: “¿Por qué razón?”. Es decir, mirar antes y observar lo que el escritor dijo justo antes, lo cual conduce a esta conclusión. Por ejemplo, Romanos 12.
* Si una oración empieza con “Porque”, debe preguntarse “¿Por qué?”. Es decir, mirar antes y observar lo que el escritor dijo justo antes, lo cual conduce a esta conclusión y explica la causa o razón que ahora presenta. Por ejemplo, Efesios 2.14.
* ¿Se contrastan cosas entre sí? ¿Qué propósito tiene el contraste? Por ejemplo, Efesios 2.11–13.
* ¿Se comparan cosas entre sí? ¿Qué propósito tiene el contraste? Por ejemplo, Efesios 2.19–21.
* ¿Expresa la oración
• un propósito o una intención (“de modo que”, “a fin de que”);
• un resultado (“por esta razón”, “por consiguiente”);
• una condición (“si”, “a menos que”);
• una concesión (“aunque”, “a pesar de”)?
* ¿Hay un elemento sorpresa, en el que una oración produce un impacto al seguir a la anterior (con frecuencia esto se indica con pero o aun o sin embargo)? ¿Qué efecto se espera que tenga la sorpresa en el lector? Por ejemplo, Salmo 22.3, 9; Deuteronomio 10.15–18; Efesios 2.4.
* Observe las pequeñas palabras conectoras que marcan por completo el sentido de un pasaje (si, cuando, pero, entonces, sin embargo, por lo tanto, aun, etcétera). Esté atento a la presencia de estas palabras y preste cuidadosa atención a la manera en que las usa el escritor para dejar en claro lo que se propone comunicar.
* En el párrafo, ¿cuál oración es la verdaderamente importante? ¿Por qué? ¿Qué idea enfatiza?
* ¿Es esa oración o pasaje una cita de otra sección de la Biblia? Si es así, busque ese otro pasaje de donde proviene la cita y observe de qué manera lo ayuda a comprender de qué está hablando el escritor.
Continúe haciéndose las preguntas: ¿Cuál es la idea aquí? ¿Qué quiso decir el autor cuando escribió esto?
Observe las palabras y las frases
Obviamente, si en el pasaje hay palabras cuyo significado no conoce, tendrá que averiguarlo. Puede utilizar un diccionario común o un glosario bíblico, si lo tuviera. ¡Pero sea cuidadoso!
Las palabras significan lo que significan en el contexto en el que se usan. No es su etimología (es decir, sus raíces, orígenes e historia) la que gobierna el significado de las palabras, sino el contexto y el uso. |
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Los manuales de estudio de palabras de la Biblia son útiles y enriquecedores, pero sea muy cuidadoso para no asumir que cada mención de una palabra particular carga todo un diccionario de significados. Es un error frecuente leer una oración (de Pablo, por ejemplo), luego buscar alguna de las grandes palabras que utiliza, descubrir que esa palabra puede tener numerosos sentidos diferentes en muchos lugares atractivos en el resto de la Biblia, y entonces predicar sobre ese texto de Pablo como si hubiera estado pensando en todos esos sentidos a la vez. No, la palabra solo significa lo que Pablo quiso decir en el contexto en que la usó.
Debemos averiguar lo que las palabras significan en el contexto en que son usadas, en lugar de suponer que todos los significados posibles de una palabra pueden aplicarse al mismo tiempo.
Sea también cuidadoso respecto al intento de explicar una palabra a partir de sus partes componentes. Esto puede ayudar, pero a veces no tiene ninguna relevancia. Pruebe, por ejemplo, explicar el significado de “pancarta” separando la palabra en dos partes.
Busque palabras clave o frases y palabras repetidas, ya que con frecuencia estas serán la clave sobre lo que trata el pasaje, y sobre lo que el escritor quiere que prestemos atención. Por ejemplo, Efesios 2.14–18 no es un pasaje fácil de captar, pero cuando uno observa que Pablo utiliza tres veces la palabra paz (vv. 14, 15, 17), por lo menos queda claro que el concepto principal de Pablo se refiere a la manera en que la muerte de Jesús hizo posible la paz entre judíos y gentiles, y entre ambos y Dios.
Observe las imágenes, las metáforas y las descripciones verbales
Uno de los dones más grande que Dios ha dado a los seres humanos es nuestra imaginación. Somos capaces de trascendernos con el pensamiento. Es decir, podemos imaginar todo tipo de situaciones alternativas a aquella en la cual nos encontramos. Podemos imaginar mundos nuevos. Podemos crear vínculos en nuestra mente entre una cosa (por ejemplo, nuestro amor hacia otra persona) y algo completamente diferente (la manera en que dos plantas trepadoras pueden entrelazarse). Entonces usamos la segunda expresión como figura o metáfora de la primera. “Nuestros corazones se encuentran entrelazados”, decimos. Ésta es una imagen o una metáfora. Es evidente que no es literal. También podemos observar características de otra persona (que es honrada y confiable) y vincularlas en nuestra mente con algo completamente diferente en el mundo natural (una gran montaña); entonces decimos “Juan es una roca sólida”. ¡Una vez más, esto es una metáfora! ¡No es literal!
La Biblia está llena de ese tipo de imágenes pictóricas y metafóricas. Permítanle hacer su trabajo. No la reduzca toda a “declaraciones doctrinales”. La Palabra de Dios también apela a nuestra imaginación. Los textos poéticos en la Biblia (especialmente los Salmos, los Libros Proféticos y los Escritos de Sabiduría) usan de manera abundante imágenes y metáforas —a veces parece que lo hicieran en cada versículo—. Pero también Jesús hizo buen uso de esta manera de hablar, y del mismo modo, Pablo elaboró algunas metáforas muy poderosas, de las cuales quizás la más conocida y difundida sea la manera en que habla de la iglesia como cuerpo de Cristo.
En una ocasión, David quería expresar que Dios lo había protegido y provisto de lo necesario para satisfacer todas sus necesidades. Pues bien, podría haberlo dicho simplemente de esa manera: “Dios me protegió y proveyó lo necesario para satisfacer todas mis necesidades”. Pero en lugar de ello acuñó lo que posiblemente sea la metáfora más famosa en la Biblia: El Señor es mi pastor