Milton Acosta

El humor en el Antiguo Testamento


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pues, el humor es una forma de antropología social crítica que nos “desfamiliariza de lo familiar, desmitologiza lo exótico e invierte el mundo del sentido común”. Tal es su fuerza que “nos permite ver el mundo como si acabáramos de llegar de otro planeta”49. Existen muchas obras literarias, programas de radio y televisión dedicadas a esto. Los líderes nacionales e internacionales son blancos favoritos de esta forma de humor. Por medio de este humor, muchos dicen más de lo que podrían decir “directamente”.

      Es importante notar en este modelo el humor que podríamos llamar “intramuros”. Cuando los habitantes de un país o región hacen mofa de sus propios problemas y defectos, es divertido para ellos. Se convierte en ofensa grave cuando la mofa o el chiste provienen de alguien ajeno a ese grupo, aunque el individuo “externo” y su grupo piense que es muy divertido. Deja de ser una burla de uno mismo y se convierte en una ofensa que pone al objeto del chiste en condición inferior. Por ejemplo, los enemigos de Aznar se podrán burlar todo lo que quieran de él en España, pero esos mismos enemigos no tolerarán agresiones contra Aznar fuera de España, por parte de un presidente de un país latinoamericano, por ejemplo.

      Pero en esto hay casos más trágicos. Todos hemos conocido las noticias de las caricaturas de Mahoma. La diversión de algu­nos europeos fue literalmente cortada por la reacción violenta de los musulmanes, que se sintieron profundamente ofendidos.

      Existe literatura seria dedicada a estudiar el uso del humor como arma política. Se cita normalmente a Aristófanes (espe­cialmente su obra Las ranas) como el primero que usó el humor en la literatura occidental para tratar asuntos serios de política. Ya en Egipto y Mesopotamia se había hecho lo mismo, aunque los escritos que conservamos de estos últimos son más cortos que los de Aristófanes. De esto hablaremos más en el capítulo siguiente.

      Dramático

      Existe también otra serie de clasificaciones importantes que probablemente de una u otra forma cabrían en los modelos ya mencionados: humor absurdo, humor existencialista, humor trágico. Como se puede ver, estas teorías tienen varios aspectos comunes entre sí y seguramente nos inclinamos más hacia una que hacia las otras. Dejamos el asunto allí, para mirar qué fun­ción cumple el humor en la sociedad.

      Función del humor

      Ya hemos aludido algo de esto; veamos algunos detalles adi­cionales. Como el lector habrá notado, el humor cumple una función social que va mucho más allá del entretenimiento. Por lo tanto, no se limita meramente a los chistes ni a las tonterías. Lo que sigue a continuación es una síntesis de tres funciones sobresalientes del humor en la sociedad: producir placer, mitigar el dolor y subvertir el statu quo.

      Producir placer

      Todos sabemos que es rara la persona a quien no le guste escuchar, aunque sea de vez en cuando, unos buenos chistes y reírse. En esta discusión existen diferencias, porque como hemos dicho, hay autores que diferencian lo cómico de lo humorístico como dos cosas distintas. Con una definición amplia, adoptada por muchos autores, podemos decir que un propósito fundamental del humor es entretener, divertir y producir placer. La literatura y los programas de radio y TV sobre el tema abundan tanto que no vale la pena citar a ninguno.

      Mitigar el dolor

      Los siguientes dos ejemplos tienen que ver con el humor de epitafios. Conscientes de la dificultad y la pérdida al traducirlos del inglés, estos dos casos ilustran bien el asunto:

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      Aquí yace Johnny Yeast (levadura);

      disculpe que no me levante.

Marco-abajo.jpg Marco-arriba.jpg

      Consagrada a la memoria de mi esposo

      John Barnes, quien murió

      el 3 de enero de 1803.

      Su hermosa y joven esposa,

      con sólo 23 años de edad,

      tiene muchas cualidades de una buena esposa

      y anhela ser consolada.

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      No sería exagerado afirmar, entonces, que no hay aspecto de la existencia humana del cual y en el cual el humor esté ausente. Es sabido por todos que hasta de la tragedia y en la tragedia es posible y común hacer humor. Mi papá tiene un par de comentarios que, por mucho que los repita, siempre nos causan risa en la familia. Cuando le informan de la muerte de algún conocido, él comenta con tono de sorpresa y profundidad filosófica: “Caramba, se está muriendo gente que nunca antes se había muerto”. Luego, cuando mi mamá le insiste que debe ir al entierro, responde con tono de indignación y reclamo: “No voy al entierro de ese señor porque cuando yo me muera, él tampoco va a ir al mío”.

      Un último ejemplo: en el año 1998 una pareja angustiada en Medellín observa por televisión los informes del terremoto en la ciudad de Armenia, Colombia, donde vivía sus familiares. Cuando se termina el informe del número de muertos por ciudades, resulta que donde han muerto más personas es en su ciudad, Armenia. El esposo salta de la silla y le dice a su esposa: “¡Mi amor, vamos ganando!”. Acto seguido, explotan en llanto.

      Subvertir el “statu quo”

      Sea que uno siga la escuela de Freud o no, lo cierto es que se hace humor a expensas de quienes cometen injusticia y opresión; es un humor liberador de deseos y pensamientos colectivos repri­midos. Ayuda a crear en la sociedad una conciencia de que algo anda mal y se lo debe cambiar. Tan poderosa es esta forma