me parece que es un punto político muy importante que hay que señalar sobre esta forma particular de vulneración de derechos, aunque… no, mejor dicho, porque la violación tiene esta dimensión literaria profunda.
AA: Volvamos a tu libro, Split Decisions: How and Why to Take a Break from Feminism. Su publicación ha tenido varias consecuencias. Primero, produjo una “división de bandos” predecible entre las feministas y aún continúa arruinando conversaciones feministas. En segundo lugar, proporcionó algunos marcos clave para criticar las actuales interacciones feministas con el derecho. En tercer lugar, despejó el camino para sumar marcos teóricos queer a los debates dentro del feminismo. Y, en cuarto lugar, ayudó a dar espacio a la impugnación intrafeminista como motor clave de la defensa del feminismo jurídico.
Por eso, pensé que podríamos conversar sobre estas consecuencias de Split Decisions, una por vez, ya que se relacionan con nuestro tema de interés: criminalización y derecho internacional de los derechos humanos.
Pero primero, en Split Decisions y en la sección “Queer Theory by Men”, estableces un marco para interpretar el feminismo como una analítica muy peculiar. Esperaba que pudiéramos empezar por allí. ¿Cuáles son los elementos y la forma de esta “analítica feminista”? ¿Por qué desarrollaste tu crítica con este enfoque, y qué advertencias te parece que plantea?
JH: El argumento de Split Decisions se desarrolla en el marco de eventos del feminismo estadounidense –“eventos de ideas” feministas si se quiere– en los que participé durante mi vida. Lo que descubrí en años de lectura de textos y prácticas fue que el feminismo estadounidense enmarca de manera bastante sistemática el sexo, la sexualidad, el género y la familia en función de la distinción m/f. Y quiero ahondar en esto –porque creo que ha sido malinterpretado– de que este elemento fundamental del feminismo estadounidense no debía ser así. No estoy anunciando una esencia platónica ni una orden del comité central. Simplemente descubrí que cada libro o artículo que leía y que profesaba ser feminista también recurría, con frecuencia en el momento normativo crucial, en el momento de visualizar el problema y/o la solución, a la distinción m/f.
Creo que puede haber muchas formas de feminismo sin recurrir a lo que es básicamente la diferencia heterosexual, y ocuparse de que estas existan es el proyecto preeminente de El género en disputa, de Judith Butler. Aunque, en realidad, el feminismo de Butler tampoco termina de romper con la distinción m/f. En toda la bibliografía que leí mientras me preparaba para escribir Split Decisions, me pregunté: “¿Acaso este artículo, o este libro, rompe con la distinción m/f?”. Lo que me llamó la atención, una y otra vez, fue que no lo hicieran.
AA: ¿Y te refieres al libro de Butler en particular?
JH: En mi opinión, la belleza de El género en disputa está en la poderosa lucha que Butler plantea para que la distinción m/f sea opcional. Pero muchos otros trabajos feministas ceden. Permíteme decirlo de esta manera. El intento de interseccionalidad, como digo en mi libro, es un intento de encontrar maneras de poner otros marcos de diferencia social junto al proyecto feminista para descubrir sus interacciones en el mundo, la política y el pensamiento. Los teóricos de los estudios críticos sobre la raza (o críticos de la raza)[52] y el trabajo feminista poscolonial o subalterno[53] a menudo se alejan de la distinción m/f. Los llamé la “rama divergente” del feminismo híbrido, y me parecía muy prometedora. La gente hace un montón de cosas notablemente creativas en clave de género al alejarse de esa distinción. Pero lo que vi una y otra vez fue que, en el momento en que el autor o la autora debía reafirmar su feminismo, el texto retomaba la distinción m/f. Al preguntar al respecto, a menudo oí a académicos quejarse de que los editores de las revistas feministas insistían en esa afirmación: “¡Mi editor me obligó a hacerlo!”. Me pareció que había demasiada energía refrenada.
“Can the Subaltern Speak?”, de Gayatri Spivak, es un típico ejemplo.[54] Spivak llevó la suposición de que la distinción m/f es clave para hablar de sexo, sexualidad, género y familia a un espacio muy reducido en ese notable ensayo. En los estudios de derecho, la productividad del trabajo divergente es notable. “Race and Essentialism”, de Angela Harris, y “The ‘Black Community’”, de Regina Austin, son ejemplos típicos.[55] Ambos contemplan la idea de una realidad conflictiva, múltiple y dividida internamente, a la que su antirracismo y feminismo se enfrentan de manera directa: está claro que la armonía desde el principio no es el objetivo. Esto es productivo a simple vista en el trabajo interseccional. ¿Por qué no sería igual de productivo en el trabajo dentro de los límites del sexo, la sexualidad, el género y la familia?
Por otro lado, en lo que llamo el “trabajo feminista convergente”, la moraleja de la historia está determinada de antemano. En un momento, la distinción m/f se transforma en m>f, y con ese movimiento llega la idea de que algo de m –los varones, la virilidad, la masculinidad– tiene cierto tipo de ventaja conceptual, política y material sobre f que no se ve como algo bueno, a priori, sino como un problema, algo de qué preocuparse, una crisis normativa para la que necesitamos el feminismo como solución.
No era que el feminismo debía ocuparse del poder únicamente como m/f o m>f, pero noté que lo hacía en forma constante, a menos que una feminista tuviera otro objetivo secundario o un proyecto interseccional que la hiciera divergir. Y una vez que uno lo buscaba, el trabajo del feminismo divergente en el dominio interseccional no era solo un riachuelo; era más como un río.
Otro ramal del río comenzó para mí con Epistemología del armario, de Sedgwick, en su axioma 1: “Todas las personas son diferentes entre sí”.[56] Sería imposible resumir ese asombroso ensayo aquí, pero hubo algunas líneas que me atraparon por completo cuando las leí por primera vez y que motivan la idea de tomar un descanso del feminismo (TABFF, por sus iniciales en inglés: taking a break from feminism). A Sedgwick le preocupaba tanto como a Butler que presentar la sexualidad siempre como m/f la atara a la diferencia heterosexual de una manera que la volvería incapaz de una aceptación completamente afirmativa de cualquier cosa “homo”. Hasta aquí, su argumento se corresponde con el proyecto de Butler en El género en disputa. Pero a Sedgwick también le preocupaba que el hecho de hacer que la distinción m/f fuera central también dejaba de lado las vastas dimensiones de sexualidad y poder que nada tienen que ver con m/f. Esta es en realidad una extensión de la conclusión de Gayle Rubin en “Thinking Sex”, según la cual el feminismo no podría ser una fuente completa de todo el trabajo teórico, social o político sobre la sexualidad.[57] La relación agonal de Butler en El género en disputa con la distinción m/f dentro del feminismo es omitida por Sedgwick y Rubin, que ven el problema y siguen adelante. Ellas tienen otro trabajo que hacer y proceden con ese fin. Ese me pareció un ramal del río muy prometedor para seguir, tan prometedor como el ramal interseccional divergente.
AA: Has sugerido que al decir “tomar un descanso del feminismo” solo te refieres a algo como hacer una “pausa para fumar”. Entonces, no estás diciendo que deberíamos abandonar el feminismo por completo, ¿verdad?
JH: Cuando propongo que podría estar bien que algunas personas se tomaran un descanso del feminismo, lo hago asumiendo que el feminismo, que es una parte indispensable de nuestro repertorio político, está vivo y activo, y está haciendo muchas cosas buenas, ha hecho muchas cosas buenas y necesita hacer más cosas buenas en muchos, muchísimos lugares del planeta donde el feminismo es precisamente el instrumento que hay que usar. No estoy diciendo que todos deban tomar un descanso del feminismo. Creo que eso sería un desastre; si eso comenzara a suceder, entonces yo empezaría a argumentar en contra de tomar un descanso del feminismo, porque necesitamos el feminismo.
Lo que no necesitamos es comprometernos con la idea de que solo el feminismo, el feminismo de 24 horas los 7 días de la semana, el feminismo trascendental sublime, es el único instrumento que tenemos para pensar en el sexo, la sexualidad, el género y la familia, o el lugar de trabajo, o la guerra, o cualquier cosa. Y tienes razón; empecé a tratar de que la gente recuerde que “tomar un descanso” tiene una connotación muy temporal, como hacer