Silvia Marina Arrom

La Güera Rodríguez


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del Grito de Dolores con reposiciones y reimpresiones de esas obras, así como nuevas representaciones en publicaciones populares, en programas de radio y de televisión, y en blogs. Pero, hasta ahora, no se le ha dado la biografía que tanto merece.

      Entonces entendí que las representaciones de la Güera Rodríguez en los ciento setenta años transcurridos desde su muerte son en sí un tema digno de estudio. Al seguir su ascenso de la relativa oscuridad a la fama, la vi cambiar ante mis ojos de una Intachable Dama Aristocrática a una Patriota Atrevida Pero Finalmente Domada por un Hombre a una Mujer Sabia y, finalmente, a una Heroína Liberada. Y al tratar de encontrar a la verdadera María Ignacia Rodríguez descubrí que mucho de lo que yo creía saber sobre ella era ficción. También observé que una vez que aparecía una nueva historia, luego se repetía como cierta, incluso en algunas obras escritas por investigadores profesionales.

      Por eso decidí ampliar el enfoque de mi investigación, del intento inicial de escribir su biografía definitiva —que de todas formas iba a ser imposible por las lagunas en la documentación—, a también analizar las muchas representaciones de esa mujer que ha merecido calificativos tan dispares como “magnífica y extraordinaria”, “astuta”, “pícara”, “seductora”, “libertina”, “depravada”, “ninfómana”, “dócil” y “feminista”. De hecho, la Güera ha sido tema de tantos mitos que es difícil deslindar a la mujer de la leyenda.

      Sin embargo, he tratado de separar la verdad de la ficción. La primera mitad de este libro presenta lo que he podido documentar sobre su vida, mucho de lo cual ha sido ignorado —o distorsionado— en textos posteriores. Se nos perfila como una señora de alta sociedad bella y vivaz que confrontó muchas vicisitudes con gran tenacidad, pero que no desafió las normas sociales ni jugó un papel central en la revolución de Independencia. Aun despojada de los mitos que han nublado nuestra visión, la historia real de María Ignacia Rodríguez resulta tan interesante que no necesitaba ningún adorno pues su vida tuvo momentos dramáticos, divertidos y también desgarradores. Y arroja nueva luz sobre la vida cotidiana durante una época para la cual tenemos pocos estudios de historia social y aun menos biografías. También confirma las recientes investigaciones que cuestionan múltiples estereotipos sobre la mujer y el género en el siglo xix.

      La segunda parte del libro sigue la trayectoria de la Güera después de su muerte, desde su desaparición del arte y las letras mexicanas en la segunda mitad del siglo xix y su resurrección y transformación en el siglo xx hasta convertirse en ícono popular durante el bicentenario de 2010. Al examinar estas interpretaciones en orden cronológico pude ver cómo su personaje cambió con el tiempo y cómo cada nueva identidad reflejaba el contexto cultural, los valores y los objetivos de los narradores. Además, he tratado de explicar la atracción magnética que ha tenido para tantas generaciones de mexicanos.

      Si bien las dos partes del libro se pueden leer independientemente, cada una complementa la otra. Las narraciones creadas muchos años después de su muerte me dieron hipótesis que probar mientras investigaba su vida; y la biografía, a su vez, me permitió ver cuáles partes de esos relatos eran ficticios. Por ejemplo: ¿De veras tuvo relaciones ilícitas con Bolívar y Humboldt? ¿Su destierro de la Ciudad de México de veras fue por apoyar al movimiento de Hidalgo? ¿De veras fue la amante y consejera de Iturbide que le dio la idea del Plan de Iguala? ¿De veras acuñó el dicho “Fuera de México, todo es Cuautitlán”? ¿Manuel Tolsá de veras la usó como el modelo para su escultura de la Virgen de los Dolores en la Iglesia de la Profesa? Resulta que ninguna de estas afirmaciones —ni muchas otras— se pueden corroborar con documentos históricos, y algunas son rotundamente falsas. No obstante, al analizar las diferentes versiones de su vida que aparecieron en distintos momentos, pude rastrear la aparición de los “datos falsos” que posteriormente fueron incorporados a su leyenda. Y pude ver cómo, gradualmente, se fue creando su personaje mítico.

      Por lo tanto, este libro sirve como una meditación sobre la construcción de la historia. Las sucesivas transformaciones de su figura manifiestan la gran brecha que existe entre los acontecimientos históricos y la memoria de estos, porque la Güera Rodríguez de la cultura popular dista mucho de la mujer de antaño. También demuestran que la memoria histórica nunca es definitiva, porque la manera de presentar el pasado se actualiza constantemente según las necesidades del presente. Y nos recuerdan que tenemos que evaluar las narraciones históricas con cuidado, siempre preguntando quién creó cada texto, cuándo, con base en cuáles fuentes y con qué propósito. Espero que este estudio tanto de la mujer como del mito nos ayude a desarrollar nuestras capacidades críticas para poder evitar que nos seduzcan los datos falsos y los cuentos apócrifos.

      1 Calderón de la Barca, Life in Mexico, p. 141.

      2 Valle-Arizpe, La Güera Rodríguez, cita del prólogo titulado “Isagoge.”

      3 “Don José Villamil y Primo contra doña María Ignacia Rodríguez, 1802,” en Arrom, Mujer mexicana, pp. 63-107.

      4 Ver, por ejemplo, la Galería de Historia del Museo del Caracol que forma parte del Museo Nacional