Begoña Torres Gallardo

Anatomía de la voz


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Así, hablaremos de fibras motoras sensitivas y autónomas.

      Los nervios son cadenas de neuronas envueltas por un tejido conjuntivo. Son estructuras macroscópicas de aspecto blanquecino brillante cuyo diámetro estará en función del mayor o menor número de fibras neuronales que los forman.

      En los nervios encontraremos fibras nerviosas que actúan sobre acciones voluntarias (sobre el músculo esquelético), fibras que llevan informaciones sensitivas (frío, calor, dolor, etc.) hacia el cerebro procedentes de diferentes regiones del cuerpo (por ejemplo, la piel) y fi-bras que actúan controlando acciones involuntarias (secreciones glandulares, el reflejo respiratorio, etc.). Las fibras que estimulan o activan un músculo esquelético se denominan motoras o eferentes, mientras que las que conducen un impulso sensitivo hacia el encéfalo reciben el nombre de sensitivas o aferentes. Las fibras que activan glándulas y músculos lisos son denominadas fibras autónomas. En un mismo nervio podemos encontrar estos tres tipos de fibras o combinaciones.

      Al sistema nervioso autónomo pertenecen las estructuras del sistema nervioso que regulan la actividad del músculo cardíaco, músculo liso y glándulas. En el sistema nervioso autónomo puede considerarse que hay una serie de niveles. La corteza cerebral representa el nivel superior, ya que determinadas zonas de ésta regulan funciones vegetativas y envían la información a un nivel más bajo, el hipotálamo, que es un centro de coordinación de la actividad visceral. El hipotálamo envía, entre otras, fibras nerviosas a centros inferiores que intervienen en funciones como el reflejo regulador de la respiración, el ritmo cardíaco y la circulación. Desde estos centros, diversas neuronas enviarán prolongaciones que pasarán a ciertos nervios espinales.

      El proceso de la respiración lo rigen de forma refleja los correspondientes centros encefálicos, aunque los músculos respiratorios son estriados. Los centros autónomos son sensibles a las tensiones gaseosas de la sangre que por ellos circula, particularmente a la concentración de CO2. Todo aumento en la tensión de CO2 conduce a un incremento de la frecuencia y la profundidad de la respiración, eliminando su exceso. La frecuencia y la profundidad mayores de la respiración son reguladas directamente por el aumento de descarga de impulsos desde los centros respiratorios hasta las células motoras de la médula espinal que rigen los músculos respiratorios. La actividad de estos centros es regulada también de forma refleja por impulsos recibidos a partir de terminaciones nerviosas sensitivas de los pulmones, las pleuras y los músculos. Estas terminaciones son estimuladas por distensión durante la inspiración.

      La actividad de los centros respiratorios puede ser modificada considerablemente por los centros superiores, voluntariamente o en estados emocionales. En todo proceso de educación de la voz es imprescindible controlar la respiración, no para obtener grandes cantidades de aire en cada inspiración, sino para poder controlar el flujo y la presión del aire espirado. El control de la espiración y la coordinación entre la laringe y los resonadores naturales de la voz serán la base de cualquier buena técnica. El fundamento del canto o de cualquier técnica vocal es el control de la respiración. La espiración tranquila, por ejemplo, durante el reposo, es un proceso pasivo, mientras que en el habla y en el canto voluntario se hace activo.

      El estudio del canto es un proceso de aprendizaje largo y costoso, ya que el estudiante ha de aprender a controlar un instrumento que no puede ver ni tocar. Durante el aprendizaje del canto el alumno va familiarizándose con una serie de expresiones, como, por ejemplo, voz de pecho, voz de cabeza o voz en la máscara, que hacen referencia a sensaciones que el cantante experimenta durante la práctica diaria. éstas sensaciones tienen, como veremos, una base anatómica y serán de gran importancia para poder controlar la emisión correcta de la voz. Un cantante no puede fiarse de su percepción auditiva para saber si está haciendo una correcta emisión de voz, ya que las condiciones acústicas de las diferentes salas donde actúe harán que el retorno de su propia voz sea siempre diferente; por tanto, se basará en sus sensaciones, en su propiocepción. El estudiante de canto a lo largo de los años de aprendizaje va adquiriendo una memoria de las localizaciones de las vibraciones más intensas o memoria palestésica. Por otro lado, adquirirá una memoria cinestésica, o de los movimientos musculares que realiza, llegando así a automatizar una serie de acciones. La adquisición de automatismos es un hecho normal en nuestra vida cotidiana; sólo hay que pensar en actos como andar o conducir un coche.

      CAPÍTULO 2

      Conceptos generales

      sobre la voz

      Aristóteles (384-322 a.C.) en su obra Historia animalium («Investigación sobre los animales») escribe que voz y ruido son dos cosas diferentes, y el lenguaje, una tercera. En cuanto a la voz, ningún animal la emite por otro órgano que no sea la laringe. Así, los animales que no tienen pulmón tampoco tienen voz.

      Hay que considerar, sin embargo, que Aristóteles utiliza indistintamente los términos laringe y faringe. Parece que fue Galeno (129-200 d.C.) el primero en diferenciar estos dos términos.

      Valverde de Hamusco (1525-1588), en su tratado Historia de la composición del cuerpo humano, escribe en el libro segundo, capítulo XXII, De los Morzillos que mueven el Pecho, página 43: «El ressollar ò se haze echando ayre fuera ò metiendolo dentro; y cada cosa destas se haze ò naturalmente solo para refrescar el coraçon, y recrear los espiritus, o por necessidad, como cuando avemos gran calor ò acabamos de hazer alguna gran fuerça. De la mesma manera echamos el ayre fuera, ò naturalmente, como quando ressollamos, ò con fuerça, como cuando hablamos ò soplamos. Tomase pues el ayre necessario ala vida mediante la diaframa sola, echase fuera tornandose el pecho a su lugar; lo cual facilmente haze de suyo quando afloxa la diaframa, por ser pesado, como vemos que haze un cuerpo se le dexamos suelto, despues de averle hinchado».

      Hasta la época de Harvey (S. XVII) se creía que la respiración enfriaba el corazón y producía espíritus vitales en el ventrículo derecho. Val-verde de Hamusco expresa esta opinión, que se refleja en el párrafo transcrito, en otros capítulos de su tratado. Vemos, sin embargo, que ya tenía una clara visión del papel del diafragma en la respiración, si bien no creía, como dice explícitamente, que el diafragma realizase movimientos de descenso durante este proceso. Valverde de Hamusco también explica con detalle y exactitud la anatomía de la laringe, sin embargo, no la relaciona con la producción de la voz. Por el contrario, en el libro tercero, capítulo VI, De la Campanilla o Gallillo, página 74, puede leerse: «Tenia la Campanilla muchos nombres antiguamente; porque unos la llamavan Tintinabulun, que quiere dezir campanilla, porque hiriendo en ella el ayre (como en una campana) se haze la boz (...) El oficio del es hazer resonar la boz, lo qual se vee claramente en los que falta, ò la tienen muy gruessa, porque estan tan roncos, que à fatiga los oymos, aiuda tambien a que no entre tan facilmente en el pulmon algun polvo con el ayre quando ressollamos».

      La palabra y su importancia, incluso como remedio terapéutico, fueron llevadas al extremo por los sofistas griegos, los cuales pretendían sustituir al medico y los fármacos con su retórica.

      Nosotros no estudiaremos la palabra pero sí la voz, y una voz agradable que recita o canta nos puede relajar o emocionar, no solamente por el contenido del verso o de la pieza musical, sino por ella misma. Pero lo primero que tenemos que preguntarnos es: ¿qué es la voz?

      La voz humana podemos estudiarla desde diferentes aspectos: desde el punto de vista de los mecanismos que la determinan, como medio de comunicación y expresión o como una combinación de ambos. Así, podemos decir que la voz humana es producida por el aire espirado, que, después de una serie de modificaciones, se convierte en palabras o canto.

      El aire pasando entre las cuerdas vocales las hace vibrar produciendo un sonido, que será más agudo o más grave según la tensión a la cual están sometidas. Este sonido se ampliará a su paso por las cavidades de resonancia, que están formadas por todas aquellas estructuras situadas por encima de las cuerdas vocales. Los resonadores principales serán la boca o cavidad bucal, en la cual el sonido se articula por medio de la lengua y los labios convirtiéndose en lenguaje, y la cavidad nasal, en la que resonarán