Ricardo Capponi

Chile: un duelo pendiente


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a una sensación de seguridad, sentimiento de bondad y hondo bienestar y tranquilidad. Su fracaso nos sumerge en la inseguridad de un mundo siempre hostil, en la culpa que emana de nuestra capacidad de destrucción, y en la amargura, desconfianza y escepticismo, donde el único placer es la venganza y el triunfo. Quedamos atrapados en un tiempo circular, donde no hay progreso, crecimiento ni desarrollo. Caemos en el cinismo, y pensamos que “se nace sapo y se muere cantando”; que sólo cambia la apariencia externa, y que la condición humana queda a la altura de la bestia, siempre la misma, y para todos.

      El desarrollo histórico de un pueblo también está condicionado por su capacidad de hacer experiencias, las que muchas veces ocurren al calor de los conflictos, acarreando destrucción e incluso muerte. La elaboración del duelo, de aquello perdido, destruido o abandonado, determina en forma significativa el progreso cultural y político de una sociedad. Si este duelo no se elabora adecuadamente, sus efectos quedan latentes y se trasmiten hacia todas las instituciones sociales, las que terminan obstaculizando la aspiración de autonomía de la sociedad.

      Durante los últimos treinta años, nuestro país ha estado viviendo un delicado conflicto social. Estamos en medio de un difícil proceso de duelo social. El desenlace de éste va a depender de nuestra capacidad para manejar la agresión destructiva, que nos puede conducir a crecer después de esta dolorosa experiencia, o agregar otros fantasmas que nos persigan en el curso de la historia por venir.

      Los condicionantes que favorecen o perturban el proceso de duelo no son los mismos que en el caso individual. Sin embargo, en lo esencial el dilema que está en juego es uno: la elaboración de la agresión destructiva.

      Este trabajo se desarrolla en tres etapas. La primera, por medio de un modelo que nos ayude a entender de cerca el proceso de duelo y su necesaria elaboración, en vistas de lograr un estado de reconciliación con nosotros mismos y con quien perdimos. En la segunda parte, se construye un modelo que nos permita entender cómo se da este conflicto en el ámbito social. En la tercera parte se incorporan, desde la perspectiva psicoanalítica, las variables necesarias para la elaboración del duelo social, que surgen del estado mental grupal y que complejizan enormemente el desafío.

      La primera parte “Análisis psicológico de la reconciliación individual”, se desarrolla en tres capítulos. En el primero he querido destacar la importancia de la elaboración de la agresión como requisito para terminar un duelo y evitar caer en la depresión. He descrito con cierto detalle los condicionantes que facilitan o perturban este proceso de duelo. En el capítulo II destaco cómo el agredido y el agresor se necesitan mutuamente para delimitar las culpas y elaborar el proceso de duelo. Describo su interacción, la que depende de los estados mentales de ambos, y termino ilustrando este vínculo con el análisis del film La muerte y la doncella, basado en la obra teatral de Ariel Dorfman. En el capítulo III desarrollo la importancia de la reconciliación individual, las exigentes condiciones para lograrla, y me extiendo en el ejemplo de un conflicto conyugal que requiere un difícil proceso de elaboración. Termino explicando que lo esencial en este proceso es el cambio psíquico que surge de contener y significar la agresión. Ilustro este proceso en dos personajes de Los miserables, de Víctor Hugo, Jean Valjean y Javert.

      En la segunda parte, “Análisis psicológico de la reconciliación social”, desarrollo dos grandes temas: la descripción del conflicto y la elaboración del conflicto.

      La descripción del conflicto se desarrolla a lo largo de tres secciones. En la primera defino las características del funcionamiento mental colectivo. En la segunda, me baso en el Informe Rettig para describir los hechos históricos ocurridos entre 1970 y 1999. En la tercera, planteo la necesidad de un proceso de duelo para una sociedad dañada, las condiciones y la dificultad de éste, tratándose de grupos grandes y de masas.

      El tema de la elaboración del conflicto es desarrollado en el capítulo V, cuya hipótesis central es que la reconciliación no es posible en la sociedad en cuanto tal; que es más pertinente plantear el problema en términos de la necesidad de elaborar el duelo, y que esto exige un olvido que no reniega del pasado. Ilustro lo anterior con el análisis de la película Amnesia, de Gonzalo Justiniano.

      Los elementos básicos para la elaboración del conflicto constituyen la tercera parte del libro. En el capítulo VI describo in extenso la importancia del liderazgo, las causas de su fracaso, las condiciones de un buen líder, los liderazgos patológicos, y delineo las características del liderazgo que ayuda a resolver el conflicto que estamos planteando. En los capítulos siguientes desarrollo los elementos que deben tener presente tanto el líder como la sociedad para ayudar al proceso de elaboración del duelo. Estos elementos están basados en la razón reparadora por sobre la razón instrumental, la cual se expresa fundamentalmente a través del arte, de la religión, y de las ciencias sociales. En el capítulo VII-A desarrollo la importancia del arte para acercarse a procesos humanos incomprensibles por lo angustiantes y horrorosos. Ilustro las ideas con el film Hiroshima, mon amour, del director francés Alain Resnais. En el capítulo VII-B cito y describo un trabajo acerca de la justicia y reconciliación en el Antiguo Testamento, como ejemplo del aporte desde la religión a este proceso. Finalmente, en el capítulo VII-C justifico la importancia de desarrollar un modelo de funcionamiento mental para pensar los procesos de duelo social, como un ejemplo del aporte que pueden hacer las ciencias sociales.

      A lo largo del libro empleo términos psicológicos que tienen una connotación distinta al uso habitual de ellos. Por ejemplo, maníaco no significa loco, ni maniático, sino un estado mental preciso donde predominan la negación de la realidad, la sobrevaloración del sujeto y la división del mundo en buenos y malos. Neurótico no alude al estado sintomático con angustia, comportamientos mañosos o enfermos; se refiere a un estado mental preciso que definimos más adelante. Y así con otros términos. El lector debe estar atento al significado correcto de éstos para no distorsionar la comprensión de lo expuesto.

      En el último capítulo me extiendo sobre el valor de proporcionar un modelo como el desarrollado acá, destacando que los modelos, y en particular el modelo psicoanalítico propuesto, intentan sólo dar respuestas a un área delimitada del problema, y no una comprensión holística del conflicto social.

      Una última advertencia. Este libro pretende ser un estudio interpretativo desde un modelo psicológico que ayude a entender los fenómenos sociales. Como tal, no se pronuncia sobre la contingencia política ni propone medidas concretas para enfrentarla. Esa es labor del liderazgo político.

      Primera Parte

      Análisis psicológico de la reconciliación individual

      Capítulo I

       Pérdida y proceso de duelo

      Cuando ha muerto un ser querido, nos resulta comprensible la pena, la tristeza y, por cierto tiempo, la amargura y desesperación que siente el familiar más cercano.

      Pero puede suceder que, a medida que pasa el tiempo, esa persona no se recupere de su estado de apatía, desinterés, retraimiento, abandono de sus tareas habituales y descuido personal. Que mantenga un pesimismo y escepticismo crónicos y generalizados. Que su impotencia y desesperanza se acompañen de rabia sorda, con ideas relativas a que la vida no vale la pena ser vivida, a veces pensamientos suicidas y, en algunos casos, intentos suicidas. Este estado depresivo va generando en quienes lo rodean un sentimiento de incomprensión, acompañado a veces de rechazo. Les cuesta empatizar en esa reacción donde ya no son la tristeza y la pena las emociones que predominan, sino la rabia volcada contra el sujeto mismo en conductas autodestructivas, y hacia los demás en un progresivo alejamiento y recriminación.

      ¿Cómo entender el surgimiento de esta agresión a raíz de la pérdida de un vínculo que, a primera vista, era una relación de amor? Es comprensible que la persona reaccione con pena, tristeza, tal vez rabia e impotencia por haber sido privada de algo tan necesario; pero, ¿por qué llegar a la autodestrucción?