demostró que sin un pacto de obras, la atribución del pecado de Adán a su posteridad no tendría sentido.58 Los puritanos consideraron, que la presencia de una promesa y de una amenaza que acompaña al mandamiento en Génesis 2:16-17, era una indicación de que no se trataba de una simple ley, sino de un pacto.59
El Pacto de Obras tenía una manera sencilla de funcionamiento: si Adán hubiera obedecido, él y su posteridad después de él habrían alcanzado la vida eterna, al ser sellados en inmortalidad e incorruptibilidad (1 Corintios 15:53); pero su desobediencia marcó la entrada de la muerte en el mundo. La caída puso a Adán y a toda su posteridad bajo condenación. El Pacto de Obras era condicional y no proporcionaba una manera de expiar el delito en caso de desobediencia. En la teología reformada, el Pacto de Obras es visto como la base para la justicia “punitiva” de Dios, por la cual la obediencia engendra bendición y la desobediencia trae maldición. Es el Pacto de Obras, lo que fundamenta el principio de “haz esto y vivirás” (Levítico 18:5; Gálatas 3:12), así como el principio de “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23; Hebreos 10:28). En virtud del Pacto de Obras, la vida eterna no puede ser dada gratuitamente, sino que debe ser ganada.60 Pero ahora, a causa del pecado, el Pacto de Obras es ineficaz para dar vida; sólo puede traer la muerte (Gálatas3:21; Romanos 8:3).
Los teólogos reformados, consideran que el Pacto de Obras se mantuvo en vigor después de la caída,61 pero que las características dentro de este pacto cambiaron después de la entrada del pecado en el mundo. Antes de la caída, el hombre se benefició de una relación con su Creador en la que, Dios era su Dios en virtud del Pacto de Obras. Si bien se mantiene la obligación de obedecer a Dios a causa de este pacto, el hombre caído perdió los privilegios del pacto, los cuales le garantizaban el favor de Dios, y el hombre se encontró a sí mismo, a partir de aquel entonces, bajo la ira de Dios. Mientras que Dios, siguió siendo Dios para todos los hombres, incluso después de la caída, el pecado originó que Él ya no fuera su Dios en una relación de pacto favorable. John Owen resume la concepción puritana del Pacto de Obras después de la caída, de la siguiente manera: “Y el hombre continuó bajo una obligación de dependencia de Dios y el sometimiento a Su voluntad en todas las cosas. [...] Pero esa relación especial de interés mutuo en virtud del primer pacto cesó entre ellos.”62
Los escritos de los Bautistas, muestran que compartían esta misma concepción del Pacto de Obras como sus contemporáneos Paidobautistas. Es sin embargo notable observar, que la Confesión de 1689 eliminó casi toda mención del Pacto de Obras que se encontraba en las confesiones de Westminster y de Savoy.63 El único lugar donde se hace referencia directamente del Pacto de Obras, en la Confesión de 1689, está en el capítulo 20 párrafo 1.64 No hay duda de que la Confesión de fe Bautista aprueba la doctrina del Pacto de Obras, pero lo que sucede es que la presenta de manera diferente. Es más, algunas formulaciones que se pueden encontrar en estas confesiones hermanas de fe, fueron rechazadas para evitar una redacción ambigua.65 Por lo tanto, son razones terminológicas, no razones teológicas las que explican la forma en que los Bautistas trataron el Pacto de Obras en su confesión de fe.
Si bien el federalismo Presbiteriano y el federalismo Bautista están de acuerdo sobre el origen, la naturaleza y la función del Pacto de Obras notamos sin embargo, una divergencia de puntos de vista sobre la relación entre este pacto y el Antiguo Pacto.
2. La Relación entre el Pacto de Obras y el Antiguo Pacto
El Nuevo Testamento presenta un contraste, o incluso una antítesis, entre la ley y la gracia (Romanos 6:14; Gálatas 2:21; 3:18; 5:4). ¿A qué se refiere la palabra ley en estos pasajes? Puesto que los Paidobautistas vieron el Antiguo Pacto como una administración del Pacto de Gracia en armonía con el Nuevo Pacto; según ellos, la oposición entre la ley y la gracia no significaba una oposición entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, sino más bien una oposición entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia. Por lo tanto, la ley a la que se refiere el apóstol Pablo, cuando él la contrasta con el Evangelio, sería el Pacto de Obras. Esta comprensión de ninguna manera afecta la definición del Pacto de Obras, pero si determina la definición del Antiguo Pacto y su relación con el Nuevo Pacto.
La mayoría de los teólogos Paidobautistas del siglo XVII entendieron que “no estar bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14), simplemente significaba no estar bajo el Pacto de Obras, sino bajo el Pacto de Gracia. Por ejemplo, Herman Witsius explica que estar “bajo la maldición de la ley” (Gálatas 3:10) no significa estar bajo el Antiguo Pacto, sino estar bajo el Pacto de Obras: “Pero muchas cosas prueban que nada se entiende por la maldición, sino la maldición del Pacto de Obras.”66 Cuando el Nuevo Testamento contrasta claramente el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto (2 Corintios 3), Witsius indica que éste es un contraste de grados en el interior del mismo Pacto de Gracia, y no un contraste entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia:
Yo respondo: el apóstol no hace aquí un contraste entre el Pacto de Gracia (como se administra después de la venida de Cristo) y el mismo Pacto de Gracia (en la forma en la que se administró antes), sino que contrasta el Pacto de Gracia (en toda su eficacia bajo el Nuevo Testamento) con el pacto nacional hecho con los hijos de Israel en el Monte Sinaí; [contrastando] un pacto espiritual a uno típico.67
Witsius no estaba solo en relativizar el contraste entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, para hacer absoluto el contraste entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia. Según Johannes Cocceius68 y Robert Rollock69, la ley bajo la cual nació Cristo y la ley que Él cumplió, fue estrictamente el Pacto de Obras. Thomas Boston, utiliza más bien el dualismo de los dos Adanes que encontramos en 1 Corintios 15: el primero, el propio Adán, y el segundo, Cristo. Boston aplica esta terminología a los pactos: el primer pacto, el Pacto de Obras, y el segundo, el Pacto de Gracia.70 La terminología de Boston, corresponde con la de las confesiones de Westminster y Savoy que llaman al Pacto de Obras “el primer pacto” y al Pacto de Gracia “el segundo pacto.”71 La comprensión de los paidobautistas, no consideró el Antiguo y el Nuevo Pacto como siendo antitéticos, sino aislaron solamente la antítesis entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia. John Ball representa este entendimiento exactamente, cuando escribe: “Algunos hacen con el Antiguo y Nuevo Testamento, como con el Pacto de obras y el de gracia, oponiéndolos en sustancia y género, y no solo en grado: y esto para introducir una distinción no existente.”72
Los Bautistas aceptaron sin ningún problema que la palabra ley, que se utilizaba como una antítesis de la palabra gracia, se referiría al Pacto de Obras. El párrafo 2 del capítulo 7 de la Confesión de 1689 dice lo siguiente: “Además, habiéndose el hombre acarreado la maldición de la ley por su Caída [...]”. Los Bautistas, sin embargo, se rehusaron a negar la continuidad entre el Pacto de Obras y el Antiguo Pacto. Para ellos, la antítesis ley/gracia reflejaba la antítesis Antiguo/Nuevo Pacto. Esta comprensión es obvia en esta cita de Benjamin Keach:
Aunque es evidente, que Dios más adelante repitió esta Ley de Obras al Pueblo de Israel más claramente y formalmente [...] (aunque no se da en dicha administración para vida, como lo fue para Adán); sin embargo (así como es dada) es por San Pablo con frecuencia llamada el Antiguo Pacto y el Pacto de Obras, requiriendo perfecta obediencia de todos los que estaban bajo ella.73
Keach y los otros Bautistas, creían que el Pacto de Obras se ratificó en el Antiguo Pacto, pero por razones diferentes a cuando se le dio inicialmente a Adán. Los términos del Pacto de Obras (Levítico 18:5) fueron repetidos, no para hacer una nueva oferta de vida eterna, sino para recordarle a los Israelitas los términos del Pacto de Obras original. Además, algunos Bautistas Particulares útilmente aclararon, que lo que el Antiguo Pacto en sí mismo ofreció bajo la condición de obras, fue vida y bendición en Canaán. Contrariamente a los Presbiterianos, los Bautistas entendieron la distinción de ley/gracia en el Nuevo Testamento, como un contraste entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, que era usada por Pablo, para demostrar el contraste entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia. Para los paidobautistas, la expresión “la maldición de la ley” se refería directamente al Pacto de Obras, mientras que para los Bautistas, se refería al Pacto de Obras pero siendo ratificado en el Antiguo Pacto. Así, con el fin de mantener la unidad y la continuidad entre el Antiguo