había hablado “del último hombre”, un hombre sin creencias, tradición, sin arraigo, familia, cultura, sexo, ni edad. Además, Marx anunció que el capitalismo “ha hecho que todo lo sólido se disuelva en el aire”. El ser tecnológico posmoderno, post estructuralista ha triunfado. El capitalismo reina ¿Qué piensan los pregoneros de la Fe? La estructura del sistema salvaje que subyace de fondo nos emboba. Es que cuando hablo de “estructura” me refiero a aquello que hay de fondo atrás de cada noticia. Los filósofos que debatieron el estructuralismo (corriente surgida en 1960 con un método único para el análisis del lenguaje, la cultura y la sociedad) fueron Sartre (1905-1980), Levi Strauss (1908-2009), Foucault (1926-1984), Lacan (1901-1981 con el aporte teórico que hizo al psicoanálisis, incorporando elementos de estructuralismo) y Althusser (partido comunista francés 1918-1990) con tesis marxistas inéditas. Se viven horas de enorme tensión y expectativas por los casos de abandono que salpican a todos. El auge Blade Runner, de alguien que corre en la era del biorobot, cambios climáticos, desempleo, inseguridad y violencia que en vez de ocuparnos, sólo nos preocupan. Ya los teólogos de la liberación nos advertían que no basta con hablar de ética. Ahora, vivimos es un mundo tan estructuralmente dañino, que no hace falta hacer daño para ser dañino. Oportunamente, ahora con el post estructuralismo, “El ser tecno” resucita la cara del emprendedor, que en acciones encuentra ayuda para realizar sus proyectos, y en otras se las tiene que arreglar con poco dinero o casi nada, con la contracara del sin sentido, de la promesas de cara bonita, pero incumplidas.
No obstante, me atrevo a hacer un paréntesis, pero sin ningún sentido moralizante. Algunos intelectuales de estos tiempos han denunciado “el terrorismo estructural”. La palabra estructura se escucha en sus mensajes. Es que la palabra estructura se refiere a aquello de fondo que nos daña y nos explota como seres sociales. Sin embargo, en este contexto, otros comentadores se detienen siempre girando en torno al mismo problema.
“El homo tecno” necesita del vicio del internet y el consumo desmedido para poder subsistir. La misma estructura del vicio genera ganancias, que permite que a algunos les sobre y a muchos les falte. Allí radica el origen de muchos males y vacíos estructurales de fondo actuales. Es decir, para redondear, veamos estas ideas abstractas en un ejemplo concreto: Detenerse en hablar horas y horas de una persona que puso una bomba, y no detenerse en pensar la estructura de fondo que hay atrás de ese hombre que puso la bomba, esa es la cuestión. La estructura misma del terrorismo mismo viene del sin sentido, de la violencia, falta de políticas de fondo, deshumanización, exclusión, indiferencia, fundamentalismos religiosos y del hambre. Detenerse horas en hablar de las tomas de terrenos y no ver la importancia de fondo detrás de esas tomas. El ser humano tecno encerrado en las estructuras de su pensamiento no encuentra alas para poder volar. El propósito de este libro es encontrar posibles alas del por venir en lo tecno.
Además, piénsese por ejemplo, que la corrupción le saca la producción, comida, y el sueño a la gente. Precisamente, atacar la estructura misma de la corrupción significaría devolverle al trabajador aquello que consiste en que sea trabajador. Devolverle al educador aquello que lo hace ser un educador. Devolverle a la persona lo que le hace ser persona. Devolverle el trabajo productivo será esencial para el ser humano post pandemia. Salir del ser de las promesas vacías para empezar a cumplir una vocación y un propósito. El abuso del celular, internet, exitismo, máquina, hace que nuestro cerebro carezca de sensibilidad y conciencia. La cultura del individualismo apela a la “fuerza simplista de la voluntad” de Nietzsche, que cada cual se las tiene que arreglar en este inhumanismo, pero en un mundo que no necesita de “lobos solitarios”, sino de “lobos solidarios”. Cambiar las estructuras significaría empezar a ver el poder como un servicio para ponerme en el lugar del otro, no para sacar alguna ventaja del otro, como un robot, casi explotado, nómade, solitario, y sin familia.
El sistema salvaje (el capitalismo originario termina desvirtuándose cuando nadie puede regularlo para distribuir las riquezas, y ello, alimenta todo tipo de bronca y reacciones frente a lo injusto), ha despojado al hombre de su dignidad por la especulación financiera (toda inversión a corto plazo que busca obtener ganancias en capital). En la era tecnológica actual se persigue el confort y el dinero. Habrá que empezar a pensar más seriamente sobre ese costo de ese auge de calidad de vida Y, cuando las máquinas empiezan a verse por todos lados y se hacen cada vez más complejas, el hombre debería revalorizar la simple estructura de ser cada vez más humana, para no dejarse aniquilar por la misma máquina. Precisamente, en este contexto del hombre tecno, postmoderno, post estructuralista, de la post verdad: ¿Si atacáramos aquello de fondo que nos explota no cambiaríamos la visión del mundo y del comportamiento actual?
Los nuevos filósofos
“A ustedes los nuevos filósofos les recuerdo que somos el gran siglo de abundancia’’. Entretenimiento, diversión, tecnología, satélites, relatos y comodidad, están al alcance de todos. La gran mayoría todavía puede acceder a la educación, tanto de aulas, de artículos, como de libros, Internet, de fe, gustos, y hasta del más preciado confort.
Nos sentimos seguros y fuertes ante lo añejo, creyendo tener todo bajo control, en medio de un revuelo único de gran estilo de noche loca, o envueltos en la distracción de una fiesta de escape en viernes o sábados por la noche, ante tanto temblor. Pero todo aquello que hemos recibido, hacemos, festejamos y sentimos: ¿Tiene todo ello algún por venir? ¿Tenemos una meta en común? ¿Nos sentimos llenos?
El ser es original en muchas cosas, pero lamentablemente, todavía no augura un culto de superioridad a lo de todos los días. La mayoría accede a la educación contención, pero pocos al conocimiento profundo. El universo de élites carece de espíritu filosófico, si observamos cada vez más, a una gran cantidad de especialistas, cuando pujan por algún puesto de reconocimiento o labor para no quedar segregados. Los eruditos especializados abundan compitiendo por doquier, y mientras tanto, la humanidad toda ignora a donde ir.
Las palabras de Nietzsche taladran con fuerza cuando afirmó implacable: “Los verdaderos filósofos son los que mandan y legislan’’. Estos pujantes y valientes obreros del pensar al estilo categórico ya escasean. Los grandes filósofos creadores de sistemas originales, transformadores, revolucionarios de principios, casi resultan meros recuerdos. Algunos sangran, al meterse en aguas profundas. Es que las letras se sienten impotentes ante tantos esclavos del saber. Los caudillos sobresalientes dominadores del conocimiento, desaparecieron. Y, por ello, naufragamos en un inmenso mar de chatura, placer, chimentos vagos de taquilla y de liviandad, que nos trae el último furor de la moda o novedad ¿Será necesario que aparezcan los nuevos filósofos creadores del hacer práctico cotidiano, para que sean escuchados ante la escasez de sistemas?
Mientras tanto, ¡Qué impotencia sentimos ante un escrito de Nietzsche o Borges! Que rareza ante tantas letras escurridizas que se las lleva el viento ¡Que incapacidad de lograr espíritu filosófico! Nietzsche, equivocado o no, cumplió con su misión de ser filósofo. Y ahora, en sus escritos eternos, sabemos como ubicarlo en la Filosofía. Aquél rebelde, hiriente, con su mente demoledora de dogmas dominantes. Un hacedor critico del conocimiento inquisidor, con las ideas del bisturí profundo, que da la disciplina, el rigor, y el talento único. Algo tan poco taquillero y para nada agradable ¿Actualmente nos esforzamos por ir a fondo? ¿Cómo nos posicionamos frente al pasado y al futuro?
Nos solemos ubicar ante la historia con una máscara para cada ocasión, y frente al futuro, con poca seriedad. Ante tanta incertidumbre ya casi nada nos interpela, ni sorprende, ni nada nos cae bien. La historia se nos sigue riendo en la cara, adueñándose de todo lo que nos rodea. Nuevos ropajes se coloca, cuando adapta sus variables estudiándoles servilmente, para que este sistema concentrador siga subsistiendo, pero sin una suficiente convicción de querer llegar a fondo.
¡Ay! ¡Qué misión envidiable la de ustedes los nuevos filósofos en lo tecno pospandemia! ¡Qué misión les espera! Sí, la de ustedes, la de los doctores que todavía curan, la de los maestros que enseñan en la precariedad, la de los políticos honestos, la de estudiantes con ansias de logros, la de aquellos policías que vigilan, y la de ciertos jueces que todavía legislan. ¡Si! A ustedes les digo: “Adelante, vale la pena’’. No se desanimen. Sigan luchando ustedes, porque serán, a partir de ahora: “Los nuevos