Teresa Torralva

Rehabilitación cognitiva. Casos clínicos


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quisiéramos para poder intervenir o para expresarnos correctamente. Más allá del uso de la tarjeta en sí, el objetivo fue logrado. Consiguió comenzar a utilizarlas y pudo evitar sus conductas disruptivas y agresivas. Un claro ejemplo fue al solapar estas tarjetas del “Entrenamiento per se del control inhibitorio” con el “Registro de emociones básicas y sensaciones corporales”. En estas oportunidades, trabajamos de la siguiente manera: se le ofrecían diferentes ejercicios para el entrenamiento del control inhibitorio, pero con el agregado de una consigna: “Debe estar atento a las caras del profesional para inferir si lo que está haciendo es correcto o incorrecto y, a su vez, debe estar atento al uso de las tarjetas”. De esta manera, mientras JQ realizaba los ejercicios, los profesionales señalábamos la tarjeta de “alto”. Así, JQ nos miraba y podía inferir si era correcto o incorrecto lo que estaba realizando: una cara de los profesionales contenta, alegre y sonriente significaba “correcto”, e “incorrecto” una cara de preocupación o de duda. Poco a poco entrenó esta capacidad de mirar al otro para frenar, corregir o continuar con lo que estaba realizando. Asimismo, JQ pudo comenzar a reconocer emociones en los demás a través de conductas no verbales como las expresiones faciales y los gestos, para identificar e inferir si nos encontrábamos cansados, alegres, asustados, tristes, etcétera.

      Evaluación posterior

      Tener cuatro fuentes de datos constantemente presentes, tanto en el proceso de evaluación como durante todo el proceso de rehabilitación, resulta fundamental, ya que, en este caso, la mejora significativa de JQ durante su rehabilitación no se evidenció de forma tajante en las evaluaciones cognitivas.

      No obstante, la mejora fue notoria en los reportes tanto de sus familiares como de sus acompañantes terapéuticos. Ellos refirieron que JQ mejoró en su capacidad de atención para sostener conversaciones, en el registro de información reciente y en manifestar una menor cantidad de confabulaciones durante el lenguaje espontáneo. Más allá de esto, lo más significativo fue el cambio en el registro de sensaciones corporales básicas como el frío, el calor, la necesidad de ir al baño y el hambre. Debemos considerar la importancia vital en la cotidianidad del paciente de poder tener un mayor registro de las sensaciones corporales. Esto le permitió, por ejemplo, sacarse el abrigo al tener calor (y no tener conductas disruptivas o agresivas frente a esta sensación o esperar que sus asistentes terapéuticos lo convencieran de sacársela), identificar cuando tenía ganas de ir al baño (de nuevo, sin esperar que se le estuviese constantemente preguntando si necesitaba ir), etc. Estos ejemplos, que muestran el impacto positivo del mayor registro de sensaciones corporales básicas, no buscan más que contribuir a y favorecer una mayor independencia. Asimismo, luego de dichas intervenciones, los informantes refirieron menor presencia en frecuencia e intensidad de episodios de agresividad e irritabilidad.

      Conclusiones

      El objetivo de este capítulo fue describir el proceso de rehabilitación cognitiva en un paciente con importantes fallas en sus funcio­nes ejecutivas. El primer punto a resaltar es que hablamos de las funciones ejecutivas, y no la; este punto es crucial, ya que ellas son un conjunto de habilidades cognitivas, una serie de procesos que tienen como fin facilitar la adaptación de la persona a situaciones de su vida cotidiana.

      Las funciones ejecutivas nos permiten conocer el mundo, relacionarnos con pares, ser funcionales, optimizar nuestros procesos mentales, resolver conflictos, planificar y organizar el día a día, entre otras cosas.

      En esto radica la importancia de una correcta evaluación, un sólido plan de rehabilitación e intervenciones efectivas a fin de compensar o restituir las dificultades ejecutivas.

      El fin último es poder mejorar la calidad de vida de los pacientes, que puedan generalizar las estrategias y colaborar a una mejor funcionalidad en todos los contextos de su vida.

      “El objetivo de las intervenciones, en el control inhibitorio, es eliminar o reducir las conductas inapropiadas y potenciar las adecuadas o positivas” (Fernández y cols., 2002).

      Indirectamente, los logros permiten mejorar la calidad de vida del paciente, su familia, su contexto y sus relaciones.

      Bibliografía

      ARANGO LASPRILLA, J.C.; Parra Rodríguez, M.A. (2008). Rehabilitación de las funciones ejecutivas en caso de patología cerebral. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, 8(1): 159-178.

      FERNÁNDEZ, S., Rubin, E., Espinosa, A., Arango, J. C. & Pérez, E. (2002). Manejo de las conductas de agresividad en pacientes con probable enfermedad de Alzheimer. En Cerebro y salud mental (pp. 368-382). Madrid, España: Mapfre, S. A.

      KUMAR, A.; Agarwal, M. (1988). Secondary affective disorder in survivor of cardiac arrest: A case report. British Journal of Psychiatry, 153(6): 836-839. doi:10.1192/bjp.153.6.836.

      POSNER, M.I.; Petersen, S.E. (1990). The attention system of the human brain. Annual Review of Neuroscience, 13(1): 25-42.

      REICH, P.; Regestein, Q.R.; Murawski, B.J.; DeSilva, R.A.; Lown, B. (1983). Unrecognized organic mental disorders in survivors of cardiac arrest. The American Journal of Psychiatry, 140(9): 1194-1197.

      SLACHEVSKY, A.; Núñez-Huasaf, J. (2013). Procesos ejecutivos y adaptación del comportamiento. En Lavados y Slachevsky, Neuropsicología de los procesos mentales (pp. 189-209). Santiago, Chile: Editorial Mediterráneo.

      WILSON, B.A. (Ed.). (2009). Neuropsychological Rehabilitation: Theory, models, therapy and outcome. Cambridge University Press.

      Capítulo 4

      Cognición social

      Agostina Galiani y Diana Bruno

      Introducción

      En este capítulo nos abocaremos a cómo pensar y plantear la rehabilitación de la cognición social de una persona adulta por medio de un caso clínico, pero antes es importante que hagamos una revisión breve de algunos conceptos.

      La cognición social se refiere al conjunto de operaciones mentales que subyacen en las interacciones sociales, y que incluyen los procesos implicados en la percepción, la interpretación y la generación de respuestas ante las intenciones, disposiciones y conductas de otros (Ojeda y cols., 2012). Muchas veces estas habilidades se encuentran afectadas, ya sea por una patología de base o por no haberlas desarrollado adecuadamente a lo largo de la vida. Es de suma importancia ser habilidosos socialmente para manejarnos en diferentes contextos y con diferentes interlocutores. Toda interacción con otros, sea cual fuere el ámbito (familiar, laboral, académico o social), demanda habilidades básicas de interacción social.

      La rehabilitación de la cognición social tiene como objetivo el desarrollo de las habilidades cognitivas y metacognitivas necesarias para una adecuada comprensión y manejo de las situaciones sociales, así como de los problemas derivados de la vida cotidiana (Romero y Ruiz, 2006). Cuando se piensa este tipo de rehabilitación, se deberían tener en cuenta todas las variables presentes en este campo, tales como el procesamiento emocional (reconocimiento de emociones), la teoría de la mente (capacidad de inferir intenciones y emociones en los otros), la percepción social, el conocimiento social y el estilo atribucional (Ruiz-Murugarren, García-Ramos y Lahera, 2011). Se deben diferenciar, además, diversos modelos terapéuticos. Estos se pueden dividir en tratamientos focalizados, basados en la rehabilitación de un solo constructo de la cognición social (por ejemplo, teoría de la mente); tratamientos integrales de la cognición social, dirigidos a la rehabilitación de dos o más aspectos (por ejemplo, teoría de la mente e identificación de emociones); y tratamientos integrales de la cognición social y la cognición general, que incluyen una combinación de rehabilitación de diversos aspectos propios de la cognición social con funciones puramente cognitivas y/o intervenciones psicoterapéuticas.

      En el caso clínico que se desarrollará a continuación hemos utilizado un tratamiento integral de la cognición social y la cognición general