beneficiaron de la analogía para su trabajo poético, que combinaba el culteranismo y el conceptismo.
En el siglo xviii, esta teoría filosófica estuvo presente en jesuitas como Diego José Abad, Francisco Xavier Alegre y Francisco Xavier Clavigero. Es preciso señalar que para este último fue de mayor importancia, pues dicho concepto lo guió para elaborar su defensa de la cultura indígena. Dentro de ese mismo período, también encontramos la analogía presente en Andrés de Guevara y Basoazábal, lo mismo en el oratoriano Díaz de Gamarra, como se ve en su manual de filosofía moderna.
Hecho este recorrido general por el concepto de analogía y metáfora en el periodo novohispano, profundizo en el pensamiento de Bartolomé de las Casas, paradigmático para la filosofía latinoamericana. El propósito es ahondar en su manera de atacar problemas vivos y agudos, en pleno contexto de la llegada de los europeos a América, de modo que nos permita reflexionar filosóficamente nuestro tiempo.
Más adelante, analizo a fray Alonso de la Vera Cruz, quien, junto a Bartolomé de las Casas, es uno de los autores paradigmáticos novohispanos por su actual impacto en la filosofía mexicana y latinoamericana. En ambos podemos ver la preocupación por aplicar el saber a los problemas apremiantes de su momento y en ello, podemos encontrar un modelo para pensar nuestro presente.
Posteriormente, comentaré algunas de las obras filosóficas de tres pensadores ilustres del siglo xvi: el ya mencionado fray Alonso de la Vera Cruz, uno de los primeros profesores de la Universidad de México; fray Tomás de Mercado, primero maestro en el colegio del Convento de Santo Domingo y después en la Universidad de Sevilla; así como el padre Antonio Rubio, profesor en el Colegio de los jesuitas de la capital, que ya entra en el siglo xvii. Estos autores fueron lógicos consumados, por lo cual, destacaré su labor en la dialéctica o comentario a la Lógica magna de Aristóteles.
Pasaremos después al siglo xvii para adentrarnos en dos mexicanos del barroco novohispano, el primero es fray Francisco Naranjo, teórico meticuloso con una memoria excepcional; la otra es Sor Juana Inés de la Cruz, de quien indagaré sus aportes sobre el sabio jesuita Athanasius Kircher. De igual modo, destacaré sus ideas filosóficas y teológicas que sobresalen en sus piezas teatrales y poemas, aun sin haber sido filósofa de profesión o haber estudiado dicha disciplina de manera formal.
Para terminar, cierro con un capítulo sobre la Ilustración novohispana, con la cual llega la modernización de la enseñanza en México tanto en filosofía como en ciencia. Veremos principalmente los tres momentos que la ocuparon: uno primero en el que lo nuevo fue ignorado, después en el que se lo combatió y, finalmente, el punto de su incorporación.
Mi interés es mostrar que los rasgos del pensamiento novohispano pueden ser significativos actualmente y por esa razón, he optado por señalar desde el título de mi trabajo el objetivo de buscar elementos significativos de un período que llevamos en el fondo de nuestra historia y nuestra identidad.
CAPÍTULO 1
La filosofía novohispana,
la analogía y la cultura
1.1 Introducción
La metáfora es una de las formas de la analogía y su importancia radica no sólo en el ámbito poético, sino también dentro de la filosofía, e incluso, en la vida misma, pues es parte del lenguaje. El interés por la analogíapo demos encontrarlo desde Aristóteles hasta los tiempos actuales, como en el poeta Octavio Paz, quien llegó a decir que ésta era el núcleo de la poesía, es decir, su aspecto más expresivo. Presente a lo largo del tiempo, resulta pertinente revisar el concepto en el tramo de nuestra historia que nos compete, esto es, el periodo novohispano, prolífico en reflexiones acerca de este tema.
Encontraremos un gran movimiento intelectual en los colegios de las órdenes y en la Universidad de México, así como en pensadores autónomos. De acuerdo con lo anterior, ofreceré algunos puntos importantes a través de las aportaciones de ciertos autores destacados y su manera de abordar el pensamiento analógico.
La analogía es un modo de significar, intermedio entre lo unívoco y lo equívoco; es decir, si esto último es lo completamente ambiguo y confuso, y aquello lo claro y exacto, lo analógico no llega a la precisión del primero, pero tampoco se diluye en el equívoco, por eso puede abarcar las diferencias, sin perder la capacidad de unificar en la semejanza. Como he mencionado anteriormente, una de sus formas es la metáfora, tan útil para el estudio de las culturas pues permite ver la diversidad pero dentro de un cierto orden.
Me interesa señalar el conocimiento y uso de la doctrina de la analogía que mostraron los novohispanos, con el fin de enfatizar que, lo que he llamado una “hermenéutica analógica”, tiene raíces en el pensamiento mexicano y de manera especial en esta etapa de la historia que abarcó tres siglos.1
Uno de los principales propósitos al hacer este trabajo responde a la necesidad de revitalización de la filosofía de nuestra época, porque ha pasado mucho tiempo empantanada entre univocismos y equivocismos. Así pues, es hora de que levante de nuevo el vuelo y tenga más vida y sentido; resulta apremiante hacerlo y considero que la racionalidad analógica es una vía adecuada para lograrlo.
1.2 El concepto de la analogía en la filosofía novohispana
La filosofía novohispana se desarrolla en tres etapas permeadas por un sano eclecticismo: en sus inicios fue escolástica, aunque en contacto con el humanismo renacentista; posteriormente se relacionó con el hermetismo barroco, ya con indicios de modernización; y finalmente se consolida como escolástica modernizada.2
En el siglo xvi sobresale Bartolomé de las Casas (Sevilla, 1484 – Madrid, 1566),3 que fue el gran protector de los indios. Su defensa se encuentra a lo largo de sus obras entre las que destacan la Historia de las Indias y la Apologética historia sumaria, dedicadas a ensalzar la cultura indígena mexicana y la de otros pueblos.4
El pensamiento del fraile tomaba aspectos tanto del humanismo como de Aristóteles y Santo Tomás, y los plasmaba con un estilo incisivo a la hora de narrar los sucesos de la conquista y denunciar los abusos que se hicieron. Ejemplo de ello, es su alegato a favor de los naturales de las Indias que peligraban en desaparecer, de modo que pide que trajeran población negra a América, considerada más resistente; no obstante, cabe decir, posteriormente se arrepintió y se opuso igualmente a la esclavitud de los africanos.
El concepto de analogía, aprendido del tomismo, resulta de utilidad para Bartolomé de las Casas para entender, en la medida de lo posible, una cultura totalmente diferente a la suya. La analogía fue el medio por el cual acercaba lo otro a los parámetros que conocía y se hacía más comprensible para los españoles. En ese sentido, en la Apologética historia sumaria comparó la otra cultura con la civilización de los griegos y romanos, así como con elementos del cristianismo. De esta manera disminuyó la extrañeza y, aunque la diferencia siguiera predominando, llegó a un punto intermedio.
En don Vasco de Quiroga (Madrigal de las Altas Torres, España 1480 – Uruapan, México, 1565) encontramos otras iniciativas de defensa de los indígenas. El caso más claro es la fundación de hospitales-pueblos, en cuyos escritos operativos el autor despliega su pensamiento.5 Los indígenas carecían de sustento y cobijo tras la derrota contra los españoles y se encontraban dispersos por los montes donde morían en grandes cantidades; por ello, don Vasco ideó esos hospitales-pueblos, los cuales eran poblados que fungían como hospicios para que ahí se les diera alojamiento, además de trabajo y la oportunidad de aprender artes y oficios. En estos lugares también se les proporcionaban nuevos cultivos y ganado, de manera que podían no solamente sobrevivir, sino vivir dignamente.
Don Vasco supo aprovechar la noción de analogía para tratar de implantar en el Nuevo Mundo ideas del europeo. Así hizo con la Utopía de Tomás Moro, pues se dice que sus hospitales-pueblo eran un análogo de lo que el humanista inglés expuso en su novela. Cabe decir, su idea es análoga en tanto que no quiso trasplantar todo, sino solamente algunos aspectos en los que se ve el empeño de favorecer a los naturales.
Por su parte, fray Juan de Zumárraga (Tabira de Durango, España, 1468 –