href="#ulink_1f6020c4-37db-5a65-a529-3b4db9ac2f45">60 Figueroa Dorrego y otros, op. cit.: 17.
61 Winter, citado por Tubbs.
Capítulo 2
De Punt a Saramago:
El humor en la literatura del Medio Oriente Antiguo y en la literatura universal
Introducción
Aparte de aprender sobre las dificultades para definir el humor, en el primer capítulo notamos lo humano, lo complejo y lo poderoso del humor. En este capítulo queremos demostrar dos cosas: la presencia del humor en las culturas más antiguas y su abundancia en la literatura universal. Esto lo hacemos con el propósito de sentar el resto de las bases que nos faltan para justificar un estudio del humor en el Antiguo Testamento. Queremos ver la fuerza del humor en la literatura para comunicar un mensaje. Hecho esto, estaremos listos para mostrar en el capítulo 3 cómo el Antiguo Testamento utiliza el humor con habilidad magistral para comunicar mensajes o, si se quiere, para hacer teología.
La existencia del humor en el arte y la literatura del Medio Oriente antiguo, mundo del cual Israel es parte, es un asunto plenamente establecido62. Los libros de historia poco o nada dicen del asunto, simplemente porque se concentran en las guerras, los grandes eventos, los reyes y la geografía. Pero no se nos olvide que los antiguos también eran humanos. No nos parece exacto decir que “hay que reconocer que el humorismo como técnica empleada ex profeso es, sin duda, de fecha muy reciente”63, puesto que la técnica se reconoce en los géneros y en las formas específicas de los procedimientos literarios.
Los libros modernos sobre el Medio Oriente antiguo ocasionalmente afirman que estos pueblos eran fatalistas y religiosos, y que no tenían sentido del humor; pero eso es falso. No existe sociedad alguna que haya vivido sin humor, aunque, por causa de todas las distancias entre ellos y nosotros, no siempre resulta fácil interpretar exactamente qué se escribió con intenciones humorísticas en la antigüedad. En ocasiones, no es claro si un texto se escribió para ser humorístico o si se debe leer al pie de la letra64.
Como decíamos al comienzo del libro, al estudiar documentos antiguos enfrentamos muchas distancias: cronológicas, lingüísticas, geográficas y culturales; es decir, hay diferencias monumentales de cosmovisión, formas de pensar, presuposiciones y costumbres65. Por lo tanto, debemos proceder con cautela y limitarnos a los casos donde existe evidencia suficiente para creer que un documento o algún tipo de representación artística son de hecho humorísticos. Por otro lado, procuraremos siempre tratar aquellos casos en los que tenemos pistas suficientes y más o menos seguras para proponer cuál era la intención del texto o la representación en cuestión66.
Benjamin Foster clasifica el humor del antiguo Oriente Medio en las siguientes categorías y temas: Tabúes, derrota o pérdida de dignidad, sexo, sátira social, fábulas y caricatura, ironía, sarcasmo, comicidad (wit), proverbios y epigramas, historias chistosas, chistes políticos y étnicos, y de la condición humana67. Es decir, el tema no es aislado ni escaso de ejemplos.
De Asiria se recuerda más su poder, sus grandes construcciones, su implacable ejército y su crueldad (cf. Is 10.7), pero poco o nada se habla de su sentido del humor. Sin embargo, no hay duda de que los asirios tenían sentido del humor68.
De Babilonia se ha recuperado una carta en la cual un empleado le escribe a su jefe quejándose por sus condiciones de vida. Le dice que donde vive “no hay ni doctor ni albañil y que las paredes se están cayendo. Si no se arreglan las paredes, alguien se podría lastimar. ¿Será que su señoría podría enviarme un albañil —o por lo menos un doctor?”69.
Humor en textos del Medio Oriente antiguo
El humor en los textos, si funcionaba al igual que hoy, consiste en un juego de palabras, una sátira. Un ejemplo egipcio antiguo de sátira es el texto llamado “La comparación de profesiones”, también conocida como la “Sátira de los oficios” (1950–1900 a.C). Según Foster, hay muchos ejemplos que demuestran la actitud despectiva del escriba hacia las personas que se dedicaban a otras profesiones cuyo trabajo no requería de la escritura70. En este texto, el escriba se burla de todos los demás oficios por considerarlos inferiores al suyo. Por eso, dice la sátira, hay que amar los libros.
Escribir es lo mejor que hay en el mundo; una vez que lo conoces, lo amarás más que a tu propia madre. Sólo quienes saben leer y escribir pueden aspirar a ser diplomáticos y a ocupar cargos importantes. El resto de los oficios […]. El herrero tiene las manos como garras de cocodrilo, hiede más que pescado podrido; el escultor aburre con su cincel, cuando termina no puede ni levantar el brazo y en la noche tiene calambres en la espalda y las rodillas; el que corta juncos en los pantanos termina comido de las garrapatas y los mosquitos; el alfarero anda bajo tierra, escarba en el barro más que un cerdo, sus ropas se ponen tiesas por la arcilla, el aire que respira viene directo del fuego; el albañil come con las manos sucias de tierra, se le cansan los brazos de tanto revolver tierra; el campesino chilla más que pájaro de guinea, grita más que un cuervo, tiene las manos hinchadas y huele muy feo; por eso, no hay profesión como la del escriba, él es su propio jefe, todo porque sabe escribir71.
Como se ve, en otras épocas quienes estudiaban ganaban buenos sueldos y se daban la buena vida72.
De finales del segundo mileno egipcio, antes de la era cristiana, tenemos “El informe de Wenamun” sobre sus actividades en Biblos, Fenicia, enviado a las autoridades de la época. La historia se localiza en el tiempo del rey Smendes (1075–1049 a.C.). Wenamun llega a Biblos para comprar cedro del Líbano para la construcción de una barca para el dios egipcio Amun. Pero a Wenamun todo le sale mal; no termina de salir de un problema cuando ya ha caído en otro. Primero, y acabando de llegar, le roban el dinero de la compra y nadie lo ayuda a capturar el ladrón. Después, el príncipe de Biblos no reconoce a los dioses ni a los reyes egipcios como para entregarle la madera sin dinero. Después de varios meses y cuando finalmente lo convence de que le dé la madera y está listo para zarpar, aparecen barcos de unos extranjeros (Tjeker) y lo mandan a capturar.
A Wenamun no le queda más que llorar. El príncipe de Biblos le manda vino, comida y alguien que le cante para calmarlo; le dice a los extranjeros que no pueden apresar a Wenamun en su territorio, sino en altamar. Así, Wenamun se escapa y llega (probablemente) a Chipre (Alasiya), donde la reina Hatiba le da asilo73. Desafortunadamente, el final de la historia no se ha preservado, pero se puede observar la ironía y la sátira política donde un egipcio representa a Egipto y a sus dioses sin poder y sin credibilidad internacional por medio de las penurias que sufren los emisarios del mismo faraón. Están totalmente desprotegidos.
Ahora pasemos a Mesopotamia. Rivkah Harris ha argumentado recientemente que la inversión de la pirámide de los roles de los sexos en la Épica de Gilgames es “una característica esencial del humor y la comedia en esta época, lo cual debió haber sido muy atractivo para los antiguos”. Lo que ocurre es una especie de carnaval en donde se celebra temporalmente la anarquía