Renaud Longuèvre

El coach


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por ejemplo:

Deportes colectivos (fútbol, rugby, baloncesto, balonmano, voleibol…)
Deportes de raqueta (tenis, squash, bádminton…)
Deportes de deslizamiento (esquí, snowboard, patinaje…)
Deportes de combate (judo, boxeo, karate…)

      Evidentemente, quedan una infinidad de otros deportes con especificidades para cada uno de ellos que no pueden ser abordadas en detalle en este libro; pero esta división en grandes tipos de deportes le permitirá orientarse para saber si las zonas musculares que usted desea trabajar son útiles para la disciplina que practica.

      LOS BUENOS MÚSCULOS

      Yo no soy ni médico ni fisioterapeuta, y mis consejos no podrán sustituir nunca a los de un terapeuta del deporte. Sin embargo, he intentado indicar de forma esquemática los grupos musculares que usted trabajará cada vez que le propongo una serie de ejercicios. Dichos grupos de músculos serán señalados con un círculo rojo que envuelve la zona afectada.

      Miembros superiores (bíceps, tríceps, flexores y extensores del antebrazo…)

      Miembros inferiores (glúteos, abductores, aductores, isquiotibiales, cuádriceps, gemelos…)

      Cintura escapular (trapecio, pectoral mayor, dorsal ancho, deltoides…)

      Cintura abdominal (abdominales, dorsales, lumbares, oblicuos…)

      ¡BUENA SESIÓN DE ENTRENAMIENTO!

       PREFACIO

       “¡Muchas gracias, coach!”

      HACER DEPORTE O LLEVAR A CABO UNA ACTIVIDAD FÍSICA está bien, pero no es algo que pueda improvisarse de la noche a la mañana. Tener el placer de realizar una actividad deportiva o alcanzar un rendimiento determinado es algo que requiere cierta preparación o un entrenamiento adaptado y serio, pero también es algo que no debe ser necesariamente ingrato.

      El deporte es una sabia dosificación de condición física, de técnica y de estrategia, variable en función de cada disciplina. Este libro tiene el mérito de ser a la vez completo, práctico y didáctico, insistiendo bien sobre la necesidad de tener una buena base física. Nos proporciona los principios globales del running, de la musculación y de la forma física, pero también aspectos mucho más específicos adaptados a cada deporte y teniendo en cuenta el entorno, los hábitos alimentarios de cada uno, su modo de vida y sus puntos fuertes y puntos débiles. Además, la confianza en el coach no excluye el control y la evolución que nos permiten realizar las tablas adaptadas para anotar el rendimiento obtenido y comprobar así los propios progresos.

      Muchas gracias, coach, por los consejos, preciosos y lúdicos, que permiten a la vez mantenerse en forma, hacer deporte o luchar simplemente contra el sedentarismo. Tus consejos están basados en argumentos anatómicos y fisiológicos corroborados por una gran experiencia, obtenida por el contacto con el deportista de alto nivel. Lejos quedan, en este caso, los discursos muchas veces esotéricos de ciertos gurús y de otros seudoentrenadores autoproclamados.

      Profesor Gérard SAILLANT

      ¡Un negado para el deporte! ¡Inútil para realizar el servicio militar! Esto era yo. Sin embargo, gracias a haberme encontrado con entrenadores excepcionales y al descubrimiento apasionado del atletismo, encontré en mí mismo el manantial para vivir mi pasión. Fue así como, más tarde, en todos los estadios del mundo y al lado de los mejores atletas, pude componer, a lo largo de los años, el método de entrenamiento que les propongo ahora. Lejos de la teoría pura y de las recetas listas, este compendio es, ante todo, el fruto de mi práctica diaria y de mi experiencia.

      TODAVÍA ME VEO SENTADO delante de ese médico alergólo go del centro de Rennes. Mi madre está a mi lado, ella es quien pidió la cita. Tengo 15 años y mis crisis de asma son cada vez más frecuentes. Estoy acabado. Un golpe de Mike Tyson me habría dolido menos que el golpe que acababa de propinarme ese doctor: “¡Tendrás que dejar el deporte, chiquillo! Y si no mejoras, tendremos que considerar la posibilidad de llevarte a un instituto climático.

      Dejar el deporte… ¿Cómo podría ser una vida sin deporte? Es lo que me estaba preguntando al salir de la consulta. Nunca llegué a saberlo. Esa misma tarde llegué al Estadio de Courtemanche, donde practicaba atletismo habitualmente. Expliqué mis problemas a Jean Huitorel, el hombre que desarrolló el atletismo en Bretaña y que entrenó a numerosos campeones de 400 metros. Me miró y me dijo: “¡Nosotros abriremos tus bronquios, ve directo a la salida de los 120 metros, harás seis esta tarde!”

      Actualmente, las cosas han cambiado y los terapeutas son los primeros en aconsejar la actividad física como potente “medicamento” para prevenir la obesidad, la diabetes, el asma o la depresión.

      Tengo 20 años y me presento al centro de selección de Limoges ante un médico orienta dor del ejército para ingresar a hacer el servicio militar. Está desorientado: ¿Cómo es posible que este joven, con un historial médico tan espeso: asma, pies planos y problemas de columna vertebral (espondilolistesis en estadio 3), sea capaz de saltar 5 metros de salto de percha y quedar finalista de los Campeonatos de France Espoirs? Todavía peor, el joven en cuestión pide ser aceptado en el batallón de Joinville para implicarse todavía más en el deporte de competición. “Señor, usted está exento de efectuar el servicio militar, el ejército no ha previsto casos como el suyo.” Mala suerte.

      Actualmente, el deporte es mi pan de cada día. Cada maratón recorrido, cada puerto conquistado en bicicleta, cada partido de fútbol jugado con el CE del Equipo, cada sesión de musculación me aporta una sensación de felicidad que saboreo egoístamente sin ningún espíritu de venganza en relación con los obstáculos encontrados cuando era joven. Me encuentro totalmente sumergido dentro del entusiasmo global de la sociedad por el reto deportivo personal. Miles de corredores invaden las calles para correr y mejorar su nivel. Miles de personas frecuentan las salas de musculación para encontrar su bienestar o para desarrollar sus cuerpos, aspectos que van de la mano. Mi amigo Stéphane Diagana lo expresa mejor que yo, lo que cuenta es ser el campeón de uno mismo antes que ser el campeón del mundo. Mejorar en diez minutos el propio tiempo en un maratón recorrido, aun tardando una hora más que los corredores Kenianos, nos proporciona una alegría interior de la que extraemos un orgullo legítimo que los psicólogos del deporte denominan sentimiento de competencia.

       “Mi amigo Stéphane Diagana lo expresa mejor que yo, lo que cuenta es ser el campeón de uno mismo antes que ser el campeón del mundo.”

      Diciembre