“Son las seis, nos tenemos que ir”. Este es el aspecto fenoménico del tiempo; y de este aparece su concepción cotidiana y vulgar, en la que se despliega el concepto tradicional del tiempo.
14. En la medida en que se ha aclarado el origen del tiempo en el que se hace presente el ente intramundano, es decir, en el tiempo entendido como intratemporeidad, se aclara una de las posibilidades de temporización de la temporeidad. Esta nos prepara para la comprensión de una concepción aún más originaria de la temporeidad. En esta se funda esa comprensión del ser que es propia del ser del Dasein.
15. En este párrafo final se hace un breve resumen de los temas que se van a tratar en los siguientes capítulos, del primero al sexto.
LA POSIBILIDAD DEL ESTAR-ENTERO DEL DASEIN Y EL ESTAR VUELTO HACIA LA MUERTE
§ 46. LA APARENTE IMPOSIBILIDAD DE UNA APREHENSIÓN Y DETERMINACIÓN DEL ESTAR-ENTERO DEL DASEIN
1. En este párrafo se cuestiona la posibilidad de aprehender al Dasein en su ser entero, lo cual es necesario para alcanzar el haber previo del que se ha hablado anteriormente. Y hay importantes razones que justifican este cuestionamiento.
2. En efecto, el ser del cuidado parece contradecir la posibilidad de un estar-entero del Dasein, pues el “anticiparse-a-sí” quiere decir que “el Dasein existe siempre por mor de sí mismo”. Y esto significa que el Dasein se comporta siempre en relación a su poder-ser. Mientras el Dasein existe, y aun cuando se está muriendo, se anticipa a sí mismo. La desesperanza no arranca al Dasein de sus posibilidades, sino que es un modo muy peculiar del estar vuelto hacia estas posibilidades. Al Dasein en su existir siempre le falta algo, es una permanente inconclusión.
3. Si el Dasein llegara en algún momento a no tener ya nada pendiente, dejaría inmediatamente de existir. “La eliminación de lo que falta de ser equivale a la aniquilación de su ser”, a la pérdida del estar-en-el-mundo.
4. La incapacidad de experimentar al Dasein en su integridad no se debe a una incapacidad cognoscitiva, sino “que el impedimento está por el lado del ser de este ente”. Uno se pregunta: ¿será posible descifrar en el Dasein la integridad de su ser?
5. No es posible suprimir el anticiparse-a-sí como momento esencial de la estructura del cuidado. ¿Se concluye de aquí que no se puede aprehender al Dasein entero? En seguida, Heidegger se hace una serie de preguntas acerca de lo que es efectivamente la muerte.
6. Es imprescindible abordar el tema del sentido propio de la muerte. Es lo que se hará en los parágrafos 47 al 53.
§ 47. LA POSIBILIDAD DE EXPERIMENTAR LA MUERTE DE LOS OTROS Y DE APREHENDER AL DASEIN ENTERO
1. El hecho de que al Dasein se le acabe su estar-en-el-mundo, es decir, que muera, imposibilita que él acceda a comprender el fenómeno de la muerte en tanto que experimentado. Cada Dasein no puede comprender su propia muerte; solo puede registrar la muerte de los otros, y de este modo, se le hace objetivable la muerte. En cuanto el Dasein es esencialmente un coestar con otros, experimenta el término del estar-en-el mundo de los otros.
2. Se pregunta Heidegger si esta experiencia del fin de los otros puede permitir el acceso al Dasein en su integridad.
3. Cuando el Dasein de los otros llega en la muerte a su integridad, ya no existe más, es decir, ya no es un estar-en-el-mundo. Sin embargo, este ya no estar más en el mundo de quien muere, sigue siendo un “estar” en el sentido del estar-ahí de una cosa. “El fin del ente qua Dasein es el comienzo de este ente qua mero estar-ahí”.
4. Lo que queda cuando alguien muere es más que una cosa material sin vida: “En él comparece un no-viviente que ha perdido la vida”.
5. Lo que se ha dicho antes no agota el dato fenoménico de la muerte del Dasein.
6. Este párrafo habla de la relación que el Dasein vivo tiene con el “difunto”. Esta es distinta a la que se tiene con un útil a la mano. En el duelo recordatorio los deudos están con el “difunto” (Verstorbene) en una “solicitud reverenciante”. Aquí es preciso destacar que Heidegger usa la palabra Verstorbene (“difunto”) –que se refiere a un pariente cercano ya fallecido–, a diferencia de la palabra Gestorbene, que es cualquier persona muerta.
7. Aquí se precisa un poco más a fondo la relación del Dasein vivo con el difunto. Es un coestar de los vivos con el difunto en el mismo mundo, pero este último ha abandonado ese mundo. Son los que quedan los que pueden estar con el difunto.
8. El difunto es experimentado como pérdida para los que quedan, pero no se puede experimentar lo que le sucede al que muere. Solamente asistimos al morir de los otros.
9. Aun cuando pudiésemos representarnos psicológicamente el morir de otros, no captaríamos en absoluto en qué consiste el morir en cuanto tal, como llegar-a-fin. “Lo que está en cuestión es el sentido ontológico del morir del que muere, como una posibilidad de ser de su ser, y no la forma de la coexistencia y del seguir existiendo del difunto con los que han quedado”. En resumen, experimentar la muerte de otros no consigue dar, ni óntica ni ontológicamente, con lo que se pretende.
10. En este párrafo se insiste en que “la referencia al morir de otros” como posible reemplazante de la experiencia personal de la muerte, supone un absoluto desconocimiento del modo de ser del Dasein. Se piensa que un Dasein puede ser sustituido por otro, de tal manera que lo que es inexperimentable en el propio Dasein sea experimentable en el ajeno. Termina este párrafo haciéndose una objeción a sí mismo: “Pero, ¿es este supuesto efectivamente tan infundado?”
11. Este párrafo comienza respondiendo a la pregunta anterior señalando que la reemplazabilidad es algo de lo que se hace constante uso en la vida cotidiana. Se reemplaza a un profesional por otro, a una persona de una clase social por otra de la misma clase, etc. Pero esta sustitución es “en” y “en relación con” el ocuparse de algo. El Dasein cotidiano se comprende habitualmente desde aquello de que se ocupa. “‘Se es’ lo que se hace”. Esta reemplazabilidad no es solo posible, sino algo constitutivo en la vida cotidiana. En esta “un Dasein puede y hasta tiene que ‘ser’ el otro, dentro de ciertos límites.”
12. Esta posibilidad de sustituir a otro fracasa totalmente cuando se trata de sustituir a otro en su muerte. Nadie puede morir en vez de otro, aunque sí se puede “‘ir’ a la muerte por otro”. Y esto significa sacrificarse por otro “en una causa determinada”. “La muerte… es por esencia cada vez la mía”.
13. Así como es imposible morir la muerte de los otros, así también es imposible aprehender la integridad del propio Dasein desde el morir de los otros.
14. Sin embargo, el análisis realizado no ha sido en vano, ya que estos análisis “se hicieron con la vista puesta en los fenómenos”. Se “nos ha permitido señalar la muerte como un fenómeno existencial” y así dar una orientación a la investigación. “Con esto la investigación recibe una orientación puramente existencial hacia el Dasein cada vez propio”.
15. Aquí se señala que dejar el mundo que es propio de la muerte es distinto a “salir-del-mundo de lo solamente viviente”. Al terminar de un ser vivo lo vamos a llamar “el fenecer” (Verenden).
16. Tampoco se puede comprender la muerte humana desde el término de la vida de otros seres vivos, plantas, animales porque eso amenaza con enturbiar la primera tentativa de aproximación adecuada al fenómeno de la muerte.
§ 48. RESTO PENDIENTE, EL FIN Y LA INTEGRIDAD
En el texto alemán el título es como sigue: Ausstand, Ende und Ganzheit, es decir, “Resto pendiente, fin e integridad”.
1. Lo que en este primer párrafo se dice es que “la caracterización ontológica del fin