general, las ideas convencionales sobre los alimentos saludables y no saludables han estado dominadas por conceptos sobre las grasas y sobre cómo su cualidad puede hacer enfermar.
Por lógica, un consumo de grasas saturadas y grasas hidrogenadas (a veces llamadas «grasas malas») aumenta claramente nuestra propensión a sufrir todo tipo de trastornos graves, como enfermedades cardíacas o un nivel de colesterol alto. Las grasas saturadas se encuentran en muchos tipos de carnes, lácteos, helados y algunos aceites, como el de palma y el de coco. Las grasas hidrogenadas, o trans, se encuentran en la mayoría de los alimentos procesados y envasados, como las galletas, las patatas fritas, los donuts, los pasteles, los productos basura fritos, y la mayoría de las barritas de caramelo o chocolate.
A menudo, se anima a la gente a reducir las grasas saturadas e hidrogenadas y a consumir más «grasas buenas» (monoinsaturadas y poliinsaturadas), porque se cree que en general son beneficiosas para la salud del corazón y para el nivel de colesterol. Las grasas monoinsaturadas (entre ellas los ácidos grasos omega 9) se encuentran en alimentos como los aceites de oliva, de girasol, de cacahuete y de sésamo, aguacates, aceitunas, almendras, cacahuetes, nueces de macadamia, avellanas, pacanas y anacardos. Las grasas poliinsaturadas (entre ellas los ácidos grasos omega 3 y 6) contienen «ácidos grasos esenciales», y están en los aceites de soja, maíz y cártamo, en las avellanas, pipas, semillas de sésamo, de calabaza y de lino, pescados grasos (salmón, atún, caballa, arenque, trucha y sardinas), verduras de color verde oscuro, leche de soja y tofu.
Existe una estrecha correlación entre la medicina convencional y la oriental en este ámbito, en particular en la necesidad de evitar las «grasas malas», que entorpecen la digestión y causan una acumulación de humedad y flemas en el cuerpo. No obstante, el problema con este enfoque es que muchos de estos alimentos contienen otros constituyentes, aparte de los ácidos grasos, o que en ocasiones tienen una clasificación algo distinta en la medicina nutricional oriental tradicional.
Por otra parte, si bien es cierto que mucha gente consume sistemáticamente demasiadas «grasas malas» con su dieta –grasas que generan humedad y flemas o mucosidad en el cuerpo–, estas grasas no son malas para todo el mundo y en todo momento. Para las personas delgadas, con un yin muy débil, por ejemplo, los alimentos altos en grasas saturadas pueden ser beneficiosos, siempre que sean de buena calidad y tomados con moderación.
Un consumo excesivo de «grasas buenas» también puede ser problemático. Muchas de ellas parecen tener un efecto beneficioso en el movimiento del Qi y la reducción de la mucosidad y la humedad, pero su exceso altera por completo la situación. Demasiadas avellanas, por ejemplo, aumentan la mucosidad en los Pulmones y el calor en el Corazón. El tofu puede debilitar el yang del Bazo porque es muy refrescante. La sal de las anchoas puede debilitar el Qi del Riñón y los huesos. Las sardinas pueden incrementar la mucosidad, y los cacahuetes y aguacates son fuente de humedad y pueden dañar el Qi del Bazo. Por lo tanto, es aconsejable considerar las grasas en el contexto más amplio de la dieta y los hábitos alimentarios.
Vegetarianos
Ya que el consumo de productos animales no debería llegar a más del 10 % del total en una dieta saludable normal, los vegetarianos no deberían preocuparse demasiado por carecer de las ventajas nutritivas de la carne. Las legumbres, cereales y frutos secos pueden más que compensar la carne de la dieta si se toman regularmente. Con todo, es importante no depender demasiado de alimentos proteicos altos en grasas concentradas, como los frutos secos y las semillas, y tomar más cereales integrales.
Un problema frecuente es que como la carne suele calentar ligeramente, sin ella hay a veces una falta de equilibrio. Muchos vegetarianos toman abundantes alimentos fríos y crudos, como ensaladas, que pueden debilitar la digestión y el yang. Ello se puede corregir añadiendo productos cálidos, como jengibre, canela y otras especias.
Entre los vegetarianos también aparece a menudo una debilidad en la sangre, y no porque no coman carne, sino debido a las combinaciones y a la calidad de los alimentos que toman. Para evitar este desequilibrio, ver el apartado «Sangre débil», para más detalles sobre la dieta.
Alergias
Algunas personas sufren reacciones alérgicas a ciertos tipos de alimentos, como los frutos secos. Si a usted le sucede, escuche a su cuerpo, en lugar de seguir una dieta o una lista de productos al pie de la letra. Si tiene una reacción «alérgica» después de tomar alimentos que deberían ser beneficiosos, es que esos productos no lo son para usted, de modo que debe buscar alternativas. Recuerde que la clave es el sentido común.
Capítulo 9
El estilo de vida que llevamos tiene una incidencia directa en nuestra longevidad. Por ejemplo, un estudio estadounidense reciente indicaba que, entre las mujeres, más de la mitad de las muertes por enfermedades crónicas, como el cáncer o enfermedades del corazón, se habrían evitado si hiciesen ejercicio, no fumasen y siguiesen una dieta con grandes cantidades de verdura, fruta y frutos secos, legumbres, pescado, marisco y cereales, y un consumo bajo de carne, productos cárnicos y grasas malas.6
Con frecuencia, el equilibrio en la vida que llevamos puede ser demasiado yang o demasiado yin y, por lo tanto, una posible causa de mala salud. Entre los indicios de que nuestra vida es demasiado yang o demasiado yin observamos:
DEMASIADO YANG: trabajar muchas horas, estrés, cenar tarde, irse a dormir de madrugada, ir corriendo de un lado a otro y hacer demasiadas cosas.
DEMASIADO YIN: pasar gran parte del día sentado en un despacho, ver televisión, jugar con el ordenador, navegar por internet, moverse en coche en lugar de andando y picar entre horas.
Un indicador útil del estilo de vida es el reloj de los meridianos. Fue creado en tiempos antiguos dentro de las teorías del yin, el yang y los cinco elementos. Asignó una hora del día a cada uno de los 12 órganos en función de cuándo se creía que el Qi fluía con más fuerza. A continuación se comentan las horas de los meridianos para cada uno de nuestros órganos.
Pulmones: 3:00-5:00
Los Pulmones controlan nuestra respiración, la piel, su capacidad para sudar y el estado de nuestro Qi defensivo, que nos protege de las enfermedades. En estas horas, el Qi necesita recargarse para proteger el cuerpo para el día siguiente. Para los monjes, las primeras horas de la mañana son un tiempo de reflexión y oración, y tradicionalmente meditan a esta hora, ya que se cree que los Pulmones son los órganos más vinculados al cielo.
Como los Pulmones controlan la respiración y el Qi, algunas afecciones de los pulmones y la tos pueden empeorar a estas horas. Además, puede darse un desequilibrio en los Pulmones si uno se despierta pronto regularmente, aunque ello probablemente esté más asociado a sentimientos de pena o separación, los sentimientos que más pueden afectar los Pulmones.
El reloj de 24 horas de los meridianos
Intestino Grueso: 5:00-7:00
El Intestino Grueso se ocupa de transformar los residuos digestivos de líquidos a sólidos y de transportarlos fuera del cuerpo. Como el Qi está concentrado en este órgano a estas horas, por lógica es el mejor momento del día para evacuar. Al igual que los Pulmones, el Intestino Grueso también puede verse afectado por la pena, la separación, y por la sensación general de estar atascado en la vida. A menudo ello se manifiesta de una forma muy física, en forma de estreñimiento o como un malestar más general a esa hora del día.
Estómago: 7:00-9:00
Es el período de tiempo en que el Estómago es más eficiente, de modo que es el momento óptimo para comer y digerir los alimentos.