Victory Storm

Cenicienta De Sangre


Скачать книгу

le ofrece el honor de asistir al baile de máscaras en Brumoise Hall, su residencia de verano en Derbyshire, el sábado 12 de julio a la hora 23.

       La invitación está reservada exclusivamente al Señor Zachary Macross y su familia.”

       Volví a leer la invitación unas diez veces sólo para fijar en mi mente ese fuego de adrenalina que me había desencadenada en todo el cuerpo.

       ¡Una noche mascarada!

       ¡En la residencia de un nobel vampiro que se hacía llamar El Príncipe!

       ¡Sólo mamá, papá y yo! ¡Sin los miembros de la Orden de la Cruz Ensangrentada que siempre están de guardia!

       ¡Dios mío! ¡No lo podía creer!

       ¡¿Cuándo tendría otra oportunidad así?!

       Lamentablemente no pude terminar de fantasear sobre ese hecho, cuando alguien me quitó la invitación de la mano.

      “ Olvídalo!”

       Era mi madre y cerca de ella estaba mi padre con apariencia de no asegurar nada bueno.

      “ La invitación es también a mí”, le recordé, pero por el enojo que percibí en mis padres, entendí que habría tenido que moderar el tono sino quería desatar una guerra familiar.

      “ No es una invitación. ¡Es una trampa y tú no irás! No tienes las habilidades adecuadas…”, intentó explicarme más dulcemente mi madre, pero yo me enojé todavía más.

      “ ¿Sólo porque no tengo los poderes de un hombre lobo como tú, mamá?”

      “ Exacto.”

      “ Ni siquiera papá los tiene. ¡Él y yo somos humanos, y sin embargo aquí estamos! Temidos por los vampiros e intocables para cualquiera.”

      “ Sí, pero todo eso tiene un precio y la seguridad permanente de la Orden es prueba de ello.”

      “ Seguridad que no sería suficiente, sino tuviéramos de nuestra parte a toda la Confederación de Sangre, que esa noche estará allí con nosotros. Lista para protegernos. Apuesto que será así.”

      “ Estarán sólo Nick y Xander con sus familias”, me informó mi padre.

      “ Entonces también van a estar Elizabeth y Leo! ¡Con ellos estaré segura! ¿Quién podría siquiera tocarme, sabiendo que podría contrariar a la hija de un Antiguo o al hijo de un hombre lobo Alfa y de una vampiresa con poderes mágicos?”

      “ April, no discutas”, intervino mi padre con voz cansada y sufrida. “Sabes cuánto eres importante y frágil en este mundo en el que te hemos educado.”

      “ Papá, sé que tienes miedo de que me pueda suceder algo, pero te aseguro que no sucederá.”

      “ No, pequeña mía, no lo entiendes.”

      “ Ya no soy una pequeña!”, me enojé.

      “ Tu padre sólo intenta decirte que te queremos mucho y que ese cariño podría transformarse en un arma en contra nuestro”, intervino mi madre abrazándome.

      “ Lo sé”, me tranquilicé, abrazándola también.

       Nunca conseguía lo que quería con ellos y siempre terminaba cediendo, pero esta vez sabía que no habría permitido a mis padres mantenerme en una caja de cristal, como solían hacerlo, alejada del peligro.

      “ No quiero hacerlos sufrir, pero tengo que empezar a vivir y a tomar mis propias decisiones”, hubiera querido decir, pero las palabras murieron en mi garganta.

      Estrategia

       APRIL

       La Confederación de Sangre era mi segunda familia.

       Allí estaban todos tíos, primos, abuelos, incluso si ninguno de ellos era pariente mío, excepto por Félix, el hermano de mi madre.

       Y yo era la “pequeña April” para los vampiros que trabajaban en la sede de Londres, la “muchacha con perfume de primavera”, para quien todavía no había pasado de nutriste de sangre humana a la BloodSky, “la humana que esconde un secreto que todavía no he podido descifrar” para el científico Grucho, “piel de zanahoria/ Pandereta / flor de campo” para Elizabeth que adoraba molestarme por mis cualidades que ella consideraba vergonzosas, como mis pecas y el cabello rojo, mi corazón tan “humano” que latía como un tambor haciéndose siempre sentir y expresando todas sus emociones, o el aroma que tenía, tan delicado y persistente como un prado florido.

       Elizabeth era una contradicción: podía decir la cosa más antipática y de inmediato la más dulce, pero en mi opinión, su miedo mayor era el mostrar la humanidad que había dentro de ella, ya que su madre Tess era una simple humana.

       De todas formas, nadie hacía caso a mi presencia y después de las usuales cortesías, me encerraba en el gimnasio donde sabía que habría encontrado a las únicas personas que me habrían ayudado.

       Como siempre, el gimnasio estaba lleno de jóvenes vampiros de espíritus encendidos y con el temperamento irascible y a menudo presumido, que los empujaba a participar en los combates contra los lobizones.

       Había faltado a un seminario en la facultad para estar allí y de inmediato estaba contenta de ver al último vampiro al que le habían dado un KO, con la fuerza y la técnica increíbles de Leo, hijo de Xander, el lobizón Alfa que lideraba su clan.

       A pesar de que Leo sólo tenía siete años más que yo, parecía que nadie podía desafiarlo.

       Aunque al inicio había sido considerado casi una subespecie de lobizón, ya que su madre Siobhan era sólo una hechicera que luego se había vuelto vampiresa y no un hombre lobo, no se necesita mucho antes que todos entendieran que Leo no era menos por sus orígenes híbridos.

       ¡Es más! Esa unión de genes distintos lo había vuelto perfecto: ¡fascinante y magnético como un vampiro, resistente y poderoso como un lobizón, dulce y humilde como un humano… con una pizca de magia!

       ¡Irresistible para mí! ¡Tanto como para considerarlo “el muchacho de mis sueños” durante toda mi adolescencia!

       Una obsesión jamás correspondida, sino con un gran afecto y sentido de protección de su parte.

       Incluso si había crecido y la obsesión se había atenuado, bastó que su mirada ámbar se posara en mi por un instante, antes de mirar al resto de los presentes, para sentir de nuevo el corazón dando brincos.

       Cuando lo vi luego quitarse la playera mojada por el sudor y quedarse con el pecho desnudo con esa sonrisa dulce grabada en su rostro, me puse completamente roja.

      “ April, ¿qué haces aquí?”, me dijo de inmediato viniendo hacia mí y dándome un beso en la mejilla caliente.

      “ Hola, Leo. Te estaba buscando. Necesito tu ayuda.”, lo saludé orgullosa de mí. Me había llevado cinco años conseguir hablar delante de él sin balbucear y finalmente lo había conseguido.

      “ Siento perfume a problemas”

      “ Es por la invitación a la fiesta de máscaras de esta noche.”

      “ Problemas serios”, dijo de inmediato Leo.

      “ No si tú me ayudas”, le supliqué. “Te lo ruego.”

      “ Y como podría decirte que no”, me susurró haciéndome una caricia en la mejilla que hizo que me temblaran las piernas.

      “ Aquí estas!”, llegó como un rayo Elizabeth interrumpiendo mi