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© 2019 Trish Morey
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Amor en carnaval, n.º 2803 - septiembre 2020
Título original: Prince’s Virgin in Venice
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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I.S.B.N.: 978-84-1348-691-8
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
EL PRÍNCIPE Vittorio D’Marburg de Andachstein estaba harto. Aburrido. A pesar de ser el punto álgido de la temporada de carnaval en Venecia, a pesar de que iba de camino a la fiesta más exclusiva del festival, el príncipe playboy no podía ignorar la abrumadora sensación de frustración que le permeaba la piel y le calaba hasta los huesos.
O tal vez fuera el frío de la espesa niebla de febrero que le aguijoneaba la piel lo que provocaba que tuviera unos pensamientos tan cínicos respecto al carnaval. Era una niebla que convertía en invisible la mágica ciudad precisamente cuando las calles y los estrechos puentes estaban más abarrotados que nunca con oleadas de gente disfrazada compitiendo por un poco de espacio disponible, hombres elegantemente ataviados y mujeres para quienes la niebla no podía aguar el ambiente de emoción y la energía que acompañaba al carnaval.
Parecía como si la ciudad se hubiera desatado y fuera a celebrar la fiesta con niebla o sin ella.
Vittorio se abrió paso a través de la interminable oleada de personas agitando la capa a su paso. Cada minuto que pasaba estaba de peor humor.
La gente se apartaba sin saber por qué para dejarle paso. No pensó mucho en ello. Tal vez se debiera al disfraz de guerrero, una cota de malla y cuero azul adornada con brocado y cadena de oro, o quizá se debiera a su actitud como dispuesta a la batalla. En cualquier caso, era como si pudieran leer la hostilidad de su mirada mientras se dirigía a la fiesta más exclusiva de la noche.
Y todos podían verle los ojos. Vittorio había renunciado a jugar a ocultarse cuando era niño. No tenía sentido. Todo el mundo sabía siempre que era él quien se ocultaba tras la máscara.
Sus pasos se ralentizaron antes de llegar a la plaza que albergaba el Palazzo de Marigaldi. Normalmente, se hubiera sentido aliviado de llegar a su destino y escapar de la multitud… pero su padre acababa de darle hacía unos minutos por teléfono la noticia de que la condesa Sirena Della Corte, hija de uno de sus viejos amigos, iba a asistir casualmente al baile.
Vittorio resopló, tal y como había hecho cuando su padre se lo contó. Dudaba mucho que fuera «casualmente».
«Oportunamente» sería una palabra mejor. La mujer era una víbora humana envuelta en ropa de diseño que esperaba obtener un título nobiliario… algo que conseguiría si se casaba con él. Y su padre, a pesar de las enérgicas protestas de Vittorio, la había animado a perseguir su desesperada ambición. No era de extrañar que no tuviera ninguna prisa en llegar. No era de extrañar que, a pesar de haberle asegurado a su buen amigo Marcello que nada impediría que asistiera a la fiesta de aquella noche, el entusiasmo de Vittorio se había desvanecido desde la llamada de su padre.
Había ido a Venecia pensando que el carnaval le ofrecería una escapatoria a la asfixiante atmósfera del palacio y