Clive Witham

El libro de medicina oriental (Bicolor)


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picantes:

      VERDURAS: repollo, guindillas, ajos, puerros, nabos, cebollas, rábanos y berros.

      HIERBAS Y ESPECIAS: pimienta negra, pimienta de Cayena, albahaca, clavo de especia, canela, comino, menta, romero, mejorana, nuez moscada y manzanilla.

      OTROS: mostaza y rábano picante.

      NOTA. El grado de acritud de un producto se puede reducir con la cocción.

       Salado

      El sabor salado se asocia al elemento agua y afecta directamente los Riñones y la Vejiga. Este sabor refresca y humedece el cuerpo, y a menudo puede tener un efecto desintoxicante. También actúa como diurético, hace descender el Qi y puede ablandar cualquier masa dura. Demasiados alimentos salados pueden aumentar la humedad, dañar el Qi y debilitar los huesos y la sangre.

      Los alimentos siguientes se consideran salados:

      VERDURAS: ajo, kelp y algas.

      HIERBAS Y ESPECIAS: sal y perejil.

      CEREALES: cebada y mijo.

      CARNE, PESCADO Y MARISCO: cangrejo, pato, jamón, langosta, mejillones, pulpo, ostras, cerdo, pichón y sardinas.

      OTROS: miso, salsa de soja y encurtidos.

       Ácido

      El sabor ácido se asocia al elemento madera, y afecta directamente el Hígado y la Vesícula Biliar. Tiene un efecto de contracción o reducción, y controla la liberación de líquidos cerrando los poros, deteniendo la sudoración y constriñendo el sistema urinario para detener la micción. Por este motivo, los productos ácidos se recomiendan cuando se pierden fluidos corporales, como en caso de diarrea y sangrado. Un exceso de alimentos ácidos puede hacer que el cuerpo se contraiga demasiado y retenga demasiados líquidos. Ello puede ralentizar el sistema digestivo, dañar el yin y debilitar los tendones.

      Los alimentos siguientes se consideran ácidos:

      FRUTA: manzanas, albaricoques, moras, grosellas negras, grosellas rojas, uvas, pomelos, bayas del espino blanco, limones, limas, lichis, mandarinas, mangos, melocotones, peras, piñas, ciruelas, granadas, frambuesas, ciruelas agrias, fresas, tangerinas y tomates.

      VERDURAS: verduras de hoja ancha, aceitunas y chucrut.

      LEGUMBRES, SEMILLAS Y FRUTOS SECOS: judías aduki.

      CARNE, PESCADO Y MARISCO: trucha.

      BEBIDAS: té verde y vino.

      OTROS: vinagre, encurtidos, yogur y crema de queso.

       Adaptar la dieta

      En relación con el cuerpo, el conocimiento es poder, si bien es cierto que demasiados conocimientos pueden a veces confundirnos. Por lo tanto, es importante no perder de vista las clasificaciones según la temperatura y el sabor. Son una guía para efectuar cambios en la dieta que mejoran la salud. En ningún caso están diseñadas como listas de recetas restrictivas.

      Si después de leer este libro, es evidente para usted que sufre un desequilibrio interior entre el calor y el frío, estas listas le pueden ser útiles para identificar productos de la dieta que pueden acentuar su problema. En este caso, puede reducir o suprimir algunos de estos alimentos y, mediante el método de ensayo y error, adaptar su dieta correctamente.

      Del mismo modo, si observa un desequilibrio evidente en los órganos, puede incorporar o suprimir un producto o un sabor en particular para ajustar su dieta. Nunca es demasiado tarde para cambiar, según algunos expertos. Incluso las personas de más de 65 años que adoptan una dieta con un alto contenido en frutas y verduras (acompañada de ejercicio regular) pueden ver reducidas sus probabilidades de sufrir enfermedades crónicas como hipertensión, cáncer u osteoporosis.2

      Un principio importante que recordar es que un exceso de cualquier producto, por muy bueno que sea, a usted le puede resultar perjudicial. Sea escéptico en cuanto a las propiedades «probióticas» de los yogures, que según la publicidad mejoran la digestión, o sobre los cereales que protegen el corazón. Dichas afirmaciones pueden tener algo de verdad si se toman en el contexto de un estilo de vida sano con una práctica regular de ejercicio y una dieta adecuada, pero por sí solas, y vistas en términos de la relación entre un Estómago débil y la humedad, pueden causar más daños que beneficios.

      Capítulo 8

      images Cómo comemos

      El gran impacto de la alimentación en nuestra salud no se debe sólo a lo que consumimos, sino también a la manera como lo comemos. Los alimentos que engullimos, lo que comemos sin darnos cuenta estando estresados en el trabajo, o delante del televisor, absortos en un programa, a menudo el cuerpo no lo procesa adecuadamente.

      Nuestros hábitos al comer afectan directamente el proceso digestivo y la capacidad del cuerpo de extraer de los alimentos el Qi que necesita. Si los hábitos alimentarios son buenos, todo el proceso se ve optimizado y funciona como un mecanismo bien engrasado. Si son malos, por muy sana que sea la dieta, los alimentos quedan atrapados en un proceso lento y perezoso que empeora o causa una serie de obstrucciones y desequilibrios, y en última instancia daña la salud.

      A continuación se dan unas directrices generales para mantener unos buenos hábitos en la alimentación.

       Disfrute de la comida

      Comer debería ser una experiencia agradable, no sólo por los sabores, sino también por su efecto en los sentidos. En Extremo Oriente, los chefs profesionales y los particulares conceden una gran importancia al hecho de presentar la comida de un modo atractivo porque son conscientes de que la digestión empieza por la vista, la nariz, el oído y la textura de los alimentos.

      Poner atención cuando uno come es un concepto muy importante, y está asociado a la idea de apreciar los alimentos. Aunque pueda parecer obvio, a fin de disfrutar realmente de los alimentos hay que ser consciente del hecho de que se está comiendo.

      Es fácil distraerse por toda una serie de cosas durante las comidas, desde un programa de televisión hasta reñir a los niños, pero a menos que uno se dé cuenta y esté pendiente de lo que hace, comer puede convertirse en una simple rutina, similar a otras tareas diarias, como conducir. Pocas personas piensan cuando conducen; en general, el cuerpo lo hace automáticamente. A veces se puede conducir durante muchos kilómetros soñando despierto hasta que uno se da cuenta realmente de lo que hace.

      Centrarse en la experiencia de comer, en los sabores, los colores, los sonidos, los olores, las texturas, y en las personas, aunque sólo sea durante un rato, hace desaparecer el comportamiento automático en la mesa y a partir de ese momento ayuda a reforzar los órganos digestivos.

      La idea de disfrutar de la comida también es importante en el caso de dietas restrictivas que obligan a algunas personas a comer ciertos tipos de alimentos que pueden no gustarles, y todo por perder peso. En tales situaciones, a veces es importante comer también productos «apetitosos», y valorarlos al comerlos. De este modo se alimenta no sólo el cuerpo, sino también el «espíritu».

       Mastique bien

      El acto de masticar desmenuza la comida, de modo que el Estómago puede dedicar menos energía al proceso digestivo. También puede servir para relajar el cuerpo y reducir el estrés durante las comidas. La acción de masticar es esencial para que ciertos productos se disgreguen. Los cereales integrales, por ejemplo, no alcanzan su estado nutricional óptimo si previamente no se han disgregado con saliva en la boca.

      Tengo la suerte de tener un suegro que es el paradigma de la buena masticación. Siempre es el último en levantarse de la mesa; cuando a los demás sólo les queda un poco de salsa en el plato, él todavía está masticando los encurtidos del aperitivo.

      La increíble