Begoña Torres Gallardo

Anatomía de la voz


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de Feneis (2000), que recoge los términos de la cuarta edición de la Nomina Anatomica traducidos a la lengua vernácula, incorporando, además, algunos de uso común no derivados de esta nomenclatura. A lo largo de nuestra exposición, siempre que nos ha parecido necesario, hemos hecho las consideraciones nomenclaturales oportunas para permitir la mejor comprensión del texto.

      Queremos expresar nuestro agradecimiento a nuestras familias por su ánimo e ilusión. A Rut Descals por ayudarnos en los ejercicios de postura y respiración, y a X. Moreno por las fotografías de los mismos.

      CAPÍTULO 1

      Conceptos generales

      de anatomía humana

      En todo estudio anatómico, el cuerpo humano se considera situado en la denominada «posición anatómica», que se establece con el individuo situado de pie, con los brazos a los lados y las palmas de las manos dirigidas anteriormente; los ojos, la cabeza y los pies miran hacia delante con las puntas de los pies ligeramente separadas (fig. 1). Por tanto, las palabras anterior, posterior, superior e inferior significan respectivamente por delante, por detrás, por encima y por debajo.

      Para poder comprender la posición, la dirección de los órganos aislados y su relación con otras estructuras es preciso estudiar el cuerpo humano siempre situado en la mencionada posición anatómica y establecer una serie de ejes, planos y direcciones que nos permitirán en todo momento hacer la descripción anatómica siguiendo unas coordenadas de referencia.

      Figura 1. Posición anatómica.

      Como nos hallamos en una disciplina en la que todos los órganos y las estructuras presentan volumen, las descripciones anatómicas se basan en unos planos imaginarios que, siguiendo los ejes del espacio, pasarán por el cuerpo. Hablaremos de un solo plano en cada eje del espacio, pero es preciso señalar que podemos utilizar cualquiera de los infinitos planos paralelos en cada una de las mencionadas direcciones. Los planos de estudio son:

      a) Plano sagital. Divide el cuerpo humano en una parte derecha y una parte izquierda (fig. 2 A).

      b) Plano transversal u horizontal. Divide el cuerpo en una porción superior o craneal y una porción inferior o caudal (fig. 2 B).

      c) Plano frontal. Divide el cuerpo en una parte anterior o ventral y una posterior o dorsal (fig. 2 C).

      Figura 2. Planos anatómicos de corte. A: plano sagital; B: plano transversal; C: plano frontal.

      Con el establecimiento de estos planos se crean unas direcciones; las más utilizadas son:

      a) Dirección anteroposterior.

      b) Dirección dorsoventral.

      c) Dirección craneocaudal.

      Asimismo, se habla de los siguientes ejes:

      a) Eje longitudinal.

      b) Eje transversal.

      c) Eje anteroposterior.

      Cuando colocamos un eje en una región concreta nos determina diferentes posiciones. Así, si, por ejemplo, nos fijamos en el eje que pasa por la línea media de la mano, el primer dedo (o pulgar) será lateral externo, el quinto dedo (o meñique) será lateral interno y el tercer dedo (o corazón) será medial.

      Frecuentemente se habla de proximal y distal, que, como el nombre nos indica, alude a la proximidad o a la lejanía de un punto de referencia determinado. Así, por ejemplo, respecto a la cabeza, el hombro es proximal y el codo distal; pero respecto a la mano, el codo es proximal y el hombro distal. Este ejemplo sirve para ilustrar la importancia del establecimiento de unas coordenadas claras en toda descripción anatómica, ya que una confusión respecto a la coordenada de referencia puede hacer que nuestro trabajo sea erróneo o lleve a confusión. La mayoría de autores toman como referencia el eje del cuerpo.

      Es necesario aclarar que en toda descripción anatómica pueden establecerse unos planos, ejes y direcciones propios, pero, para evitar criterios diversos, la mayoría de los autores utilizan los mencionados.

      Una vez establecidas las coordenadas espaciales que iremos utilizando a lo largo de nuestro trabajo, pasaremos al estudio de las estructuras que forman el cuerpo humano.

      El esqueleto es el lugar de sustentación de nuestro cuerpo. Los huesos que los constituyen son estructuras duras y elásticas. En el ser vivo están inervados y altamente vascularizados, poseyendo arterias y venas que forman redes complejas en su interior. No estudiaremos aquí su estructura histológica ni su proceso de formación o crecimiento, pero no podemos olvidar que los huesos están vivos. En ellos se producen continuos cambios durante unos 20 años, desde su aparición en el segundo mes de vida intrauterina hasta el final del crecimiento.

      Los huesos se clasifican atendiendo a diferentes criterios; en nuestro estudio nos fijaremos en aquellas características macroscópicas que posteriormente pueden sernos de utilidad. Así, según su forma, los huesos se clasifican en:

      a) Huesos largos. En los que predomina una dimensión sobre las otras. En ellos se distinguen tres partes: una diáfisis o cuerpo y dos epífisis, una proximal y otra distal (fig. 3 A). Son de este tipo el fémur, el húmero o las falanges.

      b) Huesos anchos o planos. Dos dimensiones predominan sobre la tercera. Presentan dos caras, una cóncava y otra convexa, y diferentes aristas; muchos de ellos envuelven cavidades (fig. 3 B). La mayoría de los huesos que estudiaremos son de este tipo y presentan una gran variabilidad de forma. Pertenecen a este grupo la escápula, la mandíbula, las costillas, los huesos del cráneo, el coxal y el esternón.

      c) Huesos cortos. Las tres dimensiones son parecidas; tienen una forma más o menos cúbica (fig. 3 C). Pertenecen a este grupo los huesos del carpo, del tarso y las vértebras.

      Figura 3. Tipos de hueso según su forma. A: hueso largo (húmero); B: hueso ancho (occipital); C: hueso corto (calcáneo). 1: diáfisis; 2: epífisis proximal; 3: epífisis distal.

      Los huesos de nuestro cuerpo se unen dando lugar a las articulaciones. Cuando pensamos en una articulación nos vienen a la cabeza articulaciones móviles, como, por ejemplo, la del codo o de la rodilla, pero es necesario aclarar que una articulación puede presentar movimiento o no presentarlo. Por lo tanto, cuando hablamos de articulación nos referimos al punto de unión de dos huesos, independientemente de su grado de movilidad.

      Hablamos de tipos articulares para designar el patrón general que seguirán algunas de las articulaciones de nuestro cuerpo. Hay diversas y extensas clasificaciones de las articulaciones que se basan en el tipo de tejido que une dos huesos adyacentes. En nuestro trabajo nos referiremos únicamente a las denominadas diartrosis o articulaciones sinoviales, que son las que permiten un movimiento libre entre los huesos. Muchas de las articulaciones que estudiaremos posteriormente pertenecen a este grupo, que por otro lado, es el que presenta una estructura más compleja.

      Las diartrosis o articulaciones sinoviales reciben este nombre porque contienen en su interior un líquido lubrificante denominado sinovia o líquido sinovial y están recubiertas de una membrana o cápsula sino-vial. En toda diartrosis encontramos las siguientes partes (fig. 4):

      a) Unas superficies articulares. Corresponden a las partes óseas que se ponen en relación. El hueso en esta región está cubierto de un cartílago articular de tipo hialino (cartílago de aspecto blanquecino, translúcido, de superficie