Begoña Torres Gallardo

Anatomía de la voz


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4 a).

      b) La cápsula articular. Envuelve las superficies óseas adhiriéndose habitualmente en el límite del cartílago articular. La cápsula articular es fibrosa y puede estar reforzada por ligamentos (fig. 4 b).

      c) La cápsula sinovial. Es la parte interna de la cápsula articular; muy vascularizada, producirá la sinovia o líquido sinovial, que es viscoso y lubrifica las superficies del cartílago articular, hecho que determina que la fricción entre los huesos quede reducida al máximo (fig. 4 c).

      Figura 4. Esquema general de una diartrosis o articulación sinovial. a: cartílago articular; b: cápsula articular; c: cápsula sinovial.

      Según la forma que tengan las superficies articulares, las diartrosis tienen más o menos movilidad, presentándose articulaciones con uno, dos y tres ejes o grados de movimiento.

      Las superficies articulares habitualmente son congruentes entre ellas, pero en determinadas ocasiones esta congruencia no se da y entonces en la cavidad articular pueden encontrarse estructuras de cartílago fibroso o fibrocartílago (presenta caracteres intermedios entre el tejido conjuntivo denso y el cartílago hialino), como los meniscos, que mejoran el contacto entre estas superficies.

      Existen dos tipos básicos de músculos: los músculos lisos, de contracción involuntaria, y los músculos estriados, de contracción voluntaria. La musculatura estriada es la del aparato locomotor, mientras que la lisa se localiza en vísceras como el intestino.

      Para el estudio de la voz debemos conocer unos cuantos músculos estriados de nuestro cuerpo. La forma de estos músculos es muy variada y hay diversas clasificaciones atendiendo a este criterio.

      El músculo estriado recibe este nombre por su estructura histológica. Macroscópicamente distinguimos un vientre o cuerpo muscular (fig. 5 a) y dos puntos de inserción (fig. 5 b), la cual se hará por medio de un tendón o directamente por fibras musculares.

      El músculo estriado también se denomina músculo esquelético, ya que se inserta en el esqueleto. Se habla de inserción de origen u origen refiriéndonos al punto de inserción más proximal, y de inserción terminal o inserción para referirse a aquella situada en posición más distal. Estos músculos habitualmente forman parte de un sistema de palanca y su acción afecta como mínimo una articulación. Son diversos los músculos que actúan sobre una articulación determinada y se habla de grupos musculares con funciones antagónicas o sinérgicas.

      Figura 5. Esquema general de un músculo. a: vientre muscular; b: puntos de inserción.

      En la figura 6 se esquematiza la actuación de un músculo sobre una articulación ideal. Desde la posición de reposo (A) vemos que cuando el músculo a se contrae se produce el acercamiento de las superficies óseas b y c, reduciéndose el ángulo entre ellas (B).

      Figura 6. Esquema de la acción de un músculo esquelético sobre una articulación.

      Aunque todos los músculos esqueléticos presentan una porción de fibras musculares y unas porciones de inserción, la forma y el tamaño serán muy variables. Así, estudiaremos músculos muy grandes de forma casi cuadrangular que ocupan una extensa superficie de nuestro cuerpo (músculos laterales del abdomen), y músculos de pocos centímetros y con aspecto alargado (músculos infrahioideos). A causa de esta diversidad hay distintas clasificaciones de los músculos atendiendo a diferentes criterios, como la forma, la dirección de las fibras musculares o el número de vientres musculares. Hablaremos únicamente de las que nos serán de utilidad para el estudio de la musculatura que interviene en la fonación.

      Por su forma, los músculos se clasifican en:

      a) Largos. La longitud es superior a la anchura. Dentro de este grupo se encuentran los músculos aplanados, como el recto del abdomen, o los fusiformes, como el representado en la figura 5.

      b) Anchos. Se caracterizan por ser aplanados, por lo cual algunos autores los denominan músculos planos. La longitud es aproximadamente igual a la anchura o sus diferencias son poco marcadas. En este grupo se encuentran los músculos de la pared lateral del abdomen y el diafragma. El tendón de inserción de estos músculos es una lámina tendinosa de aspecto blanco y nacarado que recibe el nombre de aponeurosis de inserción.

      c) Cortos. La longitud es inferior a la anchura. Dentro de este grupo se encuentran los músculos de la mano que actúan sobre el pulgar o músculos de la eminencia tenar.

      Por el número de vientres musculares, se clasifican en:

      a) Digástricos. Tienen dos vientres musculares separados por una porción tendinosa intermedia. En este grupo se encuentran el músculo digástrico y el omohioideo del cuello.

      b) Poligástricos. Si tienen tres o más vientres musculares. éste es el caso del músculo recto del abdomen, que presenta tres o cuatro intersecciones tendinosas que separan los vientres musculares.

      Como podemos ver, un músculo determinado puede ser clasificado atendiendo a diferentes características. Así, por ejemplo, el músculo recto del abdomen es un músculo poligástrico, largo y aplanado.

      Como decíamos al principio de este apartado, los músculos estriados son de acción voluntaria y por esto algunos autores los denominan músculos voluntarios. Hay que aclarar, sin embargo, que lo que es voluntario es la acción que ejercen. La voluntad ordena un movimiento, por ejemplo, la flexión de la rodilla, pero no selecciona el músculo que lo hace ni cómo ha de hacerlo, ni si será un único músculo o más los que ejecuten la orden. Poder dar una orden a un grupo de músculos dependerá de nuestro sistema nervioso, que será el gran controlador de las acciones del cuerpo humano.

      Todas las acciones del cuerpo humano se hallan bajo el control del sistema nervioso. El sistema nervioso es de una gran complejidad y sus diferentes partes se hallan coordinadas e interconectadas. Se habla de sistema nervioso central para referirse al encéfalo (cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo) y la médula espinal, y de sistema nervioso periférico, constituido por los nervios craneales, espinales y periféricos.

      Los nervios espinales o raquídeos se forman por la unión de dos raíces, una ventral y una dorsal, de la médula espinal. La médula espinal discurre protegida por la columna vertebral situada en el interior del conducto vertebral o raquídeo, que se forma por la superposición de los diferentes agujeros vertebrales. Entre dos vértebras contiguas se forma el denominado agujero intervertebral o de conjunción por el cual los nervios espinales salen del interior de la columna vertebral. En función de la región que ocupan hablaremos de nervios craneales, torácicos o dorsales, lumbares y sacros. Las ramas anteriores de los nervios espinales se anastomosan formando plexos (cervical, braquial y lumbosacro). De los nervios espinales surgen los nervios periféricos que distribuyen la información nerviosa a la mayor parte del cuerpo.

      Los nervios craneales o pares craneales son nervios que surgen directamente del encéfalo. Hay doce pares de nervios craneales que saldrán del interior del cráneo por unos orificios situados en su base. Estos nervios se distribuyen básicamente por la cara y el cuello, a excepción del nervio vago, que llegará al tórax y al abdomen.

      Dentro del sistema nervioso encontramos fibras nerviosas que actúan sobre acciones voluntarias y otras que lo hacen sobre acciones involuntarias; este último grupo se estudia bajo el nombre genérico de sistema nervioso autónomo o vegetativo, mientras que las acciones voluntarias vienen regidas por el sistema nervioso periférico. Tanto en el sistema nervioso periférico como en el autónomo encontramos fibras