Osho

Dijo el Buda...


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      Regresó más tarde y vio al hombre delirando, pero no le habían administrado la medicina.

      –¿No le dije que le diese esta medicina si volvía a ver serpientes verdes? –preguntó el médico.

      –Pero es que no las veía –contestó la enfermera.

      –¿Ah, no?

      –No, estaba viendo sapos morados.

      No hay diferencia entre ver serpientes verdes o sapos morados… estás borracho.

      Hay gente que coopera con sus pasiones y otra que lucha contra ellas, pero ambos tipos siguen con las pasiones. Una actitud es amistosa, y la otra antagónica, pero ambas siguen con las pasiones y son maneras de cooperar de forma sutil. Una ha abandonado la relación. Y la otra se ha convertido en espectadora.

      Una vez que se empieza a observar, uno se hace consciente de capas y más capas de pasiones. Existen muchas capas. Cuando desaparecen las pasiones groseras, se manifiestan otras capas más sutiles.

      Toda nuestra vida es como una cebolla. La pelas y la pelas, una capa tras otra, y hallas otra más fresca, más nueva, más viva. Pero si sigues pelando, llega un momento en que te quedas con las manos vacías. Eso es lo que el Buda denominó nirvana… vacío. Todas las capas han desaparecido.

      Así me lo han contado:

      El guitarrista de un conjunto pop se vio involucrado en un accidente de coche y sufrió heridas en la cabeza. Al llegar al hospital el médico ordenó que le cortasen la larga y espesa cabellera para poder averiguar la gravedad de las heridas. La labor recayó en una enfermera, que se puso manos a la obra armada de unas enormes tijeras.

      Al cabo de diez minutos, le preguntó al joven:

      –¿Ibas a la North Lancaster Comprehensive School de pequeño?

      –Sí, así es –dijo el joven– Soy de Londres. Pero vaya, ¿cómo has sabido a que colegio fui?

      –Porque te he llegado hasta la gorra –contestó la enfermera mientras seguía cortando.

      Capa tras capa… Y cuanto más cortes, más encontrarás… Por ejemplo, muchas cosas desaparecidas durante años; ¡te encontrarás la gorra! Cuanto más profundices en tu mente, más llegarás a tu infancia. Hallarás muchas cosas olvidadas y perdidas. Nada se pierde, todo se va acumulando. Cuando llegas a un punto en el que no puedes encontrar nada más, entonces es que has llegado a tu ser. El ser no es una capa; el ser es simplemente espacio, espacio puro. El ser es simplemente vacío.

      El Buda llama “no ser” al ser, lo llama anatta. El Buda dice que si te encuentras a ti mismo, entonces debe haber alguna otra capa. Cuando de repente alcanzas un punto en el que no puedes encontrarte –eres, pero no puedes encontrarte– entonces es que has llegado a casa. Y eso sólo puede realizarse mediante esfuerzo.

      Éste es el marco referencial. A continuación pasaremos a su metodología: las formas de meditación, de disciplina interna; los medios para trascender el ego, para trascenderlo todo. Por eso he llamado a esta serie de charlas “La disciplina de la trascendencia”. Pero éste es el marco referencial del Buda.

      Por lo general te hallas de pie en la orilla. No puedes albergar esperanza, te hallas en un estado de desesperanza. Si te haces srotapanna, si entras en la corriente, entonces es lo que yo denomino sannyas. A través de sannyas te conviertes en srotapanna, entras en la corriente, reúnes valor y das el salto. Entre la orilla y la corriente media un salto cuántico. Están muy cerca, pero son totalmente distintas.

      La orilla nunca va a ninguna parte. Carece de crecimiento, nunca se mueve. Es estática, está estancada, anquilosada, muerta. Y justo al lado pasa un río, que va a alguna parte.

      Si tu vida no va a ninguna parte, entonces estás en la orilla. Entra en la corriente e inicia un viaje. Tu vida empieza a cambiar, a transformarse. Inicias una transfiguración, una metamorfosis, y a cada momento hay nuevas visiones que te abren sus puertas. Un día el río alcanza el mar. Ese día te conviertes en arhat, te disuelves en el mar.

      Primero srotapanna, luego skridagamin, a continuación anagamin, finalmente arhat. Ésos son los estados. Se trata de un marco referencial muy científico. De ser una persona mundana pasas a srotapanna e inicias el viaje.

      Basta por hoy.

      2. SÓLO LA NADA ES

      Dijo el Buda:

      «El shramana sin hogar cercena las pasiones, se libera de los apegos, comprende el origen de su propia mente, penetra en la más profunda doctrina del Buda, y comprende el dhamma, que es inmaterial.

      »En su corazón no alberga prejuicios. No ansía nada. No se ve obstaculizado por pensar en el camino ni se enreda en el karma. Sin prejuicios, compulsión, disciplina, iluminación, y sin ascender escalón alguno, y no obstante en posesión de todos los honores en sí mismo. Eso se llama el camino».

      Dijo el Buda:

      «Quienes se afeitan la cabeza y el rostro se convierten en shramanas y quienes reciben instrucción sobre el camino deben abandonar todas las posesiones mundanas y contentarse con lo que obtengan mendigando. Una comida al día y una morada bajo un árbol, y ninguna de ambas debe repetirse, porque lo que hace al ser humano estúpido e irracional son los apegos y las pasiones».

      Dijo el Buda:

      «Hay diez cosas que todos los seres consideran buenas, y diez cosas malas. Tres de ellas dependen del cuerpo, cuatro de la boca, y tres del pensamiento.

      »Los tres actos nocivos que dependen del cuerpo son: matar, robar y cometer adulterio. Los cuatro que dependen de la boca son: calumniar, maldecir, mentir y adular. Los tres que dependen del pensamiento son: envidia, cólera y pasión ciega. Todas estas cosas van contra el sacro camino, y por tanto son nocivas. Cuando no se practican esos males, hay diez actos buenos».

      Lo primero: el Buda insiste mucho en la idea de un sin hogar itinerante, en la idea del que carece de morada. No hay que comprenderlo de manera literal, pero la idea es muy importante. Si construyes un hogar, si levantas un hogar a tu alrededor, estás haciendo algo que no es posible en la naturaleza de las cosas. Porque esta vida es un fluido, esta vida no es más que momentánea. Esta vida no es estable, ni permanente, y estamos aquí tan sólo unos momentos. La muerte se aproxima continuamente; morimos a cada momento mientras permanecemos vivos.

      Alzar ese lugar, construir ese espacio, un hogar, es absurdo. Un hogar no es posible aquí. El hogar sólo es posible en la eternidad. El tiempo no puede ser convertido en un hogar, y si intentas hacerlo entonces te hallarás en una desdicha constante, porque lucharás contra la naturaleza; irás contra lo que el Buda denomina el dhamma.

      Dhamma significa simplemente tao, la manera en que las cosas son. Si quieres convertir en permanente un sueño, entonces sufrirás, porque un sueño no puede ser permanente. Su naturaleza es impermanente. De hecho, incluso es difícil repetir el mismo sueño. El sueño es ilusorio, y no puedes vivir en él para siempre.

      Considerar una vida permanente aquí, en esta orilla, en la orilla del tiempo, es una estupidez. Si fueses un poco inteligente, si fueses un poco consciente y pudieras ver lo que sucede a tu alrededor… Antes no estabas aquí, y llegará un día en que tampoco lo estés. ¿Cómo puedes crear un hogar? Puedes permanecer aquí como quien pasa una noche en un caravanserrallo, pero cuando llegue el alba deberás partir.

      Sí, puedes plantar tiendas, pero no puedes construir un hogar. Puedes contar con refugio, pero no debes apegarte a él. No deberías llamarlo “mi” o “mío”. En el momento en que dices que algo es “mío” estás cayendo en la estupidez. Nada te pertenece, nada puede pertenecerte.

      En la verdadera naturaleza de las cosas uno es un sin hogar itinerante. El tiempo es impermanente. Tiempo significa lo temporal. El tiempo no puede albergar ningún hogar eterno. Construir un hogar en el tiempo es construirlo en la arena, o como dibujar en el agua. Puedes hacerlo continuamente,