David Peace

GB84


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estará durmiendo ¿En la oscuridad? Ella estará despierta. ¿A la luz?

      Ve la parte trasera de la casa. Los jardines por los prismáticos…

      La carpa está puesta. Las bombillas de colores encendidas.

      Anochecerá. Pronto estará todavía más oscuro…

      Los generales en la casa con Wagner y Bruckner sonando bajo los retratos de Robert K. Jeffrey y A. K. Chesterton, las tropas borrachas en los jardines cantando canciones sobre negratas y morenos bajo las esvásticas y las cruces de San Jorge…

      Que no lo veas no quiere decir que no esté…

      Y él debe de estar aquí en alguna parte…

      La música se interrumpe. Empieza el ensayo…

      Las puertas de la casa que dan a los jardines se abren. Sacan el carrito. Descubren la falsa tarta con la esvástica. Noventa y cinco velas sin encender…

      El homenajeado con el cuchillo en la mano…

      El tío Adolf interpretado por Julius Schaub, alias Martin Peter Cooper.

      El Mecánico va a por el coche. A por los perros.

      Terry no podía seguirles el ritmo. Estaba agotado. Christopher y Timothy eran demasiado rápidos para él. Eran incorregibles. Louise tropezó con los adoquines. Rompió a llorar. Buscó a su padre. Terry dejó de perseguir a los niños y el balón. Volvió andando a través del césped. Louise señaló el rasguño de su rodilla. Terry se inclinó. Le dio un beso para que se curase. La cogió en brazos. La abrazó. Theresa salió de casa. Llevaba una bandeja con agua de cebada. El hielo tintineaba en los vasos. Miró a Terry…

      No habló. Nunca lo hacía. Theresa Winters se limitó a sonreír…

      Él tampoco habló. Nunca se atrevía. Terry Winters se limitó a devolverle la sonrisa…

      Guiñó el ojo a su mujer. Iba a dejarlos a todos pasmados.

      La semana pasada fue el ensayo general del acto principal. El aperitivo del plato principal de hoy. Neil Fontaine se ha puesto una chaqueta de trabajo para asistir a la cena. Ayuda al Judío a ponerse la suya…

      ncb en la espalda.

      El Judío está en medio de su suite con la chaqueta de trabajo puesta.

      —Donde fueres, haz lo que vieres, ¿eh, Neil? —comenta.

      —Eso me temo, señor.

      —Vamos, pues —dice el Judío—. No nos perdamos a Nerón y sus juegos.

      Neil Fontaine acompaña al Judío abajo. Atraviesan el vestíbulo del hotel. Salen al radiante sol de Sheffield.

      El Judío se pone las gafas de sol. Mira los helicópteros.

      Neil Fontaine lleva al Judío por las desiertas callejuelas. Hacia el ruido. Neil Fontaine lo lleva al salón de actos. Hacia las consignas…

      Eso es lo que el Judío ha ido a ver:

      El Congreso de Delegados Especiales del Sindicato Nacional de Mineros.

      Siete mil hombres en las calles. Un solo mensaje en sus labios…

      Sus chapas y sus pancartas.

      No votaremos.

      El Judío espera entre las sombras. Neil Fontaine se queda detrás de él.

      El Judío observa a la multitud. El Judío escucha a la multitud…

      Escucha sus vítores. Sus atronadores vítores.

      Un discurso tras otro de un orador tras otro…

      Contra el Gobierno. Contra la policía. Contra el Estado. Contra la ley.

      El Judío escucha la acogida. La atronadora acogida dispensada…

      No al Partido Laborista. No a la oposición parlamentaria. No a la democracia…

      Sino a la oposición extraparlamentaria. Y a su presidente.

      Se hacen otra vez con el triunfo, y también su presidente…

      Su triunfo. Su discurso triunfal:

      —Yo soy el guardián de las normas y quiero decirles a mis compañeros del sindicato que existe una norma por encima de todas las demás, y es que cuando los trabajadores están en huelga…

      »NO SE SALTAN LOS PIQUETES BAJO NINGÚN CONCEPTO.

      El Judío escucha. El Judío observa.

      Observa cómo su líder es alabado. Observa cómo sus delegados se dispersan…

      Observa cómo los hombres avanzan…

      Para coger botellas. Para coger piedras. Para atacar a la prensa…

      Las hileras de fotógrafos. La masa formada por los equipos de televisión.

      Para atacar a la policía y que la policía contraataque…

      Las peleas en los pubs y las unidades de arresto.

      El Judío entre las sombras. Neil Fontaine detrás de él.

      Es jueves 19 de abril de 1984…

      Jueves Santo…

      —Pero esto no es Gran Bretaña —susurra el Judío—. Esto es otro Nuremberg.

      —¿Qué coño es esto, Winters?

      Terry alzó la vista de sus cifras. Paul Hargreaves se hallaba detrás de su mesa. Len Glover estaba en la puerta. Paul le tendía un trozo de papel.

      Una carta. La carta.

      Terry dejó el bolígrafo. Se quitó las gafas.

      Len entró. Cerró la puerta.

      —¿Hay algún problema, camaradas? —preguntó Terry.

      Paul estampó la carta sobre la mesa de Terry…

      —Sí, hay un problema, camarada —contestó—. Tú eres el jodido problema.

      —¿He hecho algo mal? —inquirió Terry.

      Paul lo miró fijamente. Dio unos golpecitos en la carta.

      —Has cambiado esto —dijo.

      —¿Ah, sí? —preguntó Terry—. ¿De verdad?

      Paul alargó la mano a través de la mesa para agarrar a Terry. Len lo apartó…

      —¿Cómo que «de verdad»? —gritó Paul—. Sabes perfectamente que es verdad, joder. Eres un gilipollas arrogante, Winters. Arrogante y…

      —Entonces pido disculpas —dijo Terry—. Os pido disculpas a los dos, camaradas.

      Paul dio otro bandazo hacia la mesa. Len lo contuvo…

      —Era una buena oportunidad, y tú la has mandado a la mierda —gritó Paul—. A la mierda. Ya no hay nada. No hay reunión. Nada. Espero que estés satisfecho de ti mismo, camarada. Todo al carajo. Nada. ¿Estás contento ahora, camarada?

      —Cometí un error —dijo Terry—. Creía que el presidente había dicho que el cierre de minas y la pérdida de empleos no eran negociables. Creía que simplemente estaba replanteando nuestra posición. Lo siento.

      Len soltó a Paul. Paul miró fijamente a Terry Winters…

      Terry sonrió a Paul Hargreaves. Terry sonrió a Len Glover…

      Len sacudió la cabeza. Len abrió la puerta. Paul señaló a Terry…

      —Te tengo calado, Winters —dijo Paul.

      10. Yvonne Joyce Fletcher (1958-1984), agente de policía británica que murió de un disparo durante una protesta delante de la Embajada de Libia en Londres el 17 de abril