Mauricio Beuchot

Significados del pensamiento novohispano


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la metonimia, que son otras formas de analogía como sostiene Octavio Paz, crítico medular de la monja poeta. La interpretación de su obra puede llegar a resultar oscura por las distintas capas de significados y la incorporación tanto del cartesianismo o criticismo, como del hermetismo que se inclina en gran manera por el uso de alegorías y símbolos; ejemplo de estos aspectos es su composición Primero sueño.

      Por otra parte, se conocen algunas cartas de mexicanos a Atanasio Kircher que, como he mencionado, era considerado el principal sabio del Barroco. En este tiempo ocurre la confluencia de dos formas de pensamiento: mientras que empieza a llegar la filosofía moderna y Descartes comienza a ser leído en este lado del mundo; también se estudia el hermetismo, como el de Kircher, analógico y simbólico como el mismo pensamiento barroco.

      En el xviii continuó la pugna entre conservadores y renovadores, pero para este siglo la modernización era ya más decidida. En ese sentido, los colegios de los jesuitas tuvieron un papel muy importante en la puesta al día de los estudios, hasta que en 1767 fueron expulsados de los dominios españoles y tuvieron que ir a los estados pontificios de Italia.

      Uno de los filósofos de esta tendencia renovadora fue el jesuita Diego José Abad (Xiquilpan, Michoacán, 1727 – Bolonia, 1779). Su obra más notable es la composición en latín del Poema heroico que muestra un estilo trabajado a partir de sus traducciones de Virgilio, donde manifiesta su postura filosófica.

      En la obra poética de Abad, el analogismo fue empleado para transmitir conceptos difíciles de filosofía y teología de una manera agradable y bella; gracias a ello, tuvo gran aceptación para fines didácticos, pues como era usual en la época neoclásica a la que pertenecía, el latín se empleaba para la enseñanza y la creación literaria.

      Otro representante fue Francisco Xavier Alegre (Veracruz, 1729 – Bolonia, 1788), quien editó las Instituciones teológicas en las que trata múltiples temas filosóficos como el de la libertad natural del hombre contra la esclavitud.

      Otro autor importante de la época es Francisco Xavier Clavijero (Veracruz, 1732 – Bolonia, 1787), quien escribió un curso filosófico del que sólo se conserva la Física particular, aunque es por la Historia antigua de México que ha llegado a ser un escritor célebre. En ella defiende a los indios de las acusaciones de varios ilustrados que los veían como atrasados e inferiores, con lo cual legitimaban el dominio de los europeos.

      A su vez, Clavijero es analógico pues, así como Bartolomé de las Casas defendió la cultura indígena por sus semejanzas con la europea frente a los humanistas que no la comprendían, también lo hizo de los ilustrados que la denostaban como inferior. Adoptó una estrategia parecida a Las Casas, que fue comparar ambas culturas e identificar sus similitudes y diferencias, pero señalando siempre los logros de la indígena.

      El entendimiento de la analogía de Gamarra también es evidente, aunque con el matiz de que su centro ya no es la ontología, sino la epistemología, que era el sesgo nuevo que tomaba la filosofía moderna. Sin embargo, esta nueva orientación convive en su obra con doctrinas tradicionales, como su tratado de metafísica.

      Este es el panorama de la presencia y uso de la analogía en la filosofía novohispana. Con base en todo lo que he expuesto, se pone de manifiesto que la analogía fue un actuante notable en el pensamiento de esta etapa tan importante en la historia mexicana. Es tiempo de recuperar este tesoro para la filosofía actual y sobre todo para la de nuestra patria.

      Como hemos revisado, el concepto de analogía y su utilización en la hermenéutica ha estado presente a lo largo del desarrollo de la filosofía novohispana. En el siglo xvi, entre los escolásticos humanistas, Bartolomé de las Casas lo aplicó a la defensa de los indios para demostrar que su cultura no desmerecía ante la española, pues era equiparable a la de los griegos y romanos. Su postura debatía con la incomprensión de humanistas como Ginés de Sepúlveda, que acusaba a los indios de crímenes de lesa humanidad, es decir, de leso humanismo; de esta manera Las Casas proponía otro tipo de humanismo, uno indígena pero análogo al europeo, con el fin de exponer la gran injusticia a la que se les había sometido.

      Por su parte, Vasco de Quiroga en su intención de establecer una parea con los naturales una república india, propuso un régimen propio, solamente asociado al español. Consistiría en un orden análogo al de la metrópoli, pero con autoridades indígenas; de esa idea surgen los hospitales-pueblos en los que se pudiera recoger a los indios que estaban derrotados y dispersos en los montes, muriendo de hambre, con el fin de brindarles la oportunidad de tener educación y un oficio. Como he mencionado anteriormente, se trataba de una adaptación de la Utopía de Tomás Moro, a quien leía y admiraba.

      Sahagún utilizó la analogía de modo parecido al de Las Casas, pues le sirvió para interesarse en las antigüedades indígenas que trató de conservar en obras como Historia de las cosas de la Nueva España. A su vez, el doctor Francisco Hernández emplea el modo analógico al comparar las hierbas medicinales indígenas con los remedios europeos, pues observó que tenían también un resultado favorable.

      Alonso de la Vera Cruz expone la doctrina de la analogía en sus obras filosóficas y la aplica al hablar de la validez de los matrimonios indígenas, cuyo elemento en común con los cristianos es el consenso de los cónyuges. De igual modo, en su relección sobre el dominio de los infieles acepta el derecho legítimo de los indios de tener sus posesiones y por consiguiente, la injusticia de habérselas quitado durante la conquista. El mismo espíritu se encuentra en su doctrina económica respecto al tráfico de población negra, práctica de la que se duele con vehemencia.

      En el siglo xvii, los principales analogistas son Sigüenza y Góngora y Sor Juana. El primero, al ver el gobierno de los indios como semejante al de los romanos, con las mismas virtudes cívicas, lo cual es resaltado en su escrito sobre las virtudes políticas de los gobernantes; por su lado, la escritora, en su amplio manejo de la metáfora y metonimia.

      En el siglo xviii los jesuitas continuaron con la analogía: Abad dentro de su poesía; Alegre en aspectos teológicos relacionados con la filosofía; y sobre todo Clavijero en su Historia antigua de México, en la que, como un nuevo Bartolomé de las Casas, muestra que la cultura indígena es equiparable a cualquier otra y la defiende de las críticas de los ilustrados que la veían como menor de edad y con ello justificaban la dominación europea.

      Dentro de ese siglo no desmerece Gamarra, quien la expone en su manual, a pesar de que la filosofía se orientaba ya a la Modernidad, es decir, hacia la epistemología o crítica del conocimiento.

      Éste es el panorama en la historia