Bernhard E. Bürdek

Diseño


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siempre tres elementos básicos simples, que aún hoy siguen siendo los más importantes: concepto, juicio y conclusión. Su principal logro fue desarrollar los métodos de la deducción (la inferencia, desde lo general hasta lo particular) y la inducción (la inferencia, desde lo particular a lo general).

      Arquímedes (hacia 287-212 a. C.) fue matemático y físico. En su Método de teoremas analíticos, describió la manera en que, por medio de ideas mecánicas (lo que hoy llamaríamos modelos), encontró supuestos y soluciones para los problemas matemáticos, a los que más tarde fue capaz de proporcionar pruebas exactas. La ciencia de la heurística se llama así por el grito “¡Eureka!” (¡Lo encontré!). Este método de resolución de problemas representa una contrapartida a los procedimientos de la lógica, ya que busca soluciones haciendo uso de herramientas tales como analogías e hipótesis.

      El pensamiento en la Edad Moderna

      Hasta mucho después de Aristóteles no hubo otros planteamientos filosóficos o metodológicos relevantes que no fueran sino meras modificaciones de su pensamiento. Las ciencias naturales modernas no se fundaron hasta la época de Galileo Galilei (1564-1642) quien criticaba a Aristóteles por considerar solo científico el método deductivo y excluir, en consecuencia, el estudio de los procesos y sus dinámicas. Las propias investigaciones de Galileo se basaban en la inducción, aunque no la consideraba suficientemente válida como método científico, y a la que incorporó el experimento como método, con el objetivo de formular leyes a partir de esos fundamentos.

      Se considera a René Descartes (1596-1650) como el padre de la filosofía moderna. Su meta era dar forma a una ciencia de la naturaleza nueva, integradora y precisa. Su búsqueda de un fundamento de la cognición humana se fundamentaba en la duda metodológica. Como rezaba su famosa frase “cogito, ergo sum” (pienso, luego existo), atribuía todo el conocimiento al intelecto humano.

      Descartes contribuyó a que la matemática se convirtiera en un método general. Era de la opinión, como sostenía en su geometría analítica, de que todo en el mundo estaba sintéticamente construido de los elementos básicos más sencillos y racionalmente concebibles: los números. A través del análisis, la intuición y la deducción, podrían comprenderse y desentrañarse todos los hechos complejos, mediante la división en sus componentes esenciales. La comprensión matemática del conocimiento de Descartes, junto a su firme creencia en la evidencia racional de toda existencia, lo convirtió en el progenitor del racionalismo. Toda la historia del diseño se caracterizó por uno pensamiento cartesiano hasta bien entrada la década de los años setenta del siglo XX.

      Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) quiso sintetizar los procesos matemáticos y lógicos para crear una ciencia general (scientia generalis) en la que todas las verdades pudieran representarse en su contexto lógico natural. Su carácter universal, comparable en cierta medida al de Aristóteles, le llevó a interesarse por cualquier forma de ciencia. Leibniz decía que el pensamiento científico se situaba siempre en una suerte de interrelación entre “hallazgo” y “demostración”, por lo que entendía ese hallazgo, ese descubrimiento, como una forma de investigación (es decir, investigar era descubrir cosas nuevas). Para ello desarrolló su propio método, denominado el “arte de inventar”.

      Immanuel Kant (1724-1804), el teórico del concepto moderno de ciencia, intentó responder a la pregunta de qué es realmente la cognición humana. Criticaba tanto el racionalismo (de Leibniz) como el empirismo (de Locke) porque ambos apoyaban sus explicaciones en la posibilidad de que el conocimiento pudiera fundarse respectivamente en el pensamiento puro, o en la percepción pura. Cuando declaraba que “los pensamientos sin contenido están vacíos, [y] las intuiciones sin conceptos son ciegas”, Kant intentaba dar forma a una síntesis, y concluir de ese modo que, si bien la ciencia puede ofrecer principios generales, es necesario tener en consideración la experiencia sensorial y todo lo que ella nos proporciona.

      De particular importancia para el diseño es el concepto kantiano de razón. El filósofo de la escuela de Fráncfort, Wilfried Fiebig (1986), partía de ese concepto para concluir que la fuente de las ideas humanas reside en la percepción sensorial y en la concepción racional, y que ambas forman parte de su idea de “unidad de la razón”. Aunque este concepto diluya la disyuntiva externa (el dualismo) entre la percepción y la razón, ambas siguen presentes de manera dialéctica. Dado que la separación de estos conceptos solo puede determinar sus diferencias, se presume un concepto compartido de razón en la “unidad de las lenguas”. En otras palabras, la razón sirve de fundamento al propio lenguaje y el objetivo del diseño debe ser, por tanto, desarrollar soluciones racionales (“razonables”). Este punto de partida fue decisivo para dar forma a una teoría del lenguaje de producto, entre otros lugares, en la Hochschule für Gestaltung de Offenbach, un consenso que ya no existe en el diseño actual.

      Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) fue el primero en describir la naturaleza, la historia y el pensamiento como procesos. Partía para ello de la idea del movimiento permanente (el cambio y la evolución continua del mundo natural, histórico y espiritual) y trataba de probar las conexiones entre movimiento y evolución.

      Friedrich Engels (1820-1895) fue más allá de los descubrimientos de Hegel sobre la filosofía natural y dio forma al materialismo dialéctico. En concreto, Engels estaba en desacuerdo con separar el método del objeto. Tal como él lo concebía, este método dialéctico era siempre el de un objeto, la cosa en si, ya fuera la naturaleza, la historia, el arte o la justicia. En su opinión, entender una cosa tal como realmente es, supone conocer las condiciones necesarias de su aparición, su historia y su evolución.

      Para Engels, sin embargo, los tres componentes del proceso dialéctico, tesis, antítesis y síntesis, no solo constituían un método, sino que representaban la historia de las ideas. Teniendo en cuenta que suscribía la opinión de que todo en la vida es fluido, que todo lo supuestamente estático es simplemente un instante de eterno movimiento, consideraba que los conceptos son siempre dinámicos y nunca estáticos.

      Por otra parte, en el siglo XX cada ciencia se especializó aún más y tres ramas de las humanidades adquirieron una innegable importancia para el diseño: la semiótica, la fenomenología y la hermenéutica.

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