Karen Clippinger

Anatomía y cinesiología de la danza


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dos bailarinas avanzadas en danza moderna para mostrar el grado de respuesta en la misma postura. Con esta versión de la prueba, se compara la magnitud del trazado de un músculo durante un movimiento dado con la de una contracción voluntaria máxima del mismo músculo y para una misma localización de electrodos.

      Clave:

      A = aductor de la cadera (aductor largo)

      Q = cuádriceps femoral (vasto medial)

      H = isquiotibiales (bíceps femoral)

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      FIGURA 2.21. Tipos de contracción muscular en que la gravedad desempeña un papel principal.

      Por ejemplo, en un plié en primera posición en dehors (figura 2.21), la fase ascendente ocurre contra la gravedad, y los músculos extensores de la rodilla (cuádriceps femoral) trabajan concéntricamente para generar la extensión de la rodilla. En contraste, la fase descendente la provoca la gravedad, y los músculos extensores de la rodilla trabajan excéntricamente para controlar la flexión de la rodilla y prevenir que la bailarina se precipite al suelo. Así, incluso si ocurre el movimiento opuesto en la articulación (extensión de la rodilla en la fase ascendente y flexión de la rodilla en la fase descendente), el mismo grupo muscular se emplea en ambas fases (concéntricamente en la fase ascendente para generar el movimiento, y excéntricamente en la fase descendente para controlar y oponerse a la tendencia a la flexión generada por la gravedad). Así, una aproximación al análisis cinético pasa por determinar qué grupo muscular está trabajando durante la fase concéntrica del movimiento; esto te dirá el grupo muscular responsable del movimiento en las fases ascendente (concéntricamente) y en la fase descendente (excéntricamente). Un esquema básico de este método aparece en la tabla 2.5 con el plié en paralelo; el análisis se ha limitado a las articulaciones de la cadera y la rodilla por razones de simplicidad. Otra forma es fijarse en que, cuando hay contracciones excéntricas, actúan los músculos que generan la acción opuesta a la dirección del movimiento que se observa. También hay que recordar que, cuando la gravedad tiende a producir un movimiento dado y éste no se produce, por lo general hay en juego contracciones musculares isométricas.

      Durante movimientos lentos de los segmentos corporales perpendiculares a la gravedad (en horizontal o en paralelo respecto al suelo), la gravedad no tiene el mismo efecto, y a menudo los músculos se usan concéntricamente para generar movimientos y mantener la extremidad en el plano horizontal en ambas direcciones del movimiento (p. ej., abducción y aducción horizontales). Durante movimientos rápidos, la interacción de los músculos y la gravedad se vuelve más compleja, ya que a menudo entran en juego el empleo concéntrico de los músculos para acelerar segmentos, la cocontracción de los antagonistas para controlar el movimiento y las contracciones excéntricas para desacelerar segmentos corporales, junto con las fuerzas gravitacionales. Asumir la importancia de la gravedad sobre la función de los músculos es esencial para un análisis cinemático preciso, y de ello se hablará más en el capítulo 8.

      6. Aplicación al diseño de ejercicios. Otra forma de reforzar los conocimientos sobre las acciones y localización de un músculo es diseñar ejercicios para fortalecerlo, estirarlo o prevenir lesiones en ese músculo o en estructuras relacionadas. Los capítulos 3 a 7 contienen muestras de estos ejercicios. Cuando se diseña un ejercicio para desarrollar la fuerza, al menos una de las acciones principales del músculo se debe ver opuesta por la resistencia. Para que el ejercicio sea eficaz, este músculo se debe trabajar (sobrecarga) lo suficiente como para que se llegue a la insuficiencia muscular con relativamente pocas repeticiones, pero se evite una lesión. Las recomendaciones del American College of Sports Medicine (1998) son practicar de 8 a 12 repeticiones de distintos ejercicios. Algunos de los ejemplos más difíciles de ejercicios de fuerza que aparecen en los siguientes capítulos tal vez requieran –inicialmente– que se practiquen menos repeticiones (de cuatro a seis) para evitar una tensión excesiva de los músculos.

      La resistencia empleada en los ejercicios para desarrollar la fuerza puede adoptar muchas formas, como el peso corporal, tobilleras lastradas, mancuernas, muelles, bandas elásticas o máquinas de pesas. En el caso de las tres primeras formas de resistencia, la eficacia del ejercicio también depende de la postura apropiada del cuerpo para que la gravedad se oponga a la acción del músculo. Por ejemplo, cuando se ejecuta una rotación externa del hombro con los codos a los lados, la postura erguida del torso permitirá una oposición eficaz si se usa una banda para generar resistencia, pero no si la resistencia es una mancuerna. Adoptar una postura en decúbito lateral permitirá a la gravedad oponer mayor resistencia a la acción de rotación externa del hombro. Igualmente, si se intentan fortalecer los músculos extensores de la cadera, bajar la pierna desde 90° evocará la extensión de la cadera pero no será eficaz para fortalecer los extensores de la cadera. Como se ve en la figura 2.22A, este movimiento sigue la misma dirección que la gravedad y requiere la contracción excéntrica del grupo muscular opuesto, los flexores de la cadera, para controlar el descenso de la pierna. Para que los extensores de la cadera sean los agonistas, la pierna se elevará hacia la espalda para trabajar contra la gravedad, como se ve en la figura 2.22B. No obstante, en ortostatismo, el grado de movilidad está muy limitado sin necesitar una acusada inclinación anterior de la pelvis ni la hiperextensión de la columna lumbar, lo cual puede interesar si se utiliza una resistencia intensa. Además, el desafío para los extensores de la cadera es mayor cuando las elevaciones de las piernas son lo bastante altas como para que el brazo de palanca de la resistencia sea más largo. Para permitir una mayor amplitud de movimiento con un brazo de palanca largo trabajando contra la gravedad, pero con menos tensión para la espalda, el fortalecimiento de los músculos extensores de la cadera se puede practicar con anteroflexión del torso (con los antebrazos sobre la «barra») o de rodillas con las manos en el suelo, como se ve en la figura 2.22C.

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      En el diseño de ejercicios para desarrollar la fuerza de músculos biarticulares, el ejercicio puede incorporar el movimiento de una sola de las articulaciones o combinar los movimientos de ambas articulaciones. En este último caso, la posición de una articulación puede influir en qué músculo concreto de un grupo funcional se potencia. Por ejemplo, los isquiotibiales se pueden fortalecer con un ejercicio que use sólo la flexión de las rodillas, o un ejercicio sólo de extensión de la cadera como las elevaciones de piernas hacia atrás, o un ejercicio que combine ambas acciones, como se aprecia en la figura 2.22C. En este último ejercicio, la rodilla se flexiona un poco para ayudar a la bailarina a «encontrar» los isquiotibiales. Entonces, se levanta más alto la pierna (extensión coxofemoral), centrándose en usar este mismo grupo muscular para elevar la pierna. Este método se usa para ayudar a la bailarina a potenciar el uso de los isquiotibiales y no el del glúteo mayor. En contraste, si la rodilla se flexiona hasta un grado extremo, como se ve en la figura 2.22D, los isquiotibiales