de todas las tretas que les juegan a sus amos. Igualmente chistoso es que se decida quién es mejor poeta, si Esquilo o Eurípides, pesando sus versos en una balanza. El problema es que no hay hombre sensato que haga de juez. De todos modos, pesan los versos. En tres ocasiones gana Esquilo. Primero porque su verso tiene un río que pesa más que las alas del verso de Eurípides. Segundo, debido a que tiene muerte, y este es el más pesado de todos los males. En el tercero, Esquilo pone carros y muertos, y gana otra vez. Hacia el final de Las Ranas, Dioniso pregunta cómo se puede salvar a la república de malos ciudadanos y malos gobernantes.
“El Quijote”, de Cervantes
La gran obra de Cervantes, El Quijote de la Mancha (1605–1615), es en su totalidad una parodia, una obra satírica, es decir, una burla de las canciones tradicionales del romancero castellano y de caballería. El Quijote pierde contacto con la realidad precisamente por leer demasiadas novelas de caballería. Hoy en día se ofrecen múltiples lecturas del Quijote, pero, cualquiera que sea, siempre da risa83.
En primer lugar, según declara el mismo Cervantes en su prólogo al Quijote, su obra es un ataque a los romances de caballería; esto se observa sin dificultad en el hecho de que la ridiculez de Don Quijote como caballero es extrema y con ella se mete en innumerables problemas, al tiempo que, con la complicidad de Sancho Panza, hace daño a muchas personas. Desde hace un par de siglos, y con la ayuda del Romanticismo, la lectura del Quijote ha sido más benigna, al verlo como un idealista noble que se choca con la cruda realidad, lo cual hace que su vida termine en una tragedia84. Así se invierte el personaje picaresco de la literatura española que anda por todos lados aprovechándose de la gente ingenua, pues don Quijote es el ingenuo y la gente no le cree ninguno de sus cuentos. Por eso, hasta el mismo Sancho se burla de él al decirle un día: “Más bueno era vuestra merced para predicador que para caballero andante”.
Una tercera lectura del Quijote es la de don Miguel de Unamuno, para quien el Caballero de la Triste Figura es “Nuestro Señor Don Quijote”85. En esta novela se muestran las ansiedades e incongruencias de la vida humana, más allá de las obras de caballería. Don Quijote realiza grandes expediciones en nombre de doña Dulcinea, pero al final queda totalmente exhausto y listo para morir86. Es el hombre que toma todas las cosas tan en serio que termina viendo todo distorsionado. Así, actúa de tal manera que, al tiempo que da risa, también da lástima. Unamuno afirma que Sancho no cree las locuras de su amo, no es estúpido. Don Quijote, por su parte, tampoco lo es, se trata de un loco desesperado. De este modo, “Nuestro señor Don Quijote es el ejemplar del vitalista cuya fe se basa en [la] incertidumbre, y Sancho lo es del racionalismo que duda de su razón”87.
“Los niños”, de Swift
Otro autor reconocido por el punzante humor en sus obras es el irlandés Jonathan Swift. Su obra más popular es Los viajes de Gulliver, pero aquí queremos referirnos a otra: Una modesta propuesta (1729). Esta pequeña obra está cargada de un humor negro inconfundible. Algunos la consideran de las mejores obras literarias cortas en idioma inglés. Muestra de manera magistral cómo funciona la sátira88.
Con el fin de aliviar los problemas económicos de su época, un experto interesado en el progreso propone un plan nacional de producción. Los dos problemas económicos principales son el alto índice de natalidad y la escasez de alimentos.
La solución propuesta es la cría de niños de engorde. Se trata de seleccionar los niños más saludables del país para engordarlos y venderlos en el mercado como carne: guisados, fritos, al horno o hervidos.
Lo que hace Swift en esta obra es sacar a la luz planes reales de algunos contemporáneos para expulsar a los irlandeses de Irlanda. Es decir, por medio de esta sátira llena de humor negro, Swift denuncia planes macabros que otros tienen contra ellos, al considerarlos y tratarlos como menos que humanos:
Es decir, en relación con un sistema en el que la pobreza y sus consecuencias de indigencia, enfermedad, hambre y falta de gobierno se dan por sentado, la propuesta de organizar a los “salvajes” con un modelo de cría de animales es el siguiente paso lógico de tal economía. El tabú humano contra el canibalismo hace que la propuesta sea chocante para los lectores de cualquier tiempo y lugar, pero la propuesta de Swift está construida sobre el hecho de que tal tabú en la práctica ya ha perdido sentido89.
Así, lo que la propuesta hace es ponerle un orden a lo que ya de todos modos existe. Es decir, si las prácticas económicas están devorando a la gente, lo que resta es sistematizar el canibalismo. De esta forma, Swift eleva la sátira al grado de metáfora para mostrar cómo los ingleses de su época devoran a los irlandeses con sus prácticas económicas opresoras. Pero, la obra también es autocrítica, porque denuncia a los mismos irlandeses por ser agentes activos de su propia degradación.
El humor negro de la obra está en la propuesta de un canibalismo bien organizado en el que se usa todo el lenguaje de la cría y engorde de animales, acompañado de las descripciones de preparación y consumo de carne de primera. Además, el narrador insiste en que su propuesta no es inhumana, ni cruel como otras que se han hecho: “El monstruo de Swift [el autor ficticio de la propuesta] es un hombre convencido de sus buenas intenciones, empoderado por un vocabulario científico (economía) y una lógica que le permite pensar en los seres humanos y en las vidas humanas como meros números que se pueden arreglar y controlar90. La obra invita al lector a preguntarse, en todo este sistema económico que devora personas como si no fueran humanos, ¿dónde está usted?
Esperando a Godot
Del siglo xx, otro irlandés que incluimos en esta selección es Samuel Becket. Su obra Esperando a Godot (1953)91, escrita originalmente en francés (En attendent Godot), ha sido clasificada como teatro del absurdo, nuevo teatro o antiteatro92. Gira alrededor de los diálogos de dos hombres ya viejos (Vladimir y Estragón) que esperan la llegada de un tal Godot. El desconcierto del lector/espectador es total por varias razones. No se sabe si Godot existe; y si existe, no se sabe si va a venir. La obra no tiene un clímax; los personajes no sufren ningún cambio; no se hacen ni mejores ni peores; siempre dicen lo mismo vez tras vez. Su frase favorita parece ser “¿y ahora qué hacemos?”; en un momento hasta consideran suicidarse, pero como no saben cómo hacerlo, ni logran ponerse de acuerdo en cómo ni quién se suicidará primero (por desconfianza mutua), no se suicidan.
El que no pase nada significativo en esta obra es precisamente el propósito: mostrar que la existencia humana es un despropósito y un absurdo completo. Los seres humanos se pasan la vida esperando que pase algo que cambiará su destino, pero nada ocurre; y, como en la obra, tal vez pasa, pero ni cuenta se dan; y si se hubieran dado cuenta, tampoco habrían cambiado las cosas en nada93.
Becket usa para el humor la técnica de la repetición, en este caso, de palabras y comportamiento absurdo. La obra tiene por lo menos dos lecturas posibles. Por un lado, se puede pensar que se trata de una apreciación de la existencia humana: la vida no tiene sentido ni propósito. Por otro, puede ser una crítica a las personas que tienen fe: se pasan la vida esperando que Dios venga y haga algo, pero nunca llega94; y si llega, ni cuenta se dan, porque nada cambia.
Aparte de que uno acepte o no acepte alguna de estas dos lecturas, no se puede negar que la obra es un profundo análisis de la psiquis y esperanza humanas. El ser humano