Rafael E. López-Corvo

Diccionario de la obra de Wilfred R. Bion


Скачать книгу

a la invitación de un grupo de psicoanalistas innovadores que buscaban nuevos rumbos en los conceptos de Klein y seguidores. Atrás quedaba la familia: Parthenope, quien se había casado con Tálamo, un músico italiano y se había mudado a Turín para trabajar como psicoanalista. Julián se había graduado de médico mientras Nicola se había entrenado como lingüista. El cambio aportó a Bion esperanzas de libertad, una salida a la atmósfera inglesa que había en algún momento descrito como «sofocante», permitiéndole producir su magnum opus en la forma de una trilogía: Una memoria del futuro. «De haber permanecido en Inglaterra», dice Francesca (1995), «no hubiese sido capaz de expresarse en esa forma franca y reveladora». En el Epílogo a este libro Bion escribe:

      Toda mi vida he sido prisionero, frustrado, perseguido por el sentido común, la razón, memorias, deseos y —lo más grande y más temido— comprender y ser comprendido. Esto es un intento a expresar mi rebelión, decir «adiós» a todo. Es mi deseo, que ahora realizo como condenado al fracaso, de escribir un libro no manchado por ningún vestigio de sentido común, de razón, etc. (véase lo anterior) (F. Bion, ibíd., p. 13).

      No todo sin embargo fue color de rosas. Bion, quien para entonces ya desbordaba los 70 años, enfrentaría grupos antikleinianos que verían en él una amenaza al statu quo, a las viejas estructuras freudianas atrincheradas en la anacrónica «psicología del yo». Grotstein (1993) recuerda:

      Albert Mason había podido obtener el auditórium del Instituto de Los Ángeles para una presentación de Bion sobre la Tabla. La audiencia incluía ante todo a aficionados kleinianos, aunque un miembro curioso del grupo clásico también estaba presente. Después que Bion de improviso presentara su concepción de la Tabla, cuya grabación fue más tarde transcrita y publicada como uno de sus más importantes trabajos, este analista del grupo clásico comenzó a criticarle en relación con el contenido y planteamientos de su presentación, llegando hasta a acusarle de un «¡inglés pobre!». La respuesta de Bion fue: «Bien entonces, no existe nada que pueda decirse que no produzca más calor que la luz» (p. 61).

      En 1971 Bion se refirió a su relación con sus colegas en California como un «total fiasco», aunque en algún momento también habría dicho con su humor negro tan característico, que «si un analista era bien recibido, debería ser porque su trabajo era un fracaso». Sobre los californianos dijo:

      Ellos están perplejos porque no logran entenderme, aunque tienen cierto respeto por lo que no logran comprender. Existe, si no es que estoy equivocado, más temor que comprensión o simpatía por mis pensamientos, personalidad o ideas. No hay dudas de la situación —de la situación emocional— que pudiese ser mejor en alguna otra parte. Puedo decir lo mismo de Inglaterra... (C, p. 334)

      Para esta misma época, invitado por los argentinos, Bion fue recibido por Grinberg, quien, poco tiempo después, en 1972, publicó su bien conocido resumen sobre su trabajo. Grinberg (2000) recuerda el ataque verbal hecho por un analista senil que se había escurrido entre la audiencia y que llevó a Bion a expresar —después de un tenso silencio— que «alguien que había enfermado trabajando con algo tan terrible como la mente humana era digno de un gran tributo» (p. xx). Una ovación en grande en ese momento mostró que Bion se había ganado el corazón de los argentinos. Sin embargo, fueron los brasileños quienes privilegiados por la exuberancia amazónica se acercaron más a sus reminiscencias infantiles de la India. La justificación de esta hipótesis sobre el peso de la Amazonia, podríamos deducirla de un comentario hecho por Bion sobre el extraño sentimiento de familiaridad que le produjo la lectura del Mahabhrata, lo que le hizo suponer que la narrativa del texto sánscrito que ahora leía pudo haberle sido relatado por su nana en forma de cuentos. Pero para ser más justos, no podemos ignorar la calurosa acogida que la comunidad psicoanalítica del Brasil dio al «psicanalista mais grande do mundo», una comunidad sobre la cual recientemente Francesca (1995) ha dicho: «fueron encantadores, afectuosos, cultos, conocerlos y trabajar con ellos fue un verdadero placer» (p. 13). Bion a su vez les retribuyó con una claridad y un entusiasmo que nunca antes había dado a público alguno, fue un afecto mutuo de gran productividad y gran beneficio, cuyos momentos todavía vibran en la lectura de sus conferencias transcritas. Bion fue oscuro con los ingleses, parco con los americanos y dulcemente paciente con los brasileños. Resulta paradójico que cuando Francesca le reclamó la forma como postergaba la revisión de la lectura final de sus conferencias brasileñas —«era más fácil hacer que un niño tomase una medicina horrible»—, Bion le respondió: «No me agrada revisar mi propio vómito.»

      Una memoria del futuro

      Bion escribió dos tomos autobiográficos publicados por Francesca después de su muerte: El largo fin de semana (The long weekend) y Todos mis pecados recordados (All my sins re-membered)14, este último aderezado con cartas de familia que muestran al Bion apasionadamente enamorado de Francesca, al punto de que a los dos meses y algo de haberse conocido, ya se habían casado. Ambos libros podrían ser considerados como biografía de la historia consciente o manifiesta de Bion; en cambio Una memoria del futuro, al cual Bion se refiere como un libro de ficción, podría hacer pensar más bien en una autobiografía de su inconsciente. El texto consta de tres libros: El sueño, El pasado presentado y El ocaso olvido. El tamaño y la complejidad de su contenido ameritan un estudio aparte.

      La Tabla

      Bion intenta una visión ‘binocular’, holística y coherente de la mente, dentro de un espectro que abarca desde lo ultraespiritual hasta lo infrafísico, desde la iluminación de ‘O’ hasta la reproducción mesurable de un afecto dentro de las cuadriculaciones de la tabla. Si su intención y dedicación se tradujeron en una concepción global del ser, al investigarlo debemos también mirarlo dentro del contexto de esta totalidad: un Bion para el acto de fe y al mismo tiempo, otro para la geometrización de la mente y defensor de las contradicciones, quien pudo palpar la certitud en el corazón mismo de la incertidumbre. Después de todo, él ha argumentado, coloquialmente con frecuencia, sobre la posibilidad de observar la boca desde el ano, como un telescopio, y viceversa.

      Si se le mira desde el vértice de la Tabla, podríamos pensar que peca de un «positivismo cientificista», al intentar alimentar la ambición de construir una ciencia del hombre sin el hombre. Si lo miramos desde el otro extremo de un acto de fe, podríamos entonces condenarlo al «espiritualismo» o a la omnisciencia. Pero si mantenemos esta visión, estaríamos entonces cometiendo un pecado mayor, el de una terrible confusión: no es a Bion a quien habríamos de mirar la boca, sino a la mente y a sus dos caras que observan como Jano, una hacia dentro, hacia la rígida precisión de la biología y otra hacia fuera, hacia el inconmensurable devenir de lo intemporal. Es precisamente en esta evasiva perspectiva donde radica la absoluta grandeza de Bion. La Tabla está contenida en el texto de este diccionario, al cual referimos al lector.

      4 Definición tomada del Webster´s Ninth Collegiate Dictionary. Véase referencias.

      5 Vocablo con el cual designaba el temor irreverente que de niño sentía hacia su padre.

      6 Bion lo describe así: «Era imposible distinguir el sueño de la realidad. El ra-ta-ta-ta de la ametralladora alemana resonaba en tus sueños con un efecto pavoroso, en tal forma que cuando despertabas te preguntabas si en verdad estabas durmiendo» (WM, p. 94).

      7 Parthenope pudo haber sido un nombre escogido por Bion cuando leía la Eneida de Virgilio, allí se había utilizado para designar a una de las sirenas, mitad pájaro y mitad mujer, que con su canto inducía a los marineros al naufragio. Según la leyenda, después de fracasar con Ulises, las sirenas, incluyendo a Parténope, se inmolaron lanzándose al océano; su cuerpo apareció cerca de las costas de Nápoles, por lo cual los griegos bautizaron a la ciudad con el nombre de Partenópolis, aunque después de su destrucción fue reconstruida con el nombre de Neápolis, o ciudad nueva, de donde proviene su nombre actual de Nápoles. Por cosas del destino, también Parthenope Bion y su hija Patricia murieron en Italia en un trágico accidente automovilístico el 16 de julio de 1998.

      8