más completa, transformar este sonido en voz cantada.
Desde el punto de vista anatómico tenemos que considerar que el hombre no posee ningún órgano que sea específicamente productor de sonidos. Para hablar o cantar utilizará elementos del aparato digestivo (como la boca), del aparato respiratorio (como los pulmones y la laringe) y una serie de grupos musculares (como el diafragma y la musculatura abdominal).
La laringe no tiene como función primera la producción de la voz, sino que su misión es controlar la entrada de aire y evitar la entrada de cuerpos extraños en el aparato respiratorio. A pesar de este hecho, el hombre ha desarrollado la capacidad de alargar la espiración del aire y producir la voz y el lenguaje.
La mayoría de los mamíferos están capacitados para producir sonidos utilizando las cuerdas laríngeas de forma valvular para la fonación, pero sólo la especie humana ha conseguido desarrollarlas y utilizarlas de una forma tan especializada. Este proceso se produjo hace miles de años a causa, posiblemente, de la necesidad de comunicación entre los hombres que poblaban la tierra; aunque también pudo surgir para imitar los sonidos de la naturaleza, tal vez con finalidades mágicas, o para asustar a otros seres humanos o a animales. Fue probablemente dentro de este proceso cuando el hombre descubrió las posibilidades artísticas de la voz.
La voz tiene una dimensión comunicativa y tiene también unas connotaciones psicológicas que no podemos olvidar, ya que a través de ella expresamos nuestros pensamientos y sentimientos. Esto determinará que se vea influida por nuestros estados emocionales. Tanto si estamos alegres, como angustiados o tristes, se reflejará en nuestra voz, y en todos los casos en los que haya alteraciones psicológicas es fácil que se traduzcan en tensiones que afecten su libre emisión y su calidad estética. Es por esto que para utilizar la voz de forma correcta necesitaremos po-seer un control físico y emocional de nosotros mismos.
Además de ser un genial instrumento de comunicación, la voz informa de varias características del individuo. ésta actúa como barómetro de nuestro estado de ánimo y delata nuestra edad. La voz es una tarjeta de visita que determina nuestra vida; una persona que se exprese correctamente y posea una voz bonita y bien timbrada, sin duda, logrará que se le abran muchas puertas.
Cada persona posee un timbre de voz único que le es propio, y que la hace diferente de las demás. En el caso de los miembros de una misma familia pueden darse similitudes en el timbre de las voces, pero las características de cada individuo las harán inconfundibles. Las diferencias psíquicas y físicas hacen de cada individuo un ser irrepetible.
El timbre de una voz siempre viene determinado por las características personales del aparato fonador o vocal. Así, tener una voz agradable y melodiosa dependerá de la constitución física del individuo. Sin embargo, el funcionamiento correcto de este aparato se podrá aprender a partir del conocimiento de las estructuras y los órganos que lo componen, y de la ejercitación guiada por un profesional de la voz.
Para hablar correctamente es necesario un aprendizaje más largo o más corto según las condiciones de la persona. Para cantar, este aprendizaje ha de ser más complejo y exigirá otras aptitudes psíquicas y un mejor instrumento que para el habla.
La diferencia que se encuentra entre la voz hablada y la cantada viene dada porque la primera se mueve en un ámbito de altura del sonido estrecho en el cual ésta no está fijada, mientras que la segunda se mueve en un ámbito mucho más amplio y sus sonidos son mucho más sostenidos.
Tipos y clasificación de las voces
Si comparamos la voz de un niño con la de un adulto, la de un hombre con la de una mujer, o la de dos personas del mismo sexo, veremos que entre ellas existen diferencias en lo que se refiere a la altura del sonido emitido en el habla y en su intensidad.
La altura y la intensidad de la voz dependerán de la estructura en conjunto de los órganos de la fonación de cada individuo. Es decir, de las cuerdas vocales, de las cavidades de resonancia y de la capacidad pulmonar.
La voz, después de una evolución histórica que explicaremos a continuación, puede clasificarse en seis categorías básicas que se detallan a continuación.
Si pensamos que nuestras fuentes de información más antiguas provienen de la música religiosa, comprobaremos que hasta el siglo XI no existía ninguna clasificación de las voces, ya que se cantaba al unísono tomando la altura del sonido según la voz de los intérpretes.
Tanto el canto gregoriano como sus antecesores se cantaban al unísono y se movían en ámbitos vocales no muy amplios; las partes solistas de esta música iban a cargo de cantantes especializados (se calcula que tardaban unos diez años en memorizar y dominar el repertorio), muy preparados y que, como hemos dicho, tomaban la altura del sonido según su instrumento vocal.
Es a partir del año 1000 que se empieza a cantar a voces diferentes, dos, tres e, incluso, cuatro; es entonces cuando aparecen el organum y el conductus. Más tarde, en el siglo XIII, aparecerá el motete en la Escuela de Notre-Dame de París.
Al final del siglo XV y durante el XVI encontramos obras corales en que las diversas partes se clasifican como:
Cantus - Altus - Tenor - Bassus
Podríamos decir que en esta época se nos muestra la base de la clasificación actual de las voces.
A finales del siglo XVIII y durante el XIX, la eclosión de la ópera terminó de perfilar la clasificación actual de las voces en sus seis tipos básicos.
Esta división, aceptada totalmente en el mundo del concierto y, sobre todo, en la ópera, puede subdividirse considerando las voces intermedias entre los tipos básicos. Estas categorías se establecen atendiendo a la frecuencia del sonido emitido (más o menos agudo o grave) y al temperamento tanto del cantante como del personaje a representar (por ejemplo, soprano lírica, tenor dramático, etc.). Podemos distinguir:
a) Voces femeninas
Soprano ligera. Es la voz más aguda, con un timbre cristalino, ágil, bastante extensa y poco voluminosa.
Soprano coloratura. Variante de la soprano ligera, con gran virtuosismo, agilidad y facilidad para todo tipo de ornamentos; voz extensa alrededor de dos octavas y media.
Soprano lírico-ligera. Tipo intermedio que ha de llegar al re5y con más volumen vocal.
Soprano lírica. Dos octavas de extensión; timbre claro; poca intensidad; voz bien timbrada.
Soprano lírico-spinto. Soprano con agudos muy brillantes y timbre dramático.
Soprano dramática. Dos octavas de extensión; mayor volumen; color más oscuro, pero sonoro; escasa agilidad; normalmente potencial dramático; sonoridad muy bonita en el canto.
Soprano Falcón. Existen diferencias en su clasificación (hay auto-res que la engloban entre las mezzosopranos con agudos, y otros que la clasifican dentro de las sopranos dramáticas). El nombre se debe a Marie Cornelie Falcón, cantante francesa nacida en París el año 1812, donde murió en 1897. Creadora de diversas óperas de Cherubini, cantó Los Hugonotes de Meyeber y La Judía de Ha-levy. Aunque su carrera fue corta (1832-1838), su nombre se perpetúa en la denominación de soprano Falcón que se da especialmente en Francia a las sopranos dramáticas.
Soprano Desclauzas. María Desclauzas (1840-1922) se hizo célebre interpretando papeles de monjas, damas de compañía, etc.
Soprano Dugazón. Rose Dugazón (Berlín 1755-1821) fue hija de un maestro de ballet de la corte de Prusia. Creó un tipo de voz propia que corresponde en Alemania a la de una criada pispireta. Voz voluntariamente gruesa que a veces se clasifica como una mezzosoprano muy ligera.
Mezzosoprano. Voz intermedia entre soprano y contralto. Agudo poco fácil y graves más ricos. Muy numerosas en Alemania y en los países del Este.