Capítulo 2. La educación de un prodigio del tenis
Capítulo 4. El amor: dentro y fuera de la cancha
Capítulo 5. El profesionalismo circense
Capítulo 6. Un nuevo contendor
Capítulo 7. Los dos Panchos: Segura y Gonzales
Capítulo 8. Jugar duro, jugar fuerte
Capítulo 9. Un entrenador para las estrellas
Capítulo 10. Días de alegría en Beverly Hills
Capítulo 11. El dominio de Jimbo
Capítulo 12. Buenos y malos momentos
Capítulo 13. Descansando en La Costa
Capítulo 14. El tenis es mi vida
Epílogo: La pareja de tenis. Abraham Verghese
Agradecimientos de la autora
Nota de traducción y reconocimientos
Glosario
Seebohm, CarolinePancho Segura Cano: la vida de una leyenda del tenis / Caroline Seebohm - 1a ed. - Fakir, 2020.Libro digital, EPUBArchivo Digital: descargaTraducción de Álvaro AlemánISBN 978-9942-8740-5-4 |
Primera edición en inglés: Little Pancho: The Life of Tennis Legend Pancho Segura, Caroline Seebohm, University of Nebraska Press, 2009.
Traducción: Álvaro Alemán
Prólogo: Alfonso Laso Ayala
Portada, contraportada e ícono: Carlos Villarreal Kwasek
Corrección de textos: Álvaro Alemán, Gabriela Alemán, César Salazar y Paulina Rodríguez
Diseño y diagramación: Ernesto Proaño Vinueza
Todos los derechos reservados © El Fakir Ediciones
El Fakir
Olmedo Oe2-73 y Guayaquil, Centro Histórico, Quito
www.fakirediciones.com
Primera edición en formato digital: septiembre de 2020
Digitalización: Proyecto451
ISBN edición digital (ePub): 978-9942-8740-5-4
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.
Prólogo
Un partido para el recuerdo
Como en toda gran contienda, David enfrenta a Goliat. Pancho Segura, el pequeño: 1,68 m, trigueño, de piernas arqueadas y pies torcidos, ecuatoriano, dotado de una velocidad fenomenal y un drive devastador a dos manos. Pancho Gonzales, su alto rival: siete años menor, ágil, mexicano-estadounidense, con aires de estrella de cine, temperamental y temerario.
A los dos les dicen Pancho —que es como designaban los angloamericanos de entonces a cualquiera al sur de su frontera, seguramente pensando en Pancho Villa, el mexicano revolucionario—. «A mí no me molestaba», afirma Segura, mientras que a Gonzales el apodo lo enfurecía (1).
La fecha: 5 de julio de 1951. El lugar: la cancha de tenis más importante de Estados Unidos, el West Side Tennis Club en Forest Hills, en la ciudad de Nueva York. La superficie: césped, el terreno histórico del tenis; para algunos, el más complicado, rápido, traicionero y hermoso. El torneo enfrenta a todos contra todos y es bien recibido por aficionados que vienen a ver competir múltiples veces a sus jugadores preferidos en lugar de asistir a partidos de eliminación simple.
Los dos ya han jugado muchas veces, pero este es su primer enfrentamiento en césped. Segura, con 31 años, está en su mejor nivel. Al momento defiende el título profesional de Estados Unidos tras ganar, en 1950, en Cleveland, al invencible monarca de «saque y red» Jack Kramer (2), considerado el mejor jugador del circuito, campeón profesional en 1949. En cuanto a su oponente, luego de una carrera llena de altibajos, Gonzales, de 24 años, empieza a mostrar su verdadera calidad, y los aficionados a intuir que dentro de poco este feroz y agresivo jugador de tenis alcanzará el nivel más alto.
Segura llega al match sin haber perdido un solo set en los cuatro partidos previos. Gonzales ha ganado tres de cuatro juegos. Las estadísticas favorecen a Segura, pero la altura de Gonzales, su condición atlética y su potencia hacen del resultado algo incierto. Gonzales ha derrotado a Segura en un torneo de todos contra todos en Filadelfia, meses antes, y al momento le lleva la delantera en el ranking profesional. El contraste en la apariencia física de ambos es tal que todos dudan que el menor de los Panchos, pese a sus triunfos, pueda compensar sus evidentes desventajas.
El partido está programado para el inicio de la tarde. Ha llovido, lo que implica mayores dificultades en el desarrollo del juego: una superficie tan complicada que provoca trayectorias erráticas de la pelota y posibilidades de lesión. Cuatro mil aficionados abarrotan los graderíos, saben que el duelo ofrecerá una muestra espectacular de tenis entre dos jugadores deliciosamente dispares. Los conocedores del tenis de otras épocas recuerdan los grandes partidos de la década de 1920 entre Big Bill Tilden (3), el jugador más alto de su momento, con 1,85 m, y su perenne rival, Little Bill Johnston, con 1,72 m. El uno ligero, diestro y veloz, casi siempre perdía hacia el final ante la superioridad física y la fuerza de voluntad de Tilden.
Los aficionados al deporte, por lo general, apoyan a quien lleva las de perder y, como Johnston, Segura despierta la pasión de la multitud con todas sus aparentes desventajas. Los golpes «engañosos» que descolocan a su rival como por obra de magia, el drive lapidario a dos manos, tan preciso que donde pone el ojo pone la bola, la anticipación casi sobrenatural que anula la fuerza de una pelota que pudo ser un winner. Cuando Segura ejecuta uno de sus drop shots disfrazados, que dejan a su rival varado y confundido, el Guerrero Inca (4) (como lo han tildado los periodistas deportivos) mira a los graderíos, lleva su dedo índice a la frente en un gesto y sonríe. Los aficionados enloquecen.
En este portentoso día de lluvia, Gonzales sale al ataque. La cancha mojada y la relampagueante respuesta de Segura pronto ponen a prueba su devastador juego de saque y bolea. La devolución de Segura, ese particular golpe desafiante y vital, resulta implacable y pone a Gonzales a la defensiva. El saque de Segura, aunque no tan poderoso como el de otros, este día tiene la precisión de un reloj suizo, enviando a Gonzales a ángulos de difícil respuesta o clavándolo en el centro de la cancha, donde no tiene defensa alguna. Sin embargo, lo más notable del partido es quizá la velocidad de Segura. En vez de ser un impedimento, la superficie resbalosa parece inyectar en las piernas del ecuatoriano una energía inesperada. Mientras avanza el partido, Gonzales desfallece y Segura eleva su nivel de juego.
«Ese día sentía que volaba», concede Pancho Segura más adelante con una sonrisa.
El primer set termina 6-3. El segundo 6-4. Los aficionados ya huelen la victoria para el «pequeño dínamo». Segura mantiene sus errores al mínimo, en tanto Gonzales, molesto y frustrado, empieza a fallar. Ahora, el más espigado de los Panchos pierde totalmente la confianza. En el momento decisivo Gonzales abandona su principal fortaleza, su juego en la red, donde por lo general domina, para aferrarse a la línea final.
Segura, con gran inteligencia, entiende lo que esto significa y saca pronta ventaja,