estas se relacionaban con las dificultades que FV identificaba. Se trabajó en esta instancia con registros de situaciones de la vida cotidiana en las que no logró responder adecuadamente por acción u omisión.
La comprensión por parte del paciente y la familia de las características y la naturaleza de los déficits sociales en FV posibilitó su colaboración con las tareas propuestas durante el tratamiento y la generalización de las habilidades adquiridas en el contexto terapéutico a otros contextos.
Entrenar y desarrollar las habilidades sociales necesarias para interactuar con pares del mismo sexo y del sexo opuesto: Este objetivo fue el eje principal en el tratamiento de FV. En sesiones individuales, se retomaron conceptos incorporados en el grupo y se articularon con situaciones concretas de su vida cotidiana en las que podrían ser aplicados, se especificaron tareas concretas en torno a esto y se les hizo un seguimiento pormenorizado.
En las sesiones grupales se trabajó del siguiente modo:
Se comenzó por favorecer el registro de emociones en uno mismo y en los demás, intentando incorporar estrategias de regulación emocional. Para esto, se trabajó con la identificación de los diferentes componentes (fisiológicos, cognitivos y conductuales) de cada emoción. Algunas de las tareas realizadas fueron:
Visualización de imágenes de rostros que expresan diferentes emociones, con focalización en las diferentes expresiones faciales asociadas a cada emoción.
Proyección de videos o fragmentos de películas, sin sonido y con sonido, con focalización en las expresiones corporales asociadas a los diferentes estados emocionales.
Ejercicios de expresión facial y corporal: ronda de emociones básicas y complejas. La terapeuta propuso una cara de determinada emoción y el integrante que estaba a su derecha la tenía que imitar y pasársela al compañero que tenía a su derecha, y así sucesivamente. El objetivo fue inferir qué emoción se estaba transmitiendo, imitar lo más fielmente posible la expresión del otro y registrar la propia y la de los demás.
FV logró diferenciar muy bien emociones primarias de secundarias, logró pensar ejemplos propios, identificar intensidad de las emociones y valencia, y también logró actuar y representar con su cuerpo dichos estados emocionales. Además, logró diseñar sus propias estrategias de regulación. “Ahora, cuando me siento triste o enojado, salgo a caminar por mi barrio y me siento más tranquilo. A veces también me sirve escuchar música”.
Asimismo, se trabajó en desarrollar la habilidad de inferir pensamientos y emociones en el otro (teoría de la mente) y registrar su influencia en las relaciones interpersonales. Usualmente, FV presentaba ciertas dificultades a la hora de inferir intenciones o pensamientos. Solía tomar comentarios como personales o dirigidos hacia su persona y hacía una mala atribución de las intenciones de los demás. Este objetivo se trabajó a partir de:
Fragmentos de una serie argentina de adolescentes, haciendo foco en diferentes elementos de la teoría de la mente.
Situaciones presentadas de manera escrita en las que dos personajes toman distintas decisiones ante la misma problemática, pensando en intereses que podrían tener cada uno, sentimientos relacionados con las problemáticas, y consecuencias percibidas.
Actividades de role playing, en las que interactúan dos integrantes del grupo en una escena guiada por el profesional. El resto de los integrantes debía interpretar la escena e inferir pensamientos y sentimientos de cada uno de los personajes involucrados en la escena. Estas inferencias debían realizarse a partir de la conducta no verbal (mirada, postura, tono de voz, gestos, etc.) y a partir del lenguaje explícito (los diálogos).
Debajo exponemos un modelo de registro utilizado para este tipo de actividades:
También se abordó con especial énfasis la concientización de la expresión de conductas no verbales y su importancia en la comunicación. Para ello se trabajaron los diferentes aspectos de la conducta no verbal de manera teórica y práctica, incluyendo los diferentes componentes por estado emocional y estilo comunicacional. Algunas de las tareas propuestas fueron:
Situaciones actuadas, en las que se les solicitaba que representen ciertas emociones básicas o complejas, a partir de los componentes no verbales. Sus compañeros debían identificar las emociones representadas. Luego, se complejizaba la tarea realizando una situación que representase una emoción, y aun más, representando una escena con otros compañeros, que reflejasen varias emociones, todas ellas sin expresarlas verbalmente. Las consignas solicitadas se modificaban en torno a diferentes temáticas y estilos de comunicación.
Actividades lúdicas, como “Dígalo con mímica”, en las que los integrantes del grupo debían representar emociones y pensamientos sin expresarlos verbalmente, y el resto debía reconocerlos.
Situaciones contradictorias, en las cuales debían disociar la conducta no verbal de la verbal, e identificar la relevancia de estos componentes. Para ello se les solicitaba que expresasen una emoción con su conducta no verbal (por ejemplo, tristeza), y otra emoción con su conducta verbal (por ejemplo, alegría). Esta contradicción entre el contenido del mensaje y el cuerpo fue muy útil para identificar componentes asociados a estilos de comunicación.
Actividades de distancia interpersonal, para visualizar la distancia óptima del interlocutor según su familiaridad y contexto. Para ello se realizaron actividades en las que dos integrantes del grupo se paraban en dos puntas extremas de la sala y debían ir caminando el uno hacia el otro. Ambos debían interpretar, a partir de la conducta no verbal, a qué distancia se sentía cómodo el otro integrante. Luego, se le otorgaban roles de relación (familiares, compañeros de trabajo, amigos, entre otros) y debían situarse a la distancia que creían conveniente para cada rol. El resto del grupo interpretaba y evaluaba dichas conductas.
Se trabajó también la estimulación del desarrollo de formas de expresión verbal que permitieran una comunicación asertiva. Inicialmente se identificaron los diferentes estilos de comunicación (pasivo, agresivo, pasivo-agresivo y asertivo), para luego hacer un autorregistro de sus propias conductas e identificar el estilo comunicacional propio. FV reconoció un estilo de comunicación pasivo, por lo que se focalizó en las competencias necesarias para lograr expresar sus propios pensamientos y sentimientos de una manera asertiva. Este objetivo se trabajó a través de:
Tareas simples, como participar de una conversación, hacer preguntas o proponer una actividad. Por ejemplo, se le dio la consigna al grupo de mantener una conversación y se le otorgó un papel a cada uno de los integrantes con una consigna: que introdujera equis tema en la conversación, que realizase equis pregunta cuando lo considerara apropiado o que al finalizar la conversación propusiese una actividad para el fin de semana. Esto mismo se intentó generalizar a su vida diaria, por lo que se le daban tareas semanales relacionadas con estos objetivos.
Tareas complejas, como realizar una crítica, efectuar un pedido de ayuda o decir que no. Por ejemplo, se le otorgaban ejemplos de críticas mal hechas, con tonalidad agresiva o con palabras que generalizan (como “siempre” y “nunca”). Los pacientes debían identificar el error y transformar esa crítica en una crítica asertiva. Otro ejemplo son las tareas de sostenimiento de una postura en una conversación grupal, en la que todo el grupo está en contra de un pensamiento y la sola persona debe sostenerlo (de manera asertiva) a pesar de las críticas.
Lo anteriormente descripto se trabajó primero dentro del consultorio, con compañeros y profesionales, y luego se amplió a diferentes ámbitos de su vida diaria de manera gradual (en sala de espera, en su casa con su familia y después en el trabajo con sus compañeros de trabajo y jefes).
Por último, se trabajó en la incorporación del registro del contexto y de interlocutores, en la selección de conductas apropiadas y en la exploración de diferentes formas de resolución de situaciones problemáticas. Se clasificaron