por décadas.
Manuel Silva Acevedo (1942), poeta de la llamada Generación de 1960. Estudió en el Instituto Nacional. Fue becado del Taller de Escritores de la Universidad Católica (1969). Trabajó durante 25 años como Creativo en publicidad. En 1990 abandonó esas labores, y comenzó su colaboración con la Editorial Universitaria, en donde, entre otras funciones, tomó a cargo ediciones de poetas chilenos como Ángel Cruchaga Santa María y Max Jara.
Componen su obra poética los títulos siguientes: Lobos y ovejas (1976), Premio Luis Oyarzún en 1972, concurso organizado por la revista Trilce y la Universidad Austral; Perturbaciones (1967), Mester de bastardía (1977), Monte de Venus (1979), Terrores diurnos (1982), Palos de ciego (1986), Desandar lo andado (1988), Canto rodado (1995), Houdini (1996), Cara de hereje (2000), Día quinto (2002), Bajo palabra (2004), Campo de amarte (2006), Lazos de sangre (2011). Un cierto número de antologías publicadas en Chile o en el extranjero recogen selecciones de estos títulos. La obra poética de Manuel Silva ha merecido desde temprano reconocimientos y premios, entre los cuales: Libro de Oro 1977 para su libro Mester de bastardía; Premio del Círculo de Críticos de Valparaíso (2003) por Día quinto; Premio Jorge Teillier (Universidad de La Frontera, 2012), y sobre todo el Premio Nacional de Literatura de Chile (2016).
Federico Gana Johnson
¡Con sumo gusto recuerdo grandes enseñanzas de Juan Godoy!
Entre las más preciadas enseñanzas recibidas durante mi paso por el Instituto Nacional, sobresale el regalo de haber sido alumno de don Juan Godoy, quien nos guió, primero, por el campo de la palabra escrita, pero, fundamentalmente, nos hizo saber de otros derroteros. Jamás olvidé (y las tengo en mi bitácora de las anécdotas juveniles más preciadas) cómo don Juan permitió que nos acercáramos al gozo del aprendizaje libre y no académico. Ocurría cada vez que había prueba de Castellano. Don Juan presentaba las preguntas y luego, haciéndonos ver que lo único que no aceptaría era la copia literal de las respuestas, se retiraba de la sala, con este comentario: «Comenten, discutan, conversen, saquen conclusiones. Para eso se quedan solos».
Y nosotros los niños, por ese arte de magia que siempre existirá, comprendíamos perfectamente que se nos estaba dando la posibilidad de volar, de imaginar, de ser libres. Quien nos abría así las puertas era este viejo profesor que llegaba apurado a clases, con su viejo abrigo gris y unos libros bajo el brazo, maestro al que estimábamos profundamente y con el que muchas veces nos topábamos en las fuentes de soda cercanas al Instituto. En ese ambiente leíamos Sangre de murciélago y nos cambiaba la manera de ver la vida. Hasta hoy, cuando ya la hemos vivido.
Fue en Cuarto o Quinto Año de Humanidades cuando olvidé asistir a un examen de Castellano de final de curso. Vaya olvido. Cuando al día siguiente aparecí por el liceo, supe que había aprobado el examen y que don Juan me había defendido ante la Comisión examinadora:
«Este joven usa la pluma. Bajo mi responsabilidad y en su ausencia, yo lo apruebo», había sentenciado.
Se lo agradecí y se lo sigo agradeciendo. De veras, don Juan Godoy es uno de los mejores tesoros que anido de mi juventud buscadora de ejemplos que sirven para mirar el día a día durante toda la existencia.
Federico Gana Johnson (1942) es periodista y escritor, con décadas de ejercicio profesional periodístico tanto en medios escritos nacionales e internacionales y televisión, como en Comunicaciones y Relaciones Públicas en empresas de la Gran Minería del Cobre chilena. Habitualmente participa como miembro del jurado en concursos nacionales y es asiduo guía de talleres literarios, especialmente en liceos de educación secundaria. Su creación literaria se ha manifestado en especial en el género del cuento a través de publicaciones tales como Los amantes del aire, El pescador de alegrías, Algunas verdades, En mi lugar (Catorce cuentos confesados). Entre sus publicaciones no estrictamente literarias se cuentan: Libro conmemorativo del Bicentenario del Instituto Nacional, Reencuentro con Federico Gana (novelista fundador del criollismo chileno, abuelo de Federico), proyecto seleccionado por el Consejo de la Cultura y las Artes).
Leonardo Barceló Lizana
Hace poco más de cincuenta años, hacia 1965, tuve la suerte de ser alumno del gran escritor chileno Juan Godoy. Fue mi maestro por tres años de la asignatura de Técnica de la Expresión en el entonces Instituto Pedagógico Técnico de la Universidad Técnica del Estado, de la Calle Ecuador. A través de sus lecciones pudimos conocer a los autores rusos Chejov y Turgueniev, así como también analizar la obra del mexicano Alfonso Reyes La experiencia literaria, y aquellas de tantos autores chilenos de la generación del 38.
Como profesor, Juan Godoy suscitaba a su alrededor una fuerte empatía con sus estudiantes; esperábamos sus clases con la certeza de que habríamos asistido, en cada ocasión, a una verdadera conferencia sobre el tema abordado, y esto en un clima de gran simpatía. Era un maestro no sólo a nivel de su inigualable prosa, que alcanzó las altas cimas de nuestra literatura, sino que era también un comunicador de primer orden, tanto a nivel de su expresión verbal, de su erudición y conocimiento pedagógico, como de su ingenio y picardía, cualidades que nos deleitaban.
Pude a veces conversar con él por los pasillos de nuestro Instituto y recibir sus sabios consejos, no sólo en lo que concernía a su materia, sino también sobre el terreno de la gramática española, de la que era un cabal conocedor, como da testimonio toda la riqueza de su estilo literario.
Recuerdo también que refiriéndose en cierta ocasión a los autores nacionales me lanzó, sin la más mínima afectación, que él era el mejor escritor chileno; afirmación suya que en un primer momento me dejó sorprendido, pero que supe apreciar como rasgo de sinceridad personal que la mayoría de los escritores, por el contrario, optan con mal disimulada falsa modestia por silenciar, con la oscura esperanza de que un tal reconocimiento, justo o no, venga sin más del prójimo.
De modo espontáneo se refirió asimismo, en tono de crítica jovial, a su hijo Ariel Godoy, quien era entonces, como yo mismo, corrector de pruebas de la revista En Viaje, y que venía de publicar en la imprenta de los Ferrocarriles del Estado un libro de cuentos titulado Tortugas y Amapolas: «Ariel –me dijo– está recién comenzando a aprender este oficio». Sin embargo, hay testimonio público impreso de un balance personal algo más matizado, por ejemplo, sobre su generación: «Los novelistas del 38 somos sólo cuatro: Nicomedes Guzmán, Lomboy, Coloane y yo…». Por otra parte, no olvido que durante una lección me preguntó ¿Qué era para mí la literatura? Ante tal interrogante, comencé balbuceando a tratar de hilvanar frases del tipo: «Es el espejo de la sociedad», etc., etc… Sonriendo, si no riendo, me repuso: «No seas pretencioso, a esta pregunta no ha contestado ni siquiera Sartre, y tú piensas tener la respuesta…».
En mis años de docente de Gramática Española en la Universidad de Bologna, he recordado a menudo a mi profesor de Técnica de la Expresión, y aprovecho la ocasión que se me ofrece de recordar su persona. Otros, con mayores méritos, han testimoniado ampliamente de lo que nuestra narrativa chilena debe a su gran obra, que es Angurrientos.
Leonardo Barceló (1948): Bachiller en Letras (1964); egresado del Instituto Pedagógico Técnico en la Asignatura de Castellano (1969); Doctor en Lenguas y Letras Extranjeras en la Universidad de Boloña (1977). Jefe del Departamento de Capacitacion Profesional de la Empresa de Comercio Agrícola, Chile (1971-1973). Docente de Lengua Española en las Universidades de Bologna (1981-2012) y Johns Hopkins, sede de Boloña (1986-1993). Encargado del Seminario sobre interculturalidad en la Facultad de Lenguas Europeas, Universidad de Módena (2002-2005), y en la Universidad Primo Levi de Bologna (2001-2004).
Aparte de numerosos artículos sobre interculturalidad y Socios política italiana y latinoamericana, ha publicado: El concepto de patria en la poesía de Pablo Neruda: Análisis cromático cualitativo (Istituto Linguistico Facolta di Economia