más humanos. Esto lo entendió el apóstol Pablo cuando escribió: Si alguno está alegre, alégrense con él; si alguno está triste, acompáñenlo en su tristeza (Ro 12.15, tla). El amor y el humor nos hacen más humanos. Lo cierto es, que las cosas más serias, dichas con amor y humor, se hacen más memorables.
En el primer capítulo, el autor hace una Introducción al humor, trabaja definiciones, modelos y funciones. Cita a un autor a modo de resumen: “el humor hace seis cosas: lubrica las relaciones, corrige los desbalances de la vida, critica, maneja la realidad, integra a las personas y preserva el sentido del ser”. En el capítulo 2, examina el Humor en la literatura del Medio Oriente en la literatura universal, así captamos algo de “lo humano, lo complejo y lo poderoso del humor”. En el capítulo 3 comienza a hablarnos del Humor en el Antiguo Testamento y lo ve “como un asunto muy serio”. A partir del capítulo 4 hasta el 10 el autor trabaja pasajes bíblicos. Hallamos una forma si no nueva, diferente, de leer pasajes conocidos, los conocimientos del autor del hebreo y de las culturas semíticas, que percibimos en todo documento, son prodigados en el estudio bíblico en forma entendible, uno de los mayores logros del autor es la sencillez. Es sencillo sin ser simplista. Sin duda que caben otras lecturas, y no creemos que se pueda dogmatizar al respecto. Lo importante, desde mi punto de vista, es que Acosta ha logrado, hacernos percibir el sentido del humor en los escritos vétero testamentarios.
El capítulo 11, con el cual Milton Acosta redondea su magnífico trabajo está dedicado al Humor en la predicación, su tesis es: “el humor es un componente esencial de la naturaleza humana y de la comunicación humana”. Está dirigido particularmente a los pastores y predicadores de la Palabra de Dios, con la finalidad de que tomemos conciencia de uno de nuestros competidores: la televisión; del cuidado que el liderazgo debe tener al preparar el culto dominical, cuando se programa “el sermón a la hora del calor, el hambre y el cansancio”; a la vez que propone un desafío: los dirigentes cristianos debemos esforzarnos “por cautivar la atención del auditorio con la palabra y la Palabra”.
Animo a todos mis colegas pastores, predicadores y maestros de seminarios, institutos bíblicos y escuelas dominicales a leer y estudiar este libro con atención, reflexión y oración, porque este texto sobre el humor en el Antiguo Testamento es cosa seria.
Rev. Pedro Arana Quiroz
Lima, miércoles, 15 de julio de 2009
Prefacio
Es más fácil reconocer el humor que explicarlo con humor.
—Jonathan Perry
El humor antiguo parece tener poco poder sobre los músculos modernos.
—Nathaniel Hawthorne
En el Antiguo Testamento tal vez lo que más hay es mal humor.
—Sadrac Mesa
Una pizca de humor suaviza el regaño.
—James Crenshaw
Estas cuatro citas resumen el contenido de todo este libro. La primera es la posibilidad de hablar seriamente del humor, contra la exigencia de algunos, según la cual, para poder hablar del humor, se debe ser chistoso. Pero esta es una demanda injusta, porque sería como decir que para hablar de poesía, tendría que hacerse en verso. Una cosa es recitar poesía y otra disertar sobre la poesía. Claro, tampoco se deben ignorar las palabras de G. B. Shaw: “No hay síntoma literario más peligroso que la tentación de escribir acerca del ingenio y del humor [porque] indica una pérdida total de ambos”1.
La segunda cita tiene que ver con la interpretación de textos antiguos en relación con las sutilezas del humor. Hay mucha distancia que salvar entre el Antiguo Testamento y nosotros hoy: lingüísticas y literarias, históricas y geográficas, sociológicas y culturales. Con frecuencia, los eventos escritos de modo humorístico, no necesariamente lo fueron cuando ocurrieron, pero sí podemos observar la intención comunicativa humorística. Este libro trata principalmente de humor escrito y literario antiguo. Reconocemos la dificultad de la empresa y haremos lo posible por no transitar mucho por el camino de la especulación, ni con la meta de ser chistoso.
La tercera cita nos obliga a demoler esta afirmación: “qué va a haber humor en el Antiguo Testamento”. Partimos del siguiente presupuesto: no lo vemos porque no lo esperamos.
La última cita es una invitación a reconocer que en la Biblia existe una forma de hacer teología que se sirve del humor para decir verdades difíciles de recibir. Los escritores bíblicos, aunque inspirados, no eran menos humanos que nosotros, ni en su vida cotidiana ni en su literatura.
Existen dos acercamientos al humor en la Biblia, uno más común que el otro. El primero son los chistes que la gente hace a partir de algún personaje o evento bíblico2. Generalmente son chistes tontos, y en muchas ocasiones irreverentes. El segundo acercamiento consiste en el reconocimiento del uso intencional del humor como instrumento retórico para comunicar un mensaje y persuadir al lector a creer y hacer algo. Naturalmente, este libro usará el segundo acercamiento.
La idea de estudiar y comprender el humor en la Biblia nació en un curso de Historia de Israel en Trinity Evangelical Divinity School. En esa clase, el profesor K. Lawson Younger hizo una breve representación de un rey arameo llamado Ben-Hadad, quien estaba borracho, en pleno mediodía, con otros treinta y dos reyes mientras tenían sitiada a Samaria (1R 20). Es decir, alguien poderoso en una condición indigna y en una situación seria. Ante la amenaza y las exigencias de los arameos, Israel decide no someterse y atacarlos. La borrachera de Ben-Hadad se demuestra cuando le avisan que Israel ha salido de la ciudad a atacar a su pueblo, y él da las siguientes instrucciones a sus militares: “si vienen en son de paz, tómenlos vivos; y si vienen en son de guerra, también tómenlos vivos”. Tan buena fue la dramatización de este rey borracho que al terminar el doctor Younger de contar la historia, todos los estudiantes espontáneamente lo aplaudimos. La moraleja es esta: si la historia bíblica se hace aburrida, será culpa de los profesores y predicadores, no de la Biblia. Esta es una historia donde el escritor bíblico nos cuenta las incoherencias de un borracho para reírnos con él del borracho.
El tema es importante porque en las prácticas antiguas de vasallaje, la forma como un enemigo era sometido determinaba el tipo de tratado que después se firmaría entre los dos reinos y el tipo de trato que recibiría el vasallo3. De todas formas, la lógica aceptada en las guerras de aquellos tiempos era que si alguien venía en son de paz, no había razón para matarlo; y si venía en son de guerra, no había forma de tomarlos vivos.
En la representación que hizo el profesor Younger del incoherente rey borracho, me di cuenta de que la Biblia al darnos esos datos tan puntuales, nos invita a imaginarnos la escena y a revivirla. Una vez imaginada, nos damos cuenta de que resulta cómica. No solamente dice que el rey está borracho, sino que muestra su comportamiento de borracho. Así, poco a poco me fui convenciendo de que en la Biblia hay historias contadas en forma de comedia con inconfundibles componentes humorísticos.
Luego, en el año 2005, José Antonio Moreno, entonces Decano del Seminario Teológico Centroamericano en Guatemala, me invitó a dar unas conferencias bíblicas; tuve la osadía de proponerle el tema “El humor en el Antiguo Testamento”. Digo osadía porque el tema es enorme. Así que, sin el ánimo de ser modesto, lo que sigue no es más que una introducción al tema.
Este libro está basado en el estudio y lectura de textos diversos que incluyen la Biblia, biblistas, teóricos del humor (literario, filosófico, psicológico y sociológico), obras literarias y la realidad constatada en la experiencia. Pocos estudios le permiten a uno divertirse tanto mientras aprende, aunque, como veremos, el humor del que hablaremos es más bien serio, de mucha reflexión y poca risa. Así, pues, lo más irónico de todo esto es que, al igual que muchos tratados sobre el tema, nuestro estudio también será muy serio.
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