atrae a cada uno a su propio terreno. Pero como él es el único que tiene una cartografía de las energías y del mundo invisible, siempre gana porque todos nos perdemos en lo que él llama el “laberinto mental”. Soy licenciado en psicología, catedrático y atiendo desde hace 20 años en hospitales psiquiátricos, tengo una Máquina de Videncia y soy Terapeuta Akáshico formado personalmente por Barone y, ahora, formador de futuros colegas en esta Terapia. No crean que soy un apóstol de este movimiento terapéutico, soy su mejor (o peor) crítico y examinador imparcial. He visto multitud de alumnos fascinados por el ocultismo, la magia y el manejo de las energías, pero siempre dije que a mí no me interesaban. Lo que siempre busqué, Y ENCONTRÉ en la Terapia Akáshica, es UNA NUEVA TERAPIA mucho más holística, que puede actuar a distancia y que involucra las energías siempre negadas por la ciencia, pero de las cuales todo el mundo habla. Con Barone y su terapia, la ecuación cierra. La aplico desde hace años sobre mis pacientes y he podido medir muy bien los resultados y los cambios de vida que induce en ellos, (aunque, a veces, ellos ignoran que están tratados con esta técnica, para evitar las autosugestiones). Por eso intento que sea aceptada como una terapia nueva en el mundo universitario. Pienso que será la sucesora de la psicología transpersonal y, con toda certeza, el cuarto nivel de terapia que anunciaba el filósofo norteamericano Ken Wilber. Me parece también ver en ella la llegada al punto omega que anunciaba Teilhard de Chardin, el punto donde la ciencia y la religión podrán unirse. Investigo y enseño y, desde lo más profundo de mí, reconozco, con la mayor honestidad, que en la vida humana hay un antes y un después de disponer de una Máquina de Videncia Akáshica.
Tener la suerte de poseer una junto a la formación adecuada, equivale a decir que un ciego empieza a ver, por lo menos, todos los componentes de los mundos energéticos. En conclusión, de Barone no me interesa la parte ocultista pero sí todo de la parte terapéutica porque, sencillamente, ésa es mi profesión y es mi vocación y estoy seguro de que también es la de Eric.
C: Mi nombre es Carlos Balauz, soy el investigador en medicina y catedrático del grupo y me gustó la idea de escribir una biografía epistemológica de Barone porque creo que hay una revolución científica en gestación en la Terapia Akáshica y no quiero perder la oportunidad de ser parte de ella. Estudié esta terapia con él personalmente, después de leer dos de sus libros: “Terapia Akáshica” y “Nuevo Humano”. Me desprendí de mi incredulidad (¿profesional?) cuando hice el test que propone en el libro “Guía para el nuevo humano”. Ese test permite averiguar cuál de los 33 desarrollos que el libro prevé en el hombre nuevo podría estar gestando una persona. Yo lo hice en mí: ¡y funcionó! Pero me parecía imposible que alguien pudiera prever reacciones energéticas tan íntimas en otra persona sin conocerla y que pudiese fabricar un test tan complejo para aplicarlo sobre miles de lectores. Entonces quise conocerlo.Y lo conocí, estudié con él, me recibí, ya tengo mi Máquina de Videncia y mi vida cambió. Ahora debo explicarme y explicar a los lectores a partir de una enorme cantidad de nuevos conocimientos, de qué manera la Terapia Akáshica podrá revolucionar la medicina. Desde hace décadas oímos hablar de la medicina antroposófica y de la inteligencia celular. Y de Edgar Cayce, ese profeta durmiente que, en estado hipnótico, diagnosticó pacientes a distancia. Este investigador parapsíquico dejó 22.000 lecturas en su fundación de Virginia Beach, con tratamientos inexplicables pero exitosos y documentados. Edgar Cayce falleció una década antes de que naciese Barone en 1955. Obviamente nunca se conocieron, pero Eric reconoce que leer biografías sobre Edgar Cayce provocó una revolución energética en él y le confirmó capacidades de acción a distancia que él ya sabía que tenía. El profeta durmiente se volvió su mentor y su guía de desarrollo. Para finalizar mi presentación: deseo que el lector espere de mi parte una visión crítica y pragmática sobre Barone y su creación, la Terapia Akáshica. Estoy, como muchos otros medicos, en la búsqueda del eslabón faltante capaz de unificar psicología, medicina y universo energético. Rehúso someterme al prejuicio del médico occidental según el cual milenios de terapias orientales de base energética, como el chi kung, el taoísmo, el yoga, la meditación, la acupuntura y tantas otras, de repente se han vuelto falsas y obsoletas porque alguien descubrió el microscopio. Esa será mi contribución a este estudio.
R: En conclusión, los tres juntos, recomendamos lo que todos los editores de Barone han dicho hasta hoy en día: léanlo, experimenten lo que propone y luego júzguenlo.
CAPÍTULO 1
Cómo pasar de superdotado a reencarnación viviente, elegir entre ser el amigo número uno del mundo o el peor enemigo de las estructuras establecidas, contemplar en breve una revolución pacífica en marcha.
- R: Raúl
- J: José
- C: Carlos
R: Es tradición empezar una biografía por el principio, es decir, por el nacimiento. Barone describió excelentemente bien la historia real de su infancia. También hay muchos detalles muy esclarecedores que agregan otros biógrafos. Leamos primero lo que él escribe en su libro NUEVO HUMANO.
Cómo nacieron las 33 revelaciones
Nací en un país en guerra contra sí mismo, en el cual ver hombres degollados en las calles, en brazos de sus madres que lloraban a gritos bajo su chador negro, era corriente. Ver cuerpos despedazados por explosiones también era corriente. La lucha entre el movimiento de fellagha pidiendo la independencia argelina y el OAS de colonos nacidos en el país que quería evitarla, era una lucha fratricida que me marcó para siempre. El culpable no era el hombre sino lo que los poderosos querían que creyésemos: se llama «política».
J: De aquí nace la versión que siente Eric por los temas políticos. Además, como vivió en muchos países como desraizado, terminó sintiéndose a la vez apátrida y ciudadano del mundo. En cada nuevo país al que emigró se consideró siempre “invitado” y, por respeto, nunca opinó sobre la política local. Esa actitud le vino bien cuando fue a vivir a Paraguay durante el gobierno de Stroessner, si bien casi lo apresan por haber llegado con libros de psicología. La noche que derrocaron al dictador él se encontraba a seis cuadras del lugar.
También podría haber tenido problemas si hubiese llegado a la Argentina durante el gobierno militar antes de que asumiera el presidente democrático, doctor Ricardo Raúl Alfonsín, al que conoció personalmente.
Mi destino fue marcado por un sueño que hizo morir a mucha gente y salvar a otros. No tengo remordimientos sobre eso, yo solo tenía 2 años de edad y, como le decía Krisna a Arjuna: “no puedes matar lo que no puede morir”.
Una mañana me desperté y le conté a mi madre que la veía poner una linda vela blanca frente a un pequeño muro de piedra y que había mucha luz. Apenas ella le contó a mi hannah árabe lo que yo le había dicho, mi hanna se puso a llorar y se fue gritando que el pequeño había soñado la tumba de Sidi Abdekader Jalalil, un gran santo sufí y que mi familia estaba protegida. Dos días después comprendimos lo que eso significaba. El vendedor de legumbres de nuestro edificio –un cierto Mohamed me dijeron- esperó que no hubiese nadie en su negocio y le dijo en voz bajo a mi madre: “por favor, Sra. Gilda, no vaya de visita a la tumba de la cristiana”. Ése era un monumento funerario antiguo, lejos de Skikda, (que entonces se llamaba Philippeville), entre Argel y Cherchell. Albergaba los restos de la hija de Cleopatra VII y Marco Antonio. Mi madre tuvo la buena idea de contarle su intención de viajar a un tío mío que era legionario (y que murió meses después como héroe, héroe no sé bien de qué, nunca comprendí cómo uno podía volverse héroe participando en una matanza). Mi tío habló con sus superiores y, gracias a eso y, en pocas palabras, ¡nos salvaron la vida!
Alcanzamos el monumento después de un viaje en barco acompañados por un grupo de legionarios muy inquietos. Cuando llegamos a la entrada, los legionarios obligaron a los civiles a quedarse afuera y entraron ellos solos en el monumento, lugar perfecto para una emboscada. Oímos ráfagas de armas de fuego y recuerdo a mi madre apretándome fuertemente contra ella tal como lo había hecho la noche en que oímos las explosiones de la guerra civil. Muchos fellaghas murieron ese día a manos de los legionarios