Jorge E. Rivera

Comentario a ser y tiempo. Vol. III, Segunda sección


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que desde la caracterización que se ha hecho del modo impropio del estar vuelto hacia el fin, se podrá saber algo de lo que constituye el modo propio del estar vuelto hacia el fin.

      3. Esta comprensión propia no debe esquivar la posibilidad más cierta e irrespectiva del Dasein; no puede, por consiguiente, interpretar el estar vuelto hacia la muerte al modo rehuyente del uno.

      4. Se debe empezar por caracterizar el estar vuelto hacia la muerte en tanto que este es un estar vuelto hacia una posibilidad, y esta posibilidad es una posibilidad eminente. Estar vuelto hacia una posibilidad implica en el ámbito de la ocupación ejecutar algo. El Dasein tiende con ello a “acabar con la posibilidad de lo posible”. ¿Cómo? Poniéndolo a nuestra disposición. Por ejemplo, limpiar la mesa acaba con la suciedad y deja la mesa disponible para escribir sobre ella. Es lo que se dice en seguida: que el ocuparse de útiles a la mano tiene siempre un carácter relativo, de un para algo, “el carácter de ser de la condición respectiva”. El tema del presente análisis será solamente el modo cómo el afanarse ocupado se relaciona con lo posible. No se trata de un pensar estrictamente temático-teorético de lo posible en tanto que tal, ni menos de la posibilidad misma, sino que el análisis se referirá tan solo al “para qué” eso posible es posible.

      5. El estar vuelto hacia la muerte no tiene el carácter del ocupado afán por realizar algo, como es el caso de los entes que están-ahí o que están a la mano, y esto, porque el estar vuelto hacia el fin es un modo de ser del Dasein. En efecto, ocuparse en realizar eso posible que es la muerte significaría suicidarse y, por consiguiente, el Dasein acabaría justamente su posibilidad de estar vuelto hacia la muerte.

      6. Tampoco el estar vuelto hacia la muerte puede consistir en pensarla continuamente, calculando cuándo y cómo ocurrirá. De esta manera no se rehúye la muerte, pero sí su carácter de posibilidad queda disminuido por la voluntad de disponer de ella calculadoramente, es decir, como algo que depende de nosotros mismos. Estar vuelto hacia la muerte significa, sin embargo, comprenderla “en toda su fuerza como posibilidad”, interpretarla como posibilidad, y sobrellevarla, soportarla como una posibilidad abierta.

      7. Este párrafo se refiere a la actitud del “esperar” ante lo posible. También aquí hay un arrancarse de la posibilidad como tal, puesto que el Dasein se fija en la realización de lo esperado y en un posible acaso o cuándo o cómo lo posible puede llegar a ser real. La espera es un salto fuera de lo posible y un apoyo en lo real que se espera en toda espera de algo. “Partiendo de lo real y tendiendo hacia lo real, lo posible es arrastrado por la espera hacia dentro de lo real”. Y la muerte no es realidad, sino pura posibilidad.

      8. En este párrafo se compara el estar vuelto hacia la muerte en tanto que posibilidad del Dasein con cualquier otra forma de posibilidad. El texto denomina “adelantarse hasta la posibilidad” (nótese el “hasta”) a esta forma de estar vuelto hacia la muerte. La pregunta que sigue a continuación –“¿Pero no implica este comportamiento (…)?”–, es algo así como una objeción que se hace el autor a sí mismo. En efecto, la proximidad de lo posible habitualmente en todas las cosas que no son la muerte es la posibilidad de una realización; en cambio, en la muerte la proximidad de lo posible resulta precisamente un acabamiento total. Es lo que se señala en el texto diciendo que el estar vuelto hacia la muerte “es la máxima lejanía en cuanto a lo real”. Comprender esto para el Dasein es entender lo que pasa con la muerte. “La muerte es la posibilidad de la imposibilidad de todo comportamiento hacia (…), de todo existir”. Con la muerte se le cierra al Dasein todo pro-yecto. En la medida en que vivimos es obvio que nos acercamos hacia la muerte misma, pero ello no significa que la posibilidad de la muerte admita un más o un menos, sino que esta es “la posibilidad de la inconmensurable imposibilidad de la existencia”. Este adelantarse hasta la muerte es lo que hace posible por primera vez para el Dasein la posibilidad de la muerte y la deja libre en cuanto tal.

      9. El Dasein se caracteriza por estar siempre adelantándose. Por tanto, este adelantarse implica la abertura a su extrema posibilidad. Adelantarse al más propio extremo poder-ser abre al Dasein a la posibilidad de la “existencia propia”. Se nos dice a continuación que para comprender la constitución ontológica de la existencia propia tenemos que comprender en qué consiste concretamente este adelantarse hasta la muerte, es decir, este particularísimo “abrir anticipante” que es el de la muerte. Esta comprensión no quiere decir quedarse en una contemplación teorética de alguna cosa, sino experimentarse a sí mismo en el poder-ser que aparece en el proyecto. Por esto mismo, el texto nos remite al parágrafo 31 en el que se habla del comprender que “es siempre afectivamente templado”.

      10. En este párrafo se nos dice que el estar vuelto hacia la muerte abre al Dasein “su más propio poder-ser”. Al mismo tiempo, adelantándose a la muerte, el Dasein se escapa del mundo del uno.

      11. La muerte, junto con ser la posibilidad más propia, es una posibilidad irrespectiva, y esto quiere decir que el Dasein tiene que hacerse cargo por sí mismo de esa posibilidad de ser en que se juega su ser propio. En la muerte queda de manifiesto en forma muy particular la singularidad del Dasein. El adelantarse de la muerte aísla al Dasein en sí mismo. ¿Qué significa esto? No es que el Dasein quede solo, sin mundo y sin los otros, sino que es la vuelta del Dasein sobre sí mismo, es decir, la vuelta al hecho de ser-cada-vez-mío (Jemeinigkeit). En el modo propio de la existencia, aun cuando el Dasein está en la ocupación y en medio de otros, no está refiriendo su ser a los otros. Y esto es posible tan solo cuando el Dasein mismo se posibilita para ello. El Dasein no puede abandonar sus estructuras esenciales de la ocupación y la solicitud, pero precisamente a través de estas estructuras tiene la posibilidad de proyectarse a su modo de ser más propio y no hacia el uno.

      12. Este párrafo nos habla del carácter de insuperabilidad que tiene la muerte en el Dasein. Estar vuelto hacia la muerte hace al Dasein comprender que ante sí se abre la extrema posibilidad “de renunciar a sí mismo”. Adelantarse es algo distinto al modo impropio de estar vuelto hacia la muerte porque pone al Dasein en libertad frente a ella y nos permite comprender y elegir por vez primera en forma propia las posibilidades fácticas que se nos abren en la vida. Al comprender que ha de renunciar a sí mismo, el Dasein abandona un obstinado sujetarse a la vida. Estando libre, además, para realizar sus posibilidades más propias y comprendiendo y haciéndose cargo de la propia finitud, el Dasein echa fuera [bannt] aquellas posibilidades de la existencia de los otros que lo superan a él mismo, o bien, las fuerza, malinterpretándolas, a entrar en la propia existencia “renunciando así a su más propia existencia fáctica”. En otras palabras, el modo propio de existir del Dasein es lo opuesto a vivir la propia existencia teniendo como medida de referencia a los otros. El modo propio de existir del Dasein consiste en aceptar tanto su propio ser como el de los otros. Así el Dasein puede “comprender, como coestar, el poder-ser de los otros”. En la frase final se señala que el adelantarse hasta la muerte abre también las posibilidades anteriores al momento de morir y, por lo tanto, el adelantarse es lo que otorga la posibilidad del Dasein de poder-estar-entero, que era precisamente lo que se buscaba.

      13. En este párrafo se habla de la muerte en tanto que “es cierta”. “Estar cierto” significa que se está seguro de que algo es verdad. ¿Cómo se presenta al Dasein esta certeza de la muerte? Solamente en cuanto el Dasein se adelanta hasta la muerte como su poder ser más propio. Se resume todo esto en la frase siguiente: “La aperturidad de la posibilidad se funda en la posibilitación que se adelanta”. Nuevamente vemos en Heidegger una manifestación de que la verdad se presenta en una experiencia de vida y no en una meditación teorética. No es que primero se conozca la verdad teórica de que los hombres se mueren y que, por consiguiente, yo me voy a morir, sino que es en el hecho del adelantarse donde se nos presenta la certeza de la muerte. La certeza de la muerte es muy diferente a la certeza de las cosas que están ahí; la muerte no es algo que está-ahí. No se obtiene la certeza por la estadística de las personas que mueren. Las cosas que están ahí comparecen en su forma más pura en un descubrir contemplativo del ente en sí mismo. Este des-cubrir lo realiza el Dasein para conocer el ser de las cosas en las que se encuentra perdido y ello es una tarea del cuidado, de la Sorge que constituye el ser del Dasein (ver capítulos Quinto