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Verdad, historia y posverdad


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conservados en la memoria colectiva.

      Antes de comentar el desarrollo de la segunda estrategia, hay que señalar que la evidencia documental de la vida de Pomares es inexistente, más allá del cuento señalado. Desde la década de 1950, José Varallanos, historiador dedicado a Huánuco, había hecho notar la ausencia de documentación que certifique la existencia del personaje (1959). No solo eso, las indagaciones contemporáneas no han encontrado huella documental de su presencia en el Ejército. Evidentemente, esto no anula la posibilidad de su presencia real —aunque suene irónico, es prácticamente imposible demostrar que alguien no existió—; sin embargo, esta ausencia documental echa sombras de duda sobre aquellos que defienden su existencia real. Por ello es tan importante la segunda estrategia, en sentido inverso al tiempo, pues muestra que la tradición local lo tiene por existente al incorporarlo como nombre de instituciones, espacios públicos, etcétera. Aparte de los casos mencionados, se puede agregar su uso como nombre de un pueblo joven, un centro de salud, tres colegios y una calle.

      Por último, resulta central, y quizás igualmente revelador, el reposicionamiento de Pomares como un líder indígena y campesino, representante genuino del verdadero patriotismo popular, lo que incluye variables de etnicidad y clase incorporadas en el imaginario de la Guerra del Pacífico, tal como lo comenté al principio. De este modo, se lo describe en diversos testimonios escritos y orales como «indio oscuro y humilde», que no solo disparaba contra los invasores con valentía, sino que también sería el autor de la pedrada que mató al oficial chileno (AP, 2018, p. 29), lo que contradice la versión de López Albújar, según la cual fue un disparo de carabina, sin autor identificado, el que causó la muerte del militar. Por ejemplo, el testimonio de Saturnino Arratea (82 años), sostiene que Pomares «mató de un hondazo al teniente Salvo […] me contó mi abuelito cuando era niño» (2018, p. 42).

      5. Cuando buscar la verdad puede ser de mal gusto

      Como es de conocimiento general, se supone que los historiadores buscamos la verdad de los hechos, aunque no siempre es fácil llegar a ella. Nos hallamos aquí ante un caso complejo: la evidencia documental no parece sostener la presencia de un campesino de apellido Pomares; los hechos sí están documentados, pero no así la existencia del personaje, más allá del cuento de López Albújar. Sin embargo, como he sostenido, su relato se ha convertido en canónico y punto de partida para completar los detalles que sostienen su heroica historia. Como historiadores, la tentación de abordar el problema con el objetivo de demostrar la existencia o inexistencia del personaje es bastante grande, pero, pienso, se debe evitar agotar la investigación en un aspecto que, a pesar de lo aparente, no es lo trascendental de la historia. ¿Es importante intentar esclarecer qué pasó y quién fue el personaje? ¿No será más útil preguntarnos por qué los aspectos que son claramente ficción en esta historia adquirieron categoría de verdad, es decir, de historia?

      En este momento, intentar una respuesta a esta pregunta sería demasiado pretencioso; sin embargo, sí puedo señalar algunas pistas. La primera es que con la autoridad de Basadre no se puede competir. El afamado historiador, al recoger la historia por medio del cuento —por más que haga la salvedad de qué aspectos le interesan del relato—, terminó, quizás a pesar de sus intenciones, por consagrar la narrativa literaria como histórica. En ese sentido, los interesados en que Pomares se convierta en héroe nacional actúan con la academia de su lado. Lo segundo es que la existencia o no de este hecho heroico no es la única historia de la cual se tienen algunas dudas —si no, todos estaríamos convencidos de que Alfonso Ugarte se lanzó del Morro de Arica tal y como lo muestran las esculturas o sus representaciones, solo por citar un caso emblemático—.

      Por último y claramente más importante, lo valioso es reconocer detrás de la historia de Pomares la necesidad de reivindicar a otros «Pomares» que seguramente existieron y cuya historia no contó con un López Albújar que se interese por perennizarla. Uno de los testimonios citados es sorprendentemente lúcido. El abogado Juan Ponce, entrevistado en 1984, era consciente de las objeciones documentales de Varallanos, pero su respuesta es muy interesante:

      El personaje llamado Aparicio Pomares ha existido como hombre. No interesa que [se] haya llamado Pomares, Culque, Chahua o Mallqui. Haya nacido en Chupán o no. Sobre su figura habla mejor Teófilo de la Mata Funegra. Muchos dicen que fue guerrillero de Chupán. José Varallanos sostiene que no se llamó Aparicio Pomares ni fue de Chupán, ya que faltan pruebas instrumentales históricas, no existen partes chilenos […]. La tradición tiene fuerza más grande y dice que el hombre de la bandera se llamó Aparicio Pomares. Enrique López Albújar, escritor, recogió información de Ezequiel Ayllón y este en su niñez fue testigo presencial del hombre de la bandera. Aparicio Pomares, tal vez, fue seudónimo por causas obvias, puede ser que haya sido de Chupán, porque en ese lugar se gestó y organizó la milicia. Y desde tiempos inmemoriales ha demostrado la valentía y braveza de los indios de esa zona (AP, 2018, p. 27).

      Es decir, no importa si existió o no, sino qué y a quién representa. Por lo menos yo no tendré el mal gusto de ir en busca de una verdad que no aportaría nada a la comprensión de la complejidad; prefiero disfrutar de la maravillosa ambigüedad de la ficción, los hechos y su historia.

      Referencias

      Arrelucea, Maribel & Jesús Cosamalón (2015). La presencia afrodescendiente en el Perú, siglos XVI-XX. Lima: Ministerio de Cultura.

      Basadre, Jorge (2005 [1939]). Historia de la República del Perú, 1822-1933. Cuarto periodo. La Guerra con Chile, 1879-1883. Volumen 9. Lima: El Comercio.

      Cadena, Marisol de la (2004). Indígenas mestizos: raza y cultura en el Cusco. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

      Casalino, Carlota (2008). «Los héroes patrios y la construcción del Estado-nación en el Perú (siglos XIX y XX)» (tesis de doctorado). Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.

      Comisión Central para Declarar Héroe Nacional a Aparicio Pomares (2018). Huánuco.

      Cosamalón, Jesús (2018). El juego de las apariencias: la alquimia de los mestizajes y las jerarquías sociales en Lima, siglo XIX. Lima: El Colegio de México-Instituto de Estudios Peruanos.

      Earle, Rebecca (2005). Sobre Héroes y Tumbas: National Symbols in Nineteenth-Century Spanish America. Hispanic American Historical Review, 85(3), 375-416.

      Escajadillo, Tomás (2010). López Albújar: ¿narrador o juez? Revista de Crítica Latinoamericana, 36(72), 481-488.

      Gálvez, Carlos (2015). Francisco Bolognesi o la construcción del héroe. En Mauricio Novoa (ed.), Bolognesi (pp. 141-155). Lima: Telefónica del Perú-Ministerio de Defensa-Ejército del Perú.

      Ginzburg, Carlo (1981). El queso y los gusanos: el cosmos según un molinero del siglo XVI. Barcelona: Muchnik.

      López Albújar, Enrique (1970). Cuentos andinos. Lima: Juan Mejía Baca.

      Méndez, Cecilia (1995). Incas sí, indios no: apuntes para el estudio del nacionalismo criollo en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

      Méndez, Cecilia (2011). De indio a serrano: nociones de raza y geografía en el Perú (siglos XVIII-XXI). Histórica, 35(1), 53-102.

      Mendoza, Zoila (1989). La danza de los Avelinos, sus orígenes y sus múltiples significados. Revista Andina, 7(2), 501-521.

      Millones, Iván (2006). El mariscal Cáceres: ¿un héroe militar o popular? Reflexiones sobre un héroe patrio peruano. Íconos, 26, 47-57.

      Rohner, Fred (2018). La Guardia Vieja: el vals criollo y la formación de la ciudadanía en las clases populares (1885-1930). Lima: Instituto de Etnomusicología de la PUCP.

      Varallanos, José (1959). Historia de Huánuco: introducción para el estudio de la vida social de una región del Perú, desde la era prehistórica a nuestros días. Buenos Aires: Imprenta López.

      19 Mi agradecimiento a los comentarios que hizo Gonzalo Zavala a una versión preliminar de este texto.

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