del mundo o a objetos formales y la certeza que tiene el Dasein de su propia muerte, la cual “es siempre la mía propia” y, por lo tanto, más originaria, más radical que la certeza que tenemos de los otros entes. “Aquella certeza de la muerte está cierta del estar-en-el mundo” (la cursiva es nuestra), es decir, no duda del estar-en-el-mundo y, por tanto, no se refiere a “un comportamiento del Dasein”, sino a la totalidad de la existencia del Dasein. Anteriormente se había señalado que solo en el adelantarse el Dasein está cierto de su ser más propio en su integridad. Ahora bien, las vivencias del yo y de la conciencia quieren estar ciertas del Dasein entero y propio, “del Dasein que soy yo mismo”. Pero, como este se abre solamente en el adelantarse, las vivencias y la conciencia no pueden tener por verdadera la evidencia que quieren.
15. Este párrafo habla del carácter indeterminado de la certeza de la muerte y se hace la pregunta acerca de cómo es posible que la certeza de la muerte que se abre en el adelantarse sea, sin embargo, siempre indeterminada en su cuándo. El Dasein en el adelantarse está abierto a “una constante amenaza que brota desde su mismo ‘Ahí’”, es decir, desde su propia existencia. En esta amenaza el Dasein se tiene que mantener sin atenuarla y esto le da su carácter a la indeterminación de la certeza. ¿Cómo es esto posible? Sabemos que todo comprender está afectivamente templado y este temple afectivo abre al Dasein a su condición de arrojado, es decir, al hecho de que “existe”. Ahora bien, este texto se refiere a lo que se había dicho en el parágrafo 40: “La disposición afectiva capaz de mantener abierta la constante y radical amenaza de sí mismo que va brotando del ser más propio y singular del Dasein es la angustia”. En la angustia el Dasein se encuentra puesto ante la nada de su posible no existencia. “El estar vuelto hacia la muerte es esencialmente angustia”. Este mantenerse en la angustia es tan fuerte que el Dasein lo convierte habitualmente en miedo, que no es sino la cobardía ante la angustia.
16. Este párrafo es un importante resumen de todo lo dicho anteriormente, es decir, de todo aquello que hace posible finalmente “la libertad para la muerte”. Esta frase está especialmente destacada en el texto de Heidegger.
17. Lo que se ha desarrollado hasta ahora es el estar vuelto hacia la muerte como posibilidad ontológica, pero queda pendiente una cuestión muy importante: ¿cómo es posible existentivamente esta posibilidad ontológica para el Dasein? Se ha visto la posibilidad del estar entero del Dasein solo desde una perspectiva ontológica, pero no se ha propuesto algún modo como sería posible vivir ónticamente esta posibilidad ontológica. La frase “ni imponérselo ‘desde fuera’” indica que es el propio Dasein quien tiene que ver desde sí mismo el correspondiente poder-ser óntico. En seguida, se formulan dos preguntas: 1. ¿Se proyecta de hecho alguna vez el Dasein en semejante estar vuelto hacia la muerte? 2. ¿Exige el ser mismo del Dasein un modo propio “de poder-ser que esté determinado por el adelantarse?
18. Habrá que indagar entonces hasta qué punto se da un testimonio en el Dasein de la posibilidad de un modo propio de estar vuelto hacia la muerte.
19. El problema que se nos plantea aquí es si acaso el adelantarse hacia la muerte, que hasta ahora solo se ha proyectado en su posibilidad, puede ser atestiguado ónticamente por el Dasein mismo. Y surgirá la pregunta por la relación entre la posibilidad ontológica del adelantarse hacia la muerte con el propio poder ser fáctico del Dasein.
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